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Durante el Siglo XII, los reinados de Inglaterra y Francia se ven enfrentados. Una navidad intenta reunir a la familia con un motivo
especial: elegir al sucesor del Rey. El amor, en este caso, en vez de aunar fuerzas, las enfrenta hasta el punto de desearse la muerte.
Con las garras de un león -salvaje y voraz-, Enrique II (Daniel Fanego), intenta quedarse con todas las riquezas y territorios. Solo tiene instintos, como un animal, pero ningún sentimiento de compasión o cariño para con su familia y personas cercanas.
De esta forma, “El león en invierno” -guión original de James Goldman-, nos presenta una puesta en escena adaptada para la obra especialmente. Con un lenguaje vulgar y cotidiano, se acerca más al público, con quien establece una empatía a partir de frases cómicas que intentan descontracturar a la época de reinas y reyes, a la ambición y a la lucha de poder.
Esta obra tiene varios puntos a resaltar: por un lado, la innovación en cuanto al vocabulario que utilizan los personajes (por momentos refinado, estético y protocolar; y, en otras ocasiones, ordinario, cotidiano y contemporáneo). Otra cuestión a resaltar es la manera en que se va narrando la historia: los personajes no son presentados uno por uno al comienzo, sino de forma anacrónica e inesperada.
Ingresando de lleno en la historia, conocemos por un lado al típico matrimonio por conveniencia -conformado por Enrique II y Leonor de Aquitania-, quienes tienen tres hijos: Ricardo «Corazón de León» (Sergio Surraco), Godofredo (Fabio Di Tomaso) y Juan,
conocido como «Juan Sin Tierra» (Manuel Fanego)-, cada uno con rasgos físicos y temperamentales totalmente opuestos y diferentes entre sí.
Como todo relato en que existe una familia real -la cual, a pesar de poseer tierras y riquezas por doquier-, siempre encontramos conflictos. En este caso, dichosenfrentamientos son amorosos y, además, de ambición. Sucede que Enrique está embelesado con Alix (María Alché) –una mujer joven y hermosa, hermana de Felipe II -el Rey de Francia- (Ignacio Rogers). Dicha relación entre ellos puede existir gracias a que hay una sometida que, en un comienzo parece ser ingenua, pero luego demuestra lo contrario. Además, este hombre tan “poderoso” tiene encerrada hace 10 años a su esposa, en un castillo. Ésta, totalmente desalineada, llena de odio, bronca, rencor y resentimiento; intenta hacerle frente a la Alix para que deje a su marido. El triángulo conformado no hace más que fracasar en todo momento ya que no existe amor de ninguno hacia ninguno de los miembros. El único sentimiento que reflota es el de aniquilación.
Por otro lado, nos encontramos con tres hermanos que solo desean ser coronados. Por momentos, Godofredo, es quien demuestra que quiere parte de las riquezas pero no tenerlo todo, aunando sus fuerzas junto a sus pares para lograr vencer a su padre. Aquí vemos reflejado nuevamente al poder. De una forma más sutil, o de simulación o de falsedad, cada uno pretende ser el sucesor de su padre. Pero su padre no tiene demasiadas intenciones de tener un heredero ya que siente que vivirá para siempre. Como dice aquella frase tan conocida: “yerba mala nunca muere”.

Y, por último, otro personaje importante es el del Rey de Francia, quien fue y es el amante de Enrique -el preferido de Leonor, hasta que descubre el romance entre ambos-.
Hasta aquí todo parece un enredo, en el cual no se encuentra la punta del ovillo. Pero dicha punta es Alix ya que -a modo de objeto- pretende ser la Reina de Inglaterra y esposa de su amor. Aunque Enrique solo juega con sus sentimientos y pretende casarla con alguno de sus hijos, dándole por momentos lo mismo con uno que con otro.
Podríamos interrogar, ¿cómo lograría esta joven muchacha su propósito?
Durante el desarrollo de la historia, Alix dice “no tengo nada que perder y eso me convierte en un ser peligroso”. Es ella quien duerme en el lecho con Enrique pero aún no son más que amantes con sed de pasión. Intentando demostrar que su vínculo es más de lo que verdaderamente es. El objetivo de él es muy claro como les mencionaba anteriormente y el de ella también lo es. La única diferencia es que Enrique cree que podrá manejar a su antojo a Alix, sin cruzársele por la cabeza que es una mujer inteligente en cierto punto.
La estrategia que ella piensa usar es la de, a partir del romance,
manipular a su amado; pidiéndole que deje todo por ella. Claro que no será tarea fácil si lo lograra, porque los hijos jamás aprobarían su amor. Pero un anzuelo es ser la hermana de Felipe. Quizás Enrique por ese lado pueda pretender avanzar hasta llegar a su meta.
También, es importante tener en cuenta, que Enrique -de manera débil- imagina que su esposa firmará un tratado, a partir del cual poseería Quitania y, a cambio, casaría a Alix con su hijo Ricardo. Sí, con él le conviene más que con Juan –a quien podría manejar más a su antojo pero que por alguna razón no le convendría totalmente-.
Y, se cuestionarán el papel de la Reina, quien está encerrada hace tanto tiempo, privada de su libertad. Una posible solución para recuperar dicha libertad sería divorciarse de su marido, pero, ¿realmente lo desearía? Sería libre físicamente pero tal vez no a nivel sentimental, aunque dice no amarlo sino todo lo contrario.
Los personajes tienen un punto en común que es la ambición de poder. No son felices ni pretenden serlo, por lo visto. No tienen un mínimo gesto de bondad o grandeza, salvo Felipe quien demuestra en todo momento que es un hombre bueno, que no le desea la muerte a sus semejantes y que tiene el reinado de su país -no solo por haberlo heredado sino por haber estudiado todo lo pertinente al trono-. Igualmente, rodeado de tanta miseria humana, todo lo bello que él podría tener se ve opacado por sus compañías y vínculos que lo intentan contaminar de a poco.
Un león en invierno nos demuestra cómo una familia no tiene códigos entre sus
vínculos y cómo se traicionan unos a otros sin importarles en lo más mínimo. Esta obra nos presenta diálogos entretenidos y una manera no lineal de narración. El principio puede ser el final, aunque el desenlace también podría ser el comienzo. Todo depende de cuán atento se esté a cada detalle mostrado.
Otro de los aspectos que marcan la diferencia -entre esta pieza teatral y otras épicas- es la conjugación entre ficción y realidad. Por momentos sabemos que estamos presenciando una obra de teatro pero, de repente, el relato lineal es interrumpido por frases que nos demuestran lo contrario.
Los actores intentan jugar con esas dos herramientas, muy interesantes y complejas a la vez de llevar a cabo, para que no creamos en ningún final palpable, para que no saquemos conclusiones apresuradas ni hipótesis inconclusas. Es la Reina Leonor quien en un momento esboza “mi vida es una sucesión de escenas, solo me puedo encontrar con ellos (sus hijos) teatralmente”.
Todos los integrantes le tienen bronca a Enrique por un motivo específico, hasta el pobre Felipe que recuerda con dolor la estafa que le hizo a su padre cuando éste vivía.
El Rey Enrique no es ninguna víctima y, para consagrase como malvado, termina encerrando a sus hijos en la bodega para que no pudieran intervenir en nada. Su madre tendrá la posibilidad de salvarlos pero, ¿lo hará?
¿Vivirán sin ver la luz del día por el resto de sus días o podrán imponerse al ser que los trajo al mundo?
¿Triunfará el odio o el amor?
¿Existirá alguna unión entre los dos?
Muchas veces se dice: “dime con quién andas y te diré quién eres”. ¿Se aplicará esta frase a esa época de la historia?
¿Enrique intentará regresar a los brazos de Leonor, a quien alguna vez “amó”?
La ironía, la complicidad, el humor, la fatalidad y la tragedia están presentes durante toda la trama de El león en invierno. Lo más lógico no siempre es lo que ocurre y lo más descabellado es lo que podría suceder.

Las fotografías pertenecen a la autoría de Martín Wullich.
Mariela Verónica Gagliardi
Escrito
en mayo 1, 2019