La esperanza de unirse por una misma causa
Tenía muchas ganas de ver “Verde agua” (escrita y dirigida por la gran artista Marina Lamarca). Así fue como una noche en que había un partido de fútbol, mi elección fue asistir a una función que en mi corazón se selló como inolvidable.
Mientras la ciudad parecía inmovilizada por una pelota, en el Teatro Border reflexionábamos sobre el lugar que ocupamos las mujeres, el feminismo, la solidaridad entre nosotras y el ímpetu por hacerle frente a un gran problema hace… desde el comienzo de la humanidad: el machismo.
Un público conmovido por la presente dramaturgia que nos logra atravesar, de un extremo a otro, desde que comienza la historia. Una historia que se centra en la Provincia de Entre Ríos, y más precisamente en la mejor empresa de embutidos del país. Con una puesta en escena conformada por salamines (bajo mi mirada hace una alusión perfecta con los pensamientos obtusos, anticuados y conservadores de muchísimos varones de Argentina), de distinto largo y grosor; nos inmiscuimos en una conferencia de prensa que es la más trascendente en la carrera del político Carlos Almada. A este acto acuden las mujeres que lo “respaldan”, al menos hasta ese momento: su esposa, hijas y secretaria de oficina. Pero, algo puntual ocurre: dichas mujeres quedan encerradas en un sótano con todos los embutidos y absolutamente todos los conflictos salen a la luz. ¿De la peor manera? Sí.
No puedo revelarles cada detalle porque perdería gracia la trama para quienes aún no tuvieron oportunidad de presenciarla. Lo que sí les puedo garantizar es que cuando las mujeres nos agrupamos, con diferentes modos de pensar, de vestir o de actuar; algo nos une: el hecho de ser MUJERES.
Creo que no existe poder mayor que el nuestro y no porque queramos competir con los hombres sino porque las mujeres tenemos la oportunidad de dar vida, algo tan valioso como ello.
Volviendo a Verde agua, tanto la dramaturgia como dirección de Marina Lamarca, son impecables, con un atractivo único y, al menos a mí, me hicieron brotar las lágrimas de esperanza, de que vamos por buen camino, de que todo acto de justicia (sea o no criticado por quienes no se sienten “parte”) dio y seguirá dando los frutos anhelados. Mientras tanto, la puerta permanece cerrada, la adulación hacia este político aumenta, los aplausos se oyen a lo lejos, quien iba a dar un discurso (por un motivo específico) no lo da; la violencia física y verbal van en auge… hasta que se produce un quiebre: el más inesperado de toda la obra. Cuando eso ocurre, el patriarcado empieza a disolverse, las furias a combatirse y las manos a abrazarse.
No hay peor odio que el que pueda surgir entre mujeres, no hay peor guerra que la que nos tenga enemistadas. El amor late en los corazones de estas excelentes actrices que interpretan increíblemente a estos personajes.
Pero el verde, pueden preguntarse por qué está presente en sus vestidos y es que quisieron combinar con la corbata de Carlos Almada (quien, por suerte, no está físicamente en la obra). Y sí. Cinco mujeres que están felices y dichosas de tener a este hombre en su vida cotidiana, cada una desde un lugar diferente y con un propósito distinto… Sus sonrisas que parecen pintadas como para la foto que saldría en la portada de la revista con mayor tirada; se vislumbran ficticias.
¿Cuánto tienen que fingir para no decaer? ¿Cuántas pruebas deben superar para subsistir? ¿Cuál es el peligro que las aqueja? ¿A qué le tienen tanto miedo?
Lo que parece ser, no es… se cae. No puede sostenerse, así como el sol no puede taparse con una mano.
Es el momento, el de la unión, el de la empatía, el de abrazarse y no juzgarse, el de callar a tiempo, el de solidarizarse sin rencor. El de decir ¡basta!
Dramaturgia y Dirección: Marina Lamarca.
Elenco: Agusta Bermúdez, Anabella Aizenberg, Ayelén Garaventa,
Lili Popovich, Sol Agüero.
Funciones: Sábados, 20 hs.
Teatro Border.
Escrito
en julio 3, 2021