El testigo, de Nicolás Juan Porras
El Testigo recorre la existencia de un enigmático individuo y nos muestra cómo este personaje, lidiando con sus circunstancias y sus pasiones, va forjando su propio destino. Un excéntrico vendedor de zapatos, un apasionado comerciante, una dedicada estudiante de medicina, un político romántico y un peluquero con inclinaciones artísticas, son algunos de los seres que forman parte de esta aventura.
La obra es también una historia de amor, que nos acerca a las vicisitudes que van gestando y modificando la relación del protagonista con su amada, develando en este recorrido el sutil e indisoluble vínculo entre el amor y el dolor.
Construida a partir de un relato, la pieza abre además un interrogante por el lugar que tiene el recuerdo en nuestras vidas, sobre lo que implica la memoria para nuestra existencia, y la manera en que ésta podría constituirnos como individuos y como sociedad.
«Podría llegar el día, en que durante un encuentro casual, un desconocido narre una historia…; podría llegar el día, en que aquella historia se convierta en tu propia historia.»
Estreno: viernes 7 y 14 de junio a las 20.30 hs
Funciones: viernes 20.30 hs
Teatro La Golondrina: Sarmiento 2615, CABA
Localidades: $300 – 2 x $500 / Estudiantes y Jubilados $200
Duración: 75 minutos
Reservas:
Teléfono/ WhatsApp: 11 4936 1234
Correo: teatrolagolondrina@gmail.com
Facebook: www.facebook.com/teatrolagolondrina
Sobre El Testigo
“En una tarde de lluvia, en algún café de la ciudad, un extraño se acerca y pide sentarse; el hombre que ocupa la mesa, al notar que el lugar se halla atestado, accede al pedido. A causa de este hecho, aparentemente fortuito, y en el transcurrir de la noche, se irá convirtiendo en testigo de una historia; la que en principio parece ser la historia de cualquier hombre, en el correr de las horas parecería asemejarse a la historia de su pueblo, incluso quizás, al final de la velada, podría convertirse en su propia historia.
La pieza tiene la particularidad de que la historia referida se va dilucidando, no tanto desde la experiencia directa del personaje central, sino a partir de un relator, y de los testimonios o vivencias de aquellos otros personajes que atraviesan su camino; un curioso vendedor de zapatos, un apasionado financista, una dedicada estudiante de medicina, un político idealista y un peluquero con inclinaciones artísticas son algunos de los seres que pueblan el relato.
La historia del protagonista es a su vez una historia de amor, que nos muestra las distintas vicisitudes que van gestando y modificando la relación con su amada. La obra habla, entre otras cosas, del amor y del dolor; de un vínculo sutil e indisoluble entre ambos; de cómo la apertura al amor implica la posibilidad del dolor, y quizás el soportar el dolor también contribuya, en última instancia, a que surja e incluso perdure el amor.
Esta obra, construida a partir de un relato, abre la posibilidad de interrogarnos también por el lugar que tiene el recuerdo en nuestras vidas, de lo que implica la memoria para nuestra existencia, y de cómo y en qué medida ésta podría constituirnos como individuos y como sociedad.
Los aspectos antes mencionados, sumados a las diversas situaciones, que oscilan entre lo cómico y lo dramático, lo prosaico y lo poético, y al hecho de que la pieza trabaja en el ámbito de la memoria e incluso de lo onírico, son los que hemos considerado a la hora de abordar el diseño de la escenografía, del vestuario y la iluminación.
La escenografía, dispuesta en semicírculo, permite ir construyendo los espacios en los que transcurren las distintas etapas de la historia; ya partir de cambios elementales de vestuario, de la música y/o de juegos de luces se va generando el marco que envuelve a las diversas situaciones que atraviesan los protagonistas, sin necesidad de modificar los elementos escenográficos ni de que el actor abandone en ningún momento la escena; la propuesta intenta jugar así con la ilusión que genera la teatralidad, próxima a los pasajes temporales y situacionales de los sueños y los recuerdos.
Hay también una preminencia de colores cálidos en la escenografía que acompaña, de alguna manera, la textura del relato y de la mayoría de las escenas; en la medida en que avanza la pieza, y crece la tensión dramática de la trama fundamental, por momentos se contrapone una música y/o una iluminación que tenderán a forjar un temple algo más oscuro; para luego ir recuperando paulatinamente una atmósfera similar a la del período inicial de la obra, pero cargada de un mayor significado e intensidad emocional debido al modo en que acontece el desenlace.
Los objetos del espacio escénico y la utilería han sido elegidos teniendo en cuenta el profundo vínculo de los personajes con los mismos; si bien esto no es necesariamente aludido de manera explícita en ningún momento de la obra por el relator o los personajes, dichos objetos hacen definitivamente a la construcción del simbolismo espacio-temporal, y a la vez, del temple emocional en el que se desenvuelve la historia.
Se ha trabajado también en la significación del lenguaje de la pieza; pusimos especial énfasis en los modos del decir en el relato, ya que es la adecuada resonancia de la palabra y su cadencia la que determina la hondura del mismo y abre la posibilidad de adentrarnos en el ámbito y la dimensión de la historia.
Todos estos elementos y aspectos mencionados, sumados a la música, se entrelazan por momentos de manera armónica y por otros con ciertas disonancias, intentando conformar las distintas etapas que van forjando la historia para tratar de hallar, en última instancia, su verdadero sentido y profundidad”.
María Noble – Nicolás Juan Porras
Dramaturgia y Actuación: Nicolás Juan Porras
Dirección: María Noble / Nicolás Juan Porras
Diseño Artístico y Producción: Locos del Once / Fotografía: María Noble / Pablo Garber / Daniel Darrás / Asistencia de Dirección: Julieta Acevedo y Paula Intile
Diseño Gráfico: Belén García Durigon / Prensa: Simkin&Franco
Escrito
en mayo 31, 2019