*** SEPTIEMBRE 2025 ***

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Llantos de amor y esperanza

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ficha-el-hombre-de-la-nariz-rotaEl dramaturgo y actor Rolo Sosiuk decide llevar al teatro la vida de Auguste Rodin pero desde la mirada de su amante Camille Claudel. Es entonces cuando tendremos la oportunidad de ingresar en la intimidad de este escultor que no siempre fue reconocido por sus creaciones. El hombre de la nariz rota (dirigida por )es uno de dichos ejemplos en que el arte (y no su perfección) son dejados a un lado por parte de la sociedad.

Rolo Sosiuk será esa máscara que revivirá para recordar su existencia, para estar sin que nadie se de cuenta y pulular por cada rinconcito en busca de justicia.

Existe una fusión entre la danza y el teatro que da cuenta del mundo de la escultura. A su vez, así como el baile pretenderá un renacer, Camille será despojada de su lugar, de su profesión y encerrada en un manicomio para que se atormente cada uno de sus días.

Sufriendo de desamor, de tristeza, de promesas incumplidas y de una vida que no podrá llegar a este mundo; así es como esta pobre mujer es despojada de todo. Absolutamente todo.

No habrá caricias para ella que la cuiden, ni besos que la devuelvan a su cordura. ¿Existe quien no enloquezca en el encierro? ¿Existe quien no padezca cuando se lo desnuda por completo hasta de su interior?

Una actriz excelente interpreta a esta amante (Zuleika Esnal) y será lo que más relucirá a lo largo de la historia. El hombre de la nariz rota parece ser por momentos una dramaturgia bufa, luego un drama, más tarde una lectura sobre la danza clásica y después una forma de cambiar los errores.

Con una mirada aguda y punzante acerca de la elección de Rodin, -un hombre que parece no haber elegido lo que le dictaba su corazón sino lo que se le sirvió como plato en la mesa- y la fuerza que cobra lo afectivo tanto al momento de crear, como de amor y de morir lentamente.

Los segmentos de danza vendrían a ser la perfección, una perfección que no existió en la vida del escultor cuando hizo esta pieza artística, ni en la de su esposa ni en la de su amante, ni en la del hermano de ésta. Al fin de cuentas: ¿qué es lo perfecto? Pareciera ser que atrae lo “imperfecto”, lo distinto, lo que no siempre se puede describir con palabras y, sin embargo, apasiona.

Un amor que no pudo concretarse como los dos hubieran querido y que tuvieron que regalar por los aires, desplomándose por completo.

Cuando todo parezca deslumbrar, aparecerá una nube negra que detendrá tal satisfacción. Así fue la vida de esta mujer y el tormento que eligió atravesar. Quizás pueda sonar ridículo que una persona escoja el dolor antes que la felicidad y es que esta artista creería que su Rodin dejaría a su esposa por ella, como tantas veces se cree. Este conformismo e ilusión la hundieron, tanto pero tanto, que ya sus palabras solo resonaron en cuatro paredes, al mismo tiempo que sus lágrimas se expandieron y secaron todo corazón enamorado.

Su camino de discípula la enriqueció como escultora aunque su gran tormento fue el haberse fijado en un hombre como Auguste y no haber logrado la entereza para finalizar una relación en vez de sentir luego el agobio del abandono.

El retrato de Camille debe permanecer más vivo que nunca para que la violencia de género pase a la historia de una vez por todas, para que cada mujer golpeada, insultada, menospreciada y tratada como un pedazo de mierda se sienta identificada y no justifique la mano dura del hombre que la ejecuta.

Esta obra de teatro plantea a El hombre de la nariz rota como un abanico que se va abriendo, de a poco, y que pretende concientizar. Considero que hay que ver esta propuesta en que la mujer objeto-sujeto aparece y desaparece según la intención de los masculinos que se atreven a hacer “magia” con los cuerpos ajenos.

Una estética que nos lleva a al Siglo XIX y que nos pega un cachetazo al presente, recordándonos que el amor puede ser lo que permitamos que sea.

Mariela Verónica Gagliardi

Imperio de artistas

Imperio1

De la Dinastía Julio-Claudia, se conocen a tres de los emperadores más conocidos de Roma: Tiberio, Calígula y Nerón. Ellos son los principales hilos conductores de esta obra de teatro denominada como “Imperio”. A su vez, son tres las mujeres que se relacionan, principalmente, con ellos: Agripina, Drusila y Julia. Agripina es la madre de Nerón, Drusila es la hermana de Calígula y Julia la esposa de Tiberio. Son varias las uniones -no sanguíneas- que se producen en esta enorme familia. Principalmente, Augusto adopta al hijo de Livia, Tiberio, a quien se lo obliga a adoptar a Germánico, quien contrae matrimonio -por conveniencia- con Agripina, la nieta preferida de Augusto. Al producirse esta unión, según documentos históricos, Germánico es envenenado en uno de sus viajes militares y sacado del medio por parte de Tiberio. Pero, Agripina, quien tenía un fuerte caracter y convicción, se enfrenta a Tiberio para averiguar qué ocurrió con su marido recientemente fallecido.

Respecto de la historia adaptada para esta pieza artística, aparecen en escena, entonces, seis personajes importantísimos del Imperio Romano.

Calígula (hermano de Drusila y Nerón), llamado así por las sandalias militares que usaba de chico (caligae) sucedió en el poder a su tío-abuelo Tiberio, desde el 37 al 41 D.C. Hijo de Germánico y Agripina, sin lugar a dudas, fue quien tuvo más carisma.

Calígula, que de pequeño sufría ataques de epilepsia, que no podía conciliar el sueño y que utilizaba las noches para realizar estrategias sanguinarias; fue asesinado.

Nerón (gobernó del 54 al 68 D.C.) y se lo acusaba de homosexual. Fue quien intentó esclarecer varias cuestiones en el Senado y sin poder conseguirlo, se terminó suicidando.

Tres emperadores que utilizaron la fuerza, la avaricia, las riquezas, y sus puestos para conseguir objetivos de una manera demagógica, tirana y absolutista. Tiberio (14 al 37 D.C.), Calígula (37 al 41 D.C.) y Nerón (54 al 68 D.C.); son ejemplos de cómo gobernar desde la no consideración y el linaje. Uno más carismático como Calígula, pero no por eso menos temido por el pueblo y sus propios hermanos.

«Imperio», es el nuevo espectáculo de la Compañía Codanz, que plantea un varios conflictos de antes y de ahora. Escrito por Rolo Sosiuk y dirigido por Juan Cruz Argento; toma como puntapié inicial a los tres emperadores romanos más sanguinarios: Tiberio, Nerón y Calígula.

Como dos obras de teatro, una de danza y la otra de actuación, se fusionan en ciertos momentos para complementarse y demostrar cómo lo secundario cobra vuelo y protagonismo en la historia principal.

Con tres emperadores que interpretan muy bien sus roles: Tiberio (Gustavo De Filpo), Calígula (Rolo Sosiuk) y Nerón (Julio Chiorazo); cada discurso estará embestido de violencia de género, posesión, poder y ambición.

Mientras sus mujeres, que no necesariamente son esposas, representan la belleza, la calidez y templanza, se desenvuelve una continuidad de escenas en las que se puede visualizar que ellas no valen más que lo que ellos quieren y que puede prescindir de sus compañías en cuanto den la orden.

El incesto es una de las prioridades de esta obra, que deja en evidencia la necesidad de contacto físico con una mujer sin importar de quien se trate. La lucha de poderes entre unos y otros, demuestra la vanidad de los poderosos por sobre las femeninas que intentan, por todos los medios, de convencerlos sobre decisiones a tomar.

La obra entrelaza textos con coreografías en que se puede disfrutar de un gran despliegue artístico, a la vez que de diálogos presididos por las diferentes alegorías que se refieren al descontrolado poder por sí mismo, por el deseo enardecido de controlar todo y a todos.

Entre tantos discursos cargados de sangre y despotismo, se erige uno que hace referencia a la actualidad de nuestro país y al gobierno vigente: la inseguridad es una sensación, se esboza de boca de uno de estos emperadores y, el silencio, se apodera de la historia.

Agripina (Jess Rolle), Drusila (Vanina Bercovich) y Julia (Laura Pagés), firmes en escena, se hacen notar y logran desenvolverse como verdaderas mujeres que saben lo que quieren. Corren riesgos, como cualquier mortal y, sobre todo, como toda persona que tiene convicciones fuertes y precisas.

Se resaltan las interpretaciones de los actores principales y de la joven bailarina Martina Loyato -quien danza con su cuerpo y alma, quien vuela en busca de nuevas experiencias en aquella Dinastía sanguinaria-.

Antes de Cristo, en el Siglo presente y, siempre, los ideales existirán y -como suele decirse- la historia será cíclica, repitiéndose. Solo modificando a sus actores y, conservando, los ejes centrales que ilustran aquella necesidad de tener todo as dentro de la manga para demostrar determinadas acciones.
ficha ImperioMariela Verónica Gagliardi