*** MAYO 2023 ***

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Función de desconocimiento a Silvina Reinaudi

Los Chikuchis6

Así fue presentada la velada por parte de los revoltosos títeres que no entendieron correctamente la palabra reconocimiento y la desdibujaron según su propia fonética.

Seguramente, para muchos, este último día sea el más esperado. Por un lado, se junta la emoción de haber atravesado junto a organizadores y elencos unas funciones maravillosas y, también, la sensación -mezcla adrenalina y mezcla melancolía- de que todo llega a su desenlace.

Como un gran libro de aventuras, esta edición del Festival de títeres para adultos nos ofreció una amplia y diversa programación, dentro de la cual fue posible que aparecieran niños, como en esta última. Es que los Chikuchis, para quienes los siguen a diario por la tele o internet, son unos chicos encantadores. Y me atrevo a hacer esta afirmación porque si bien tienen notables diferencias estéticas con los humanos infantes, todas sus actitudes, conductas y dichos son propias de los más pequeños.

Hace años que llegaron a Paka-Paka para quedarse, para transmitir sus genialidad y para que su creadora -o madre como la llaman ellos mismos- Silvina Reinaudi tenga la posibilidad de envejecer en edad pero no en personalidad ni actitud frente a la vida. Esta gran autora, dramaturga, docente y tantas otras cosas más; merece tener un reconocimiento por parte de este festival, del cual está orgullosa y eso se nota en sus ojos y sonrisa constante.

Claro que todos los adultos presentes nos sentimos pequeños y disfrutamos de una función -adaptada especialmente para nosotros-. Un capítulo relacionado con un ensayo general, dentro del que ocurren algunas peripecias como la de no encontrar el guión sobre el cual basarse. Es que “los Chikuchis somos así” (reafirman momento tras momento para justificar sus olvidos, malos comportamientos y chistes).

Si bien las escenas, conformadas como sketchs tuvieron su contenido infantil, los titiriteros se dieron el gusto de agregar algunos modismos y palabras del mundo de los grandes, dentro del que estuvo ausente el maltrato y violencia de estos tiempos. Estos encantadores títeres son fenomenales y podrían recordarnos a tantos de nuestra infancia -por su ingenuidad- como Carozo y Narizota, y, por que no a 31 minutos (procedente de Chile).

Recuerdo que durante la primera función del festival, estaba en la fila y adelante la tenía a Silvina. Me sorprendió, al instante, su rostro que expresaba alegría, festividad. Creyó conocerme pero le dije mi nombre y resultó que no. Allí le comenté que era fanática de sus personajes y me respondió que es un camino de ida.

Es tan noble esta frase aplicada a unos títeres que expresan energía, vitalidad y simpleza en cada acción.

Los Chikuchis4

Pasaron rápido los días y cada uno de ellos se convirtió en una experiencia diferente. No siempre se puede decir esto de un evento de esta magnitud ni de su elenco. En este caso se conjugan buenas personas con bellos espectáculos. ¿Qué más pedir?

Para la décima edición habrá que esperar al próximo año aunque, seguramente, Carolina Erlich y su equipo en breve pongan manos a la obra.

En lo que respecta a los Chikuchis, fue una función interesante y ágil, dentro de la que pudimos apreciar la actuación de los titiriteros -en escena-, además del detrás de retablo. Vestidos de negro, para dejar lucir a estos muñecos de diferentes colores y nombres; en pocos minutos se ganaron los corazones de todos los presentes. De quienes los vemos a menudo y de quienes apenas conocían algunas cualidades.

Las canciones se hicieron presentes durante las distintas secuencias y, cada número, se llevó sus respectivos aplausos. Este espectáculo tiene fines educativos y es un fiel ejemplo de cómo entretener enseñando. La educación formal está siendo cuestionada, por suerte, por muchas familias que deciden emprender otro camino, en el que sus hijos sean considerados. Existiendo programas, obras, canales y, sobre todo, personas que se unan con propósitos similares, tendremos un futuro muy luminoso en el que los niños serán creadores de intereses y no repetidores de lecciones.

¿Bañarse? Uno de los Chikuchis no tiene ganas y, sin embargo, sus amigos le hablan para convencerlo de que tiene que hacerlo. Pero, este rebelde no quiere ingresar en la ducha hasta que se da cuenta de lo linda que es el agua calentita en su cuerpo, acompañado por un patito amarillo.

Esas son las lecciones que los niños, a su ritmo, van comprendiendo y asimilando según sus gustos y preferencias. No se trata de ser tildado de hippie ni de utilizar adjetivos descalificativos por parte de quienes no comprenden otro modo de vida diferente al suyo. Los Chikuchis11Estos geniales Chikuchis son portadores de mensajes, de estilos, de frases y de canciones que incluyen bajadas de línea. Cada quien se quedará con una filosofía u otra. Lo más importante es ser coherente y dar el ejemplo como tal.

Un brindis cerró esta preciosa noche en que la vida de Reinaudi fue recreada por un video basado en los momentos más importantes de su carrera. Entre emoción y una copa, la foto no se hizo esperar. Hasta el 2015 prometieron sus organizadoras. Así será entonces. ¡Salud!

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Mariela Verónica Gagliardi

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El triunfo como identidad

Óscar1El deporte no podía estar ausente dentro de las diferentes secciones del 9no Festival de títeres para adultos. En general, el mismo, es menospreciado hasta el punto de ser considerado algo de menos nivel que la literatura, el arte, la danza, entre algunos de los más vistos.

Pero, el deporte -y más específicamente, el fútbol- forma parte del espectáculo. No es simplemente una pelota blanca y negra perseguida por veintidós jugadores. El fútbol es un evento que permite compartir sensaciones, pasiones, idolatrías, amor y odio, placer y un modo de canalizar energías.

Óscar (de y dirigida por Miguel ángel Vigna) es una obra de títeres de mesa -con música en vivo- en la que un arquero es la figura principal. La sala del Celcit, nuevamente, fue el escenario para que este personaje deportivo pueda lucirse. Él formó parte de uno esos equipos que marcaron historia. Es reconocido, pero su vida actual se encuentra en decaimiento. Como todo ídolo, tuvo su momento de popularidad para, luego, caer en una adicción que lo ayude a sentir que el tiempo no pasó.

La bebida alcohólica pasar a ser su aliada en este camino y la única que lo acompaña en sus momentos de soledad. Es así como, en un principio, podemos ver los momentos de gloria de Óscar y, con el paso del tiempo, la noche que lo embriaga hasta quitarle el control de su propia vida.

Esas charlas tan reales, a pesar de ser representadas por títeres, dotan a la obra de una profundidad inmensa. De la cima al subsulo, pasando desapercibido por todos menos por el dueño de un bar que lo sigue admirando e inclusive le pide poder patear un penal, mientras un borracho se duerme sobre la mesa olvidándose donde está.

Polémicas, recuerdos, añorando épocas pasadas en que se supone todo era mejor. Y, en verdad, siempre, en el presente suponemos que lo anterior fue mejor por el simple hecho de que ya olvidamos lo más importante y quedó la esencia. Por eso, este arquero tan carismático nos invita a replantearnos muchas cosas.

Mientras la bandera gigante en la tribuna reaviva al ídolo olvidado, una bandera es movida en escena por uno de los titiriteros y la sensación de estadio se recrea a la perfección. Estamos vivenciando un partido hasta que lo peor ocurre, una noticia inesperada o que, al menos, nadie quisiera asumir. La medalla, los triunfos, su sonrisa y cada anécdota lo imprimirán en pósters.

Como si se tratara de un documental autobiográfico, el artista está vivo aunque sus mejores momentos ya no. Narra y se emborracha, como queriendo no avanzar hacia un futuro tan poco prometedor. Así es la vida, con sus ciclos, con sus momentos buenos y malos, solo que quienes conocieron la gloria no podrán asumirlo. Solo la música podrá ir componiendo aquellas melodías que él indicaba en sus instantes de lucidez, intentando dirigir la canción que lo represente. Nada de eso fue posible. Las botellas vacías se lo impidieron y su cuerpo sin camiseta fue como un alma perdida.

Óscar ficha

Mariela Verónica Gagliardi

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Un mundo de sensaciones

Varieté1

Al ir a una varieté, sabemos que será imposible pasarla mal y aburrirnos. El abanico de estilos artísticos estará frente a nosotros y la decepción, en general, no tendrá lugar.

El 9no Festival de títeres para adultos, continúa con su programación y, después de haber visto todas las propuestas de días anteriores, mi corazón late ante esta Varieté titiritera -la cual será a la gorra y permitirá el ingreso de todos los fanáticos, seguidores y personas que no tienen la posibilidad de pagar una entrada con precio fijo-.

A las 21 horas, la cola comenzaba a formarse, los artistas a llegar, los vecinos a preguntar por el espectáculo y, las puertas de Pan y Arte a abrirse de a poco. Una noche maravillosa y fresquita, nos tocó esta vez como contexto. Quisiera decirles, para los que no pudieron venir, que la sala estuvo invadida de sonrisas tanto de adultos -en su mayoría- como de niños. Nuevamente parecía ser la apertura de aquel miércoles 19 de noviembre en que no cabía ni un alfiler más como espectador.

Con breves presentaciones pero más extensas que las de la presentación (además de contar con sketchs protagonizados por la carismática Carolina Erlich, donde la carcajada fue incesante por su desquiciado personaje), pudimos disfrutar de cuatro elencos muy diferentes. En primera instancia pudimos ver “Así es Mimí” (escrita, interpretada y dirigida por Vanina Gomez Zequeira), un performance en que la artista lució a su estética dama -la cual se debatía entre un sombrero u otro, escogiendo el adecuado ante una cita con su amado-. La voz depositada en el títere le dio una impronta súper femenina, estereotipando las típicas acciones que tenemos casi todas las mujeres ante el llamado de quien nos gusta y, todo lo sucesivo hasta la hora en que se producirá el acontecimiento. El vestido antiguo, con mucha cola, le permitió danzar diferentes canciones de acuerdo al sombrero que se iba probando -el cual estaba relacionado con la melodía reproducida-. Desde ya que la dulzura se impregnó en esa pequeña casa de muñeca con tocador, baúl e inclusive espejo.

Después de esta muestra continuó la noche con “Historia de amor en Humahuaca” (de Pandilla Varilla, interpretada por: Alfonso Álvarez y Magdalena Gamboa, dirigida por ésta última), una dramaturgia que combinó títeres con sombras. Diferentes filminas que daban cuenta de la ubicación geográfica e información de la obra, nos fueron contando detalles de un romance en el norte argentino. Como objetos se utilizaron globos, demostrando que no siempre hay que contar con demasiados recursos para poner manos a la obra. Los simpáticos personajes se fueron desarrollando, utilizando lenguaje adulto, ciertos códigos íntimos y, las sombras, para llevar adelante cada acontecimiento surgido.

Pero, cuando llegó el tercer número, las palmas parecieron sonar más y el ánimo festivo, contagiare por completo. Era el turno de Aquinomas (Uruguay), una puesta novedosa que tuvo como intérpretes a Tamara Couto y Rodrigo Abelenda (dirigidos por Rodrigo Abelenda y Adrián Giovinatti). Este dúo sorprendió y deleitó a todos. Se trató de dos objetos naranja fluorescentes (brillando en la oscuridad) que se fueron amalgamando, separando, uniendo y combinando -sincronizadamente- al compás de la música que sonaba. De repente se pudo notar la semejanza con el tradicional videojuego   , un niño recreado a la perfección que bailaba YMCA, un cuerpo amorfo montado sobre otro y todo tipo de transformación mostrada por estos titiriteros que nos dejó boquiabiertos y repletos de felicidad.

Por último, Guillermo Aguilar presentó su teatro de sombras llamado “Nada más asombroso”, utilizando sus manos y una cámara para reflejar diferentes formas, cantantes, animales y aves que se fueron desplazando por una tela blanca convertida en escenario. La unión de canciones le permitió al intérprete poder tener el timing de cada secuencia e hilar cada fragmento con el siguiente.

En cuanto a historias podría decirse que las dos primeras cumplieron con un hilo conductor, sin por esto desmerecer a las otras. Como sucedió en la apertura del festival, en este caso la conducción del espectáculo estuvo a cargo de Eli Valdez y, la programación a cargo de Carmen Kohan -quien días atrás nos impresionó con Secuencias de un anonimato-.

Fue una velada en que todos celebramos, aplaudimos y repetimos canciones infantiles como niños adultos.

Quién dijo que los grandes no tenemos lugar en el mundo de los títeres?

Por suerte, en esta edición del festival se está demostrando cómo se revierte la teoría y cómo, de a poco, quienes nunca incursionaron en este ambiente, ahora se están animando a hacerlo.

Sensaciones y más sensaciones nos invaden el corazón y cada día es una nueva aventura para vivenciar.

Varieté titiritera fichaMariela Verónica Gagliardi

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Sobre cómo convertir la oscuridad en luz

Negras inquietudes

“Negras inquietudes” (de la Compañía Negras inquietudes y dirigida por Marta Lantermo) es una obra de títeres y sombras que reúne a varios géneros y estilos. Por segunda vez me lanzo a la aventura de viajar por la ciencia ficción, el suspenso e inclusive por momentos de terror.

Sin tratarse del terror tradicional, lo psicológico juega un papel fundamental en la historia, una historia que tiene múltiples lecturas. Por un lado, se puede apreciar el arte creado por los intérpretes y su directora, sin analizar nada, simplemente captando sensaciones. Por otro lado, el conocimiento de cada espectador será el que oficie de hilo conductor entre la dramaturgia y el observador.

Teniendo en cuenta esta información, la dimensión que cobra “Negras inquietudes” es difícil de transmitir con palabras. Por suerte, éstas no son necesarias -por la cantidad de herramientas con las que se cuenta a la hora de narrar las diferentes secuencias de lo que, al menos para mí, es una película en vivo-.

Como decía anteriormente, es mi segunda experiencia delante de esta obra y las conclusiones a las que llego son diferentes en algunos puntos. Por ejemplo, la vez anterior pude estar inmersa en la historia ya que la llevaron a cabo como performance en una sala que permitía el desplazamiento del público. En cambio, en esta ocasión, el estilo romano fue el escogido por la disposición de la sala del Celcit.

Seguramente habrá gustos para una u otra opción aunque, lo bello, es que ambas dejan impregnadas sensaciones agradables en el corazón. Hoy se presentó dentro del marco del Festival de títeres para adultos y, por los comentarios que se escuchaban al finalizar la función, la aceptación fue globalizada, al igual que la gran convocatoria reflejada en las butacas totalmente ocupadas.

Una inquietud, un interrogante, un pensamiento esbozado en voz alta es lo que permite llevar adelante una puesta en escena tan completa, compleja y estética. Todo parte de una muñeca, que simboliza a su dueña y, a partir de allí, el mundo fantástico se apodera de nosotros. Dos historias complementarias se unen: la del mundo real y la del mundo ficticio. En una se podrá apreciar a la muñeca, títeres e historietas cobrando vida para contar cada acontecimiento, formando parte del mismo. Pero, en la otra, los humanos son los que continúan la trama de la historia. De esta manera, cada quien escogerá si unir ambos desarrollos o no.

Gracias a la falta de escenario tradicional, se podían ver los trucos, armado y desplazamientos de estos talentosos artistas que sorprenden de una manera tan grata, hasta brotar lágrimas de agradecimiento por tanto.

Son tantas las obras y espectáculos que existen en la cartelera de Buenos Aires que, difícilmente, se pueda decir qué es lo mejor. En esta oportunidad, la experiencia es imperdible.

Negras inquietudes1

Por tratarse de un espacio escénico más pequeño que el anterior, el suspenso fue más estremecedor y el montaje de cada secuencia pude sentirlo más fugaz.

La belleza de la muñeca transformada en mujer, las sombras que no muestran solo oscuridad sino complementos de la luz, los pasos que marcan el tiempo, la nostalgia representada en los ojos de Gabriela, el miedo que se intenta apoderar del más desprotegido que pretende provocar terror por las persecuciones, por los sonidos por todo lo que surge y desaparece -como si se tratara de lo blanco fundido en lo negro-.

La magia de este elenco es lo que le hace falta a esta vida que oscila entre la rutina y la desesperanza. Lo novedoso transitando cada espacio vacío, impregnando arte donde solo existe un huequito, utilizando la inteligencia y el cómo para transmitir, para dar la oportunidad de volar, de mirar, de apreciar lo artesanal de este trabajo que proyecta sombras en un vestido de papel y en telas blancas; demostrando que lo negro no es malo sino necesario para resaltar lo claro.

Negras inquietudes es un tesoro para archivar en el alma, no en un baúl de recuerdos. Negras inquietudes permite deleitarnos con Tim Burton, quizás sin que se lo hayan propuesto en el guión. Negras inquietudes es un proceso llevado a cabo por titiriteros que tienen muy en claro sus objetivos. Como espectadora aplaudo, lloro y mantengo una sonrisa de dicha. Mientras haya interrogantes habrá evolución así que celebro la valentía de este gran desafío hecho realidad.

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Mariela Verónica Gagliardi

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Un mismo cielo para compartir

In tenebris lumen

“In tenebris lumen” -traducida como «Una luz en las tinieblas»-, es una obra de teatro, unipersonal, escrita e interpretada por Adrien Vanneuville y dirigida por Ricardo Di Giovanni.

Esta pieza artística utiliza herramientas del género clownesco y un objeto convertido en niño. De esta manera, ambos, irán transitando un escenario en que la risa salvará y sanará cualquier herida bélica.

La escenografía es simplemente una placa -repleta de noticias de guerras- que Adrien irá rotando y moviendo de acuerdo a la acción que acontezca. A su vez, la iluminación cumple un rol primordial ya que hará énfasis en una escena u otra, en un momento u otro.

Al mejor estilo Roberto Benigni (en su creación de La vitta é bella), se utilizará a la risa para apaciguar cualquier tormenta, bombardeo y persecusión. Sin centrarse en un país o continente determinado, la dramaturgia pretende crear conciencia, uniéndonos como semejantes para solidarizarnos con quien más padece.

Cuando todo está en penumbras, se escuchan los peores ruidos, esos que te estremecen la piel -erizándotela por completo- y, la presencia de la dictadura o de cualquier guerra, hace su aparición.

En un momento, este hombre abre su maleta y encuentra a su futuro amigo. Él puede ser perfectamente su amigo o hijo o niño abandonado. Lo certero es que está en su valija como pertenencia. Muy lindos momentos pasarán juntos, evadiendo la triste realidad y pretendiendo crear una atmósfera más feliz. Entre ellos lograrán un lazo muy estrecho pero ni siquiera sus narices rojas evitarán el dolor y la sangre derramada por los destructores de la paz.

A diferencia de Benigni, Adrien no solo entretendrá a su pequeño sino que encarnará un personaje que le dará alegría a sí mismo.

El llanto no aparecerá en la historia ya que estará ocupado por cosas más importantes que el lamentarse precipitadamente. Y, con respecto, al lenguaje utilizado para narrar, el artista dialogará con uno inventado donde no se podrá comprender su significado sino la intencionalidad del mismo. Esta elección le otorgará a “In tenebris lumen” una atmósfera más dramática y conmovedora.

Si hubiera escogido hablar, como tantas veces se hace, no habría una instancia de interrogantes sino información y más información para asimilar y guardar.

Lo destacable es lo poco que precisa Vanneuville para lucirse en escena, para enternecernos y para dejar su semilla que, seguramente, abrió más de un corazón dormido.

Sin ir al extremo de lo que es una guerra, se puede pensar en cualquier situación cotidiana donde no haya armonía, donde los niños sean víctimas y tengan que crecer rodeados de violencia y maldad. A veces, observando lo que pasa afuera o en un conflicto internacional, nos olvidamos de mirar lo que sucede al lado. La proximidad es lo que dificulta la evolución humana ya que siempre encontraremos algo peor a lo que vivimos.

In tenebris lumen3Este llamado a la reflexión por parte de actor y director, crean un espacio para pensar y hacer. Lo que ocurre, muy a menudo en estos tiempos, es que la oratoria se convierte en la mejor amiga de los cobardes, de aquellos que eligen hablar en vez de accionar, que prefieren quejarse y criticar en lugar de dar el ejemplo.

Cuando todo parece perdido, esa luz que tanto anhelaba, se enciende; permitiendo que ocurra un milagro no sin antes hacernos sufrir y elucubrar teorías al respecto.

El suspenso estará presente en momentos específicos de la obra, siendo la comedia lo más sobresaliente. Cada mirada entre estos personajes nos elevarán, nos darán esperanzas, amor y un vínculo estrecho con quienes amamos.

Mientras los efectos sonoros ambientan determinadas escenas, el actor se luce con sonidos propios que recrean cada juego y situación.

¿Qué sentirá un hombre al perder a su hijo? ¿Los padres cuidan a sus hijos como se lo merecen? ¿Cuál es la responsabilidad que deben tener unos sobre otros? ¿Cualquiera puede ser padre?

Niños muertos, abandonados, desnutridos, desahuciados, tristes, tirados, olvidados…

Los pequeños merecen amor y adultos responsables. Los pequeños merecen.

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Mariela Verónica Gagliardi

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Si no puedes con tu enemigo

Manifonías

Mariano Cossa interpreta a un músico concertista que intentará tocar unas piezas clásicas, las cuales serán, recurrentemente, interrumpidas por unos simpáticos títeres de varilla.

Este espectáculo infantil se presentó dentro del Festival de títeres para adultos y, el público, se apasionó con las melodías en tempo di allegro.

Mientras los pelos revoltosos del músico se despeinaban, más de la cuenta, por el momento tenso que atravesaba, sus nuevos amiguitos lo invitaban a formar parte de una entretenida misión.

Realmente, es interesante “Manifonías” (de la Compañía Buenos Aires Títeres, dirigida por Néstor Caniglia) para melómanos y para personas que no tienen demasiado vínculo con la música clásica, convirtiéndose durante una hora en fieles conocedores de la temática.

Si bien ya había visto la obra en el verano, noté algunas diferencias entre ambas funciones. Notablemente, la primera vez los niños eran mayoría y, en esta ocasión, los adultos invadieron -lógicamente- la sala del Celcit.

Con respecto al intérprete humano, es muy gracioso, motivador y empático su personaje; logrando interesar a los espectadores y elaborando diferentes expresiones en su rostro y cuerpo que provocaban risas constantes.

Por el lado de los títeres, tanto Sandra Antman como Mario Luis Marino, desarrollaron una estupenda performance con dichos objetos que se paseaban por delante y detrás del pobre músico.

Una vez que lograron enloquecerlo y sacarlo de las casillas, se unieron y lanzaron a la aventura. De ahí en más, ambas partes se necesitaron para resolver la misión que no tendría sentido develar.

Manifonías1

El escenario -recreado bien al estilo de teatro tradicional con telones- tendrá al artista que, entre partitura y partitura, le irán ocurriendo diferentes peripecias -como ver convertidas éstas en un barco de papel-. Todos las secuencias tendrán su encanto e intervención por parte de los adorables títeres, los que simbolizarán a las almas infantes.

Un muñequito amarillo se desplazará, en primera instancia, por lo bajo, intentando pasar algo desapercibido, para luego irrumpir durante el concierto.

Llevará consigo una pequeña escalera. Aparecerá y desaparecerá tantas veces que nos descostillará de la risa por cada movimiento.

Algo a tener en cuenta y resaltar es que la obra no se vale de la palabra, utilizando gestos, sonidos y la música en vivo tocada con una guitarra acústica.

Nunca fue tan divertido pescar ya que no se trataba de peces sino de objetos impensados por el público, un público que por una noche se dio el gusto de reír como criatura y disfrutar.

Esta obra demuestra cómo es mucho más lindo nutrirse del “otro” antes que dejarlo de lado o pelear por destruirlo.

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Mariela Verónica Gagliardi

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La verdad tras el velo

Secuencias de un anonimato

“Secuencias de un anonimato” (de y dirigida por Carmen Kohan) fue la obra elegida para abrir el Festival de títeres para adultos, el cual se presenta por noveno año consecutivo. Esta pieza teatral de máscaras y objetos se representó en la sala del Teatro Celcit.

El título, ya de por sí muy llamativo, nos remite a temas profundos -imposibles de no vincular con política e ideología-.

La identidad es tan importante como la existencia misma. Saber quiénes somos y vincularnos con los demás como tales, sin que nos inventen un personaje a seguir según el antojo del creador.

De esto se trata esta pieza teatral que, sutilmente, nos va llevando por sitios no convencionales, a modo de escenas, transmitiendo dolor, angustia y pesar. No existe demasiado lugar para reírse ya que no se trata de humor sino de replantearse la propia esencia, buscando y buscando hasta llegar a la raíz.

Llama la atención el escenario, del que cuelgan muchas telas coloridas. Pero, esos colores son la antítesis de los diálogos que vendrán a continuación. Dos mujeres son privadas de su libertad y llevadas a la esclavitud. Ellas no pueden mostrar su rostro y deben utilizar unas máscaras blancas sin expresiones. La rigidez representada en el plástico no es lo sienten sus corazones, los cuales lloran sin mostrar lágrimas.

Cada secuencia va increscendo, alcanzando el sentimiento más desgarrador y teniendo esa delicadeza al afrontar ciertas temáticas como para no incomodar a nadie.

Como si se tratara de seres totalmente reemplazables, van cumpliendo una rutina que siempre es la misma. Basada en sembrar en determinado tiempo unas semillas para luego darle de comer a su jefa. Esta persona no solo no tiene bondad sino que su inescrupulosidad la lleva a cometer cualquier tipo de delito o acción con tal de lograr su objetivo.

Las prisioneras, llamadas por letras del alfabeto griego, están ahí, sentadas, paradas o acostadas -según se les ordene-. Ellas no tienen poder de decisión al parecer y cualquier tipo de revelación tendrá sus tristes consecuencias.

Durante la historia se podrá disfrutar de una función artesanal, con proyecciones de guías positivas que fusionan texturas diversas con las representaciones en el escenario. Así se va conformando una especie de film en vivo en el que, inclusive, se plasman sombras de los espectadores. La música, las interpretaciones de estas maravillosas actrices, el canto de una de ellas y el tic tac, constante; permiten que el mensaje de esta dramaturgia sea una mezcla entre ferozmente real.

Entre los agujeritos de las máscaras se podía llegar a vislumbrar la tristeza de sus ojos, las lágrimas secadas con paños festivos, los objetos represores con extremidades cada vez más largas que abrazaban hasta ahorcar a sus víctimas. Una habitación en penumbras que las alojaba. Ese lugar que lejos de darles descanso, las asfixiaba.

Torturadoras y torturadas, poder sobre debilidad, autoridad por sobre necesidad.

Secuencias de un anonimato1

“Secuencias de un anonimato” demuestra cómo la rigidez no tiene sentido y cómo la pobreza convive con la humanidad, reuniéndose hasta en la muerte, compartiendo rituales, amor y todo tipo de sentimiento agradable para sobrevivir hasta en la próxima vida.

Las sin identidad, la tienen. Las sin nombre real, lo tienen. Las enmascaradas tienen rostros de mujeres aunque deben ser desprovistas de éstos para que la manipulación de las otras sea más sencilla y eficaz.

Luego de saciar su apetito, de comerse hasta la identidad de sus “sirvientas”, sienten poder. Pero es un poder vacío, irreal, desprovisto de virtud.

Por detrás de una tela color piel, transcurre toda la locura y voracidad de estas fieras que desean deglutir todo. Una vez conseguido esto, no tendrá más sentido nada.

Obedecer o castigar. Decir basta y pagar las consecuencias. Obedecer y permanecer, sin saber por qué ni para qué. Respirar y seguir. Escapar y arriesgar-se.

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Mariela Verónica Gagliardi

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Una fiesta titiritera

logo2014

Después de una tarde agobiante de calor en que cuesta caminar de la pesadez y de la típica humedad que caracteriza a nuestra hermosa Buenos Aires, fui a hacer la fila para ingresar a la apertura del noveno Festival de títeres para adultos. La cita fue en Pan y Arte, un lugar muy cálido y acogedor, ideal para un evento de este estilo.

Luego de aguardar un ratito en la calle, ingresamos a la sala más grande del lugar y se pudo disfrutar de breves fragmentos sobre algunas obras ya conocidas por todos. Ellas fueron: Efímero cine (de la compañía La poderosa máquina), Música maestro (del Grupo Kukla) y Síndrome de Eureka. Cabe aclarar que entre una y otra puesta en escena, Ana Carolina realizó unas intervenciones de stand up para amenizar la espera.

Con respecto a las tres exposiciones, la más extensa fue la de Efímero cine así que me centraré en ella para contarles algunos detalles que hacen a la cuestión. Estas talentosas artistas utilizaron un juego de parque jurásico con todos los dinosaurios, cámaras digitales, diferentes elementos como agua y fuego, y una pantalla para proyectar -al mejor estilo cinematográfico- cada escena en que transcurría la historia de amor oriental. Si bien en tan pocos minutos no es posibles conocer la total dimensión de la puesta en escena, me pareció muy interesante la síntesis que hicieron para transmitir una obra extensa en pocos minutos.

Mientras una de las intérpretes sostenía a su bebé en un fular rojo, otra narraba el contexto de la dramaturgia y, la tercera, ponía manos a la obra para expresar con distintos recursos el amor de esta pareja que convierte su romance en una futura familia.

Cada detalle da una precisión tan exacta como real sobre lo que se siente al amar tanto a otro. Una carta que se prende fuego, que se consume de a poco, una lluvia incesante con pequeñas gotas que se impregnan en el papel y la música que acompaña cada acercamiento y alejamiento tan normal entre dos personas.

Para el cierre, tuvimos el agrado de escuchar al músico y cantautor uruguayo, Martín Buscaglia, quien no solo interpretó varias canciones sino que ofició de relator de su propia vida, contó anécdotas y convirtió al acto inaugural en una verdadera fiesta en que muchas de las chicas no paraban de deleitarse y tomarle fotografías, a la vez que cantar junto a él cada una de sus letras.

Su proximidad y buena onda convirtieron la noche en una comunión donde la guitarra fue su fiel compañera. Siempre habrá letras más pegadizas que otras o que nos conecten con algún recuerdo o vivencia. En este caso, tres canciones me impactaron por su filosofía y profundidad: Hay tanta música, toda una vida para aprender (Mil cosas), Qué importa saber quién soy ni de dónde vengo ni hacia dónde voy (Vagabundo), Es que todos somos raros. Todos somos todos, todo por un rato (Todos somos raros).

Resultó ser una experiencia totalmente renovadora y el calor se convirtió en un frescor, el sudor caliente en frío y nos convertimos en su coro cuando Buscaglia lo precisó.

Altas horas, El sol, fragmentos de canciones de bossanova y Kamasutra; fueron otras de las interpretadas por este músico que con sus ojos color cielo nos demostró que la vida es nuestra, que debemos hacerla de goma y a nuestro antojo.

Para “El candombe de Marte”, dejó su instrumento de lado y tomó su botellita de plástico de agua. Con ella, como percusión, continuó las estrofas que decían: sé que voy a amarte, amarte tanto que voy a marte, que si te vas lejos yo voy a encontrarte.

Mariela Verónica Gagliardi

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