*** ABRIL 2024 ***

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«Emilia», de Claudio Tolcachir en Mar del Plata

EmiliaEmilia, una mujer mayor, reencuentra a Walter a quien crió y nos cuenta, desde un lugar «donde nadie quiere estar» el día de una desordenada mudanza de él, su pareja y su hijo adolescente. Todo ocurre en dos «no» lugares de donde Emilia entra y sale temporalmente. En este marco vemos el equívoco de los vínculos, la necesidad de amor/desamor, la diversidad de conductas engañosas y perversas que llevan a un desenlace imprevisto. la obra no juzga ni presume ninguna certeza, sólo, como el arte, pregunta desde otro lugar, quizás el de la poesía o de la locura.

Autoría: Claudio Tolcachir

Actúan: Rosie Álvarez, Martín Cittadino, Cecilia Dondero, Leandro González, Pablo Milei

Dirección: Enrique Baygol

Duración: 80 minutos

Clasificaciones: Teatro, Adultos

CUATRO ELEMENTOS

Alberti 2746 (mapa)

Mar del Plata – Buenos Aires – Argentina

Teléfonos: 0223-4953479

Web: http://www.espaciocuatroelementos.com

Jueves – 22:00 hs – Hasta el 28/02/2019

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La chica del adiós, en Ramos Mejía

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DOMINGO 18 DE SEPTIEMBRE -20.30HS

TEATRO DON BOSCO – Av. De Mayo 1902

Plateas desde $400

Diego Peretti y Paola Krum protagonizarán «La Chica del Adiós» – El elenco se completa con la participación de Gipsy Bonafina y Lucía Palacios.

Los actores, dirigidos por Claudio Tolcachir, harán la remake argentina de la obra de Neil Simon. Esta versión estará a cargo de Fernando Masllorens y Federico González del Pino y bajo producción general de Adrián Suar; Pablo Kompel y Nacho Laviaguerre.

SINOPSIS

Paula (Paola Krum) es una bailarina de casi ya 40 años que vive con su hija Lucía de 13 y Tony, su novio casado y actor. Pero un día el bueno para nada de Tony las deja imprevistamente, partiendo a cumplir el sueño de actuar en una película extranjera. Pero antes de desaparecer – y sin conocimiento de Paula ni de la nena–se las ingenia para dejar sub alquilado el departamento a su amigo Rodolfo (Diego Peretti), quien llega a la ciudad para interpretar el rol de su vida en una producción independiente de “Ricardo III” de Shakespeare. Rodolfo no sólo es un actor sino también un neurótico de manual; practicante de diversas disciplinas metafísicas, vegano y ermitaño.

Estamos entonces en la mitad de la madrugada, llueve a cántaros y Rodo se apersona a tomar posesión de su nuevo departamento, descubriendo para su sorpresa que el inventario incluye a dos inquilinas inesperadas. ¡Estas no son buenas noticias ni para un actor inseguro ni para una mujer segura de descreer de todo hombre! Pero a nuestras medias naranjas no les quedará más remedio que tratar de convivir… ¿Lo lograran?

LA CHICA DEL ADIOS es -en síntesis – una historia de amor entre dos seres supuestamente antagónicos que primero les cuesta encontrarse…y luego separarse. Basada en la película de culto nominada al Oscar.

La omisión de la familia Coleman de Claudio Tolcachir  continúa con funciones en Paseo la Plaza

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La omisión de la familia Coleman escrita y dirigida por Claudio Tolcachir se presenta en la sala Pablo Neruda del Paseo la Plaza los viernes y domingos, en el marco de los festejos de laduodécima temporada de actividad teatral ininterrumpida. Al día de la fecha, la obra éxito del off, que es aplaudida por los más diversos públicos, cuenta con la realización de 1724 funciones, fue vista por más de  246.080 espectadores, lleva realizadas 305funciones en el extranjero y participó en 50 festivales internacionales visitando 22 países.

Sinopsis: Una familia viviendo al límite de la disolución, una disolución evidente pero secreta; conviviendo en una casa que los contiene y los encierra, construyendo espacios personales dentro de los espacios compartidos, cada vez más complejos de conciliar. Una convivencia imposible transitada desde el absurdo devenir de lo cotidiano, donde lo violento se instala como natural y lo patético se ignora por compartido.

Ficha artístico-técnica: Actúan: Cristina Maresca (Abuela), Miriam Odorico (Memé), Inda Lavalle (Verónica), Fernando Sala (Marito), Tamara Kiper (Gabi), Diego Faturos (Damián), Gonzalo Ruiz (Hernán), Jorge Castaño (Médico)

Libro y dirección: Claudio Tolcachir

Viernes 22.15 h | Domingos 21.45 h |  Paseo La Plaza | Sala Pablo Neruda | Corrientes 1660

Entradas desde $400 a través de Plateanet

Facebook: La omisión de la familia Coleman – Oficial

Hasta el 28 de agosto

 

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Negar la realidad no la vuelve diferente

Tribus

Los argumentos sobre conflictos familiares suelen tener bastante protagonismo en las dramaturgias teatrales, así como la manera en que se resuelven dichos problemas en tono de comedia dramática.

En este caso, Tribus (escrita por Nina Raine y dirigida por Claudio Tolcachir) expone a una familia tradicional, pero con cuestiones pasadas que realmente no han quedado en el pasado. Como si hubieran pretendido olvidar las voces que pedían auxilio o las problemáticas de ciertos miembros de la familia o, aún más profundo, el poder de unos sobre otros, los mandatos que se repiten, se internalizan y continúan sin siquiera replantearse su eficacia.

Dentro de esta casa se pueden observar muchos libros y espacio para moverse, trasladarse y debatir acerca de quién es cada uno.

Tribus que admiran a oriente u occidente, que pretenden copiar culturas totalmente opuestas, y adaptar modelos a personas sin debatir acerca de su lugar en el mundo.

Lo que más llama la atención es la ceguera y sordera para asimilar lo que le ocurre al “otro”, la necesidad y simpleza con que la mayoría prosigue su rutina evadiendo el dolor ajeno.

Podrá hablarse mucho de integración, de discapacidades, de capacidades diferentes y de inclusión; olvidando que cada uno es diferente y cada uno tiene propósitos determinados, siendo en general el más frecuente: la felicidad.

Disimular un problema no lo hace disolver, sino que en algún momento se convierte en un fantasma demasiado poderoso como para combatirlo sin secuelas. Un joven que es sordo y que es tratado como si no lo fuera es la mayor evidencia de la problemática que sufre esta familia, de todo lo que pretenden esconder sin importar cuan sometida se pueda sentir la víctima.

La frase tan famosa que dice “hicimos lo mejor” se torna fundamental para el argumento de la obra, y el roce entre uno y otro resulta ser el modo que encuentran de que todo explote y pueda tomar el rumbo más adecuado y sano.

En verdad, existe un desgaste de hace tiempo al que se someten, incansablemente, sin siempre darse cuenta de ello. El factor que hace detonar la situación reinante es la aparición de un tercero que inculcara otra mirada respecto de la vida.

Tribus, clanes, estilos, formas, similitudes, modelos a seguir; terminan siendo sinónimos en algún punto.

El elenco es muy bueno y talentoso, consiguiendo interpretar personajes encantadores con los que podremos identificarnos como público. En cuanto al argumento, no resulta novedoso aunque si se vuelve atractivo el recurso del lenguaje sordomudo que va ganando territorio en la historia. Cuando esto ocurre, cada persona y situación se va acomodando sin tener que discutir demasiado -con en ciertas oportunidades- pero si buscando explicaciones y respuestas para saber que hicieron mal.

Respecto de la palabra, esta se vuelve obsoleta y demuestra que para comunicarse, simplemente, hay que tener ganas de abrirse, de conocer, de aceptar y no siempre contrariar egoístamente.

Como quien aprende de pequeño a hablar, a establecer vínculos, a perseguir sus sueños y a luchar por lo que se quiere; así es la pieza artística. Un espacio por el que desfilan resentimientos, encuentros y desencuentros, rencores, broncas, culpas no sanadas, rutinas escalofriantes y la oportunidad de cambiar cuando se tiene un rumbo.

Mientras se desarrolla la obra, el recuento de votos se está realizando entre los dos candidatos a Presidente de la Nación. Dos tribus se enfrentarán, dos ideologías completamente diferentes se harán sonar y cada segmento apoyara a quien más lo represente. Como una familia de millones de habitantes que nacen, mueren, renacen y se diluyen, como la ambición que no siempre triunfa. Porque ganar no siempre significa tener la razón y el triunfo quizás venga tanto en la dramaturgia como en el resultado electoral, de las convicciones, de la fuerza que tiene cada individuo y la perseverancia -desde el amor- para alcanzar objetivos que puedan hacer evolucionar y no aniquilar por “perder”.

Mariela Verónica Gagliardi

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El magnetismo de la vida

Dínamo

Dínamo (escrita y por Claudio Tolcachir, Melisa Hermida y Lautaro Perotti) es una obra de teatro en la que lo relevante no es el discurso sino la intencionalidad y actitud. Donde la acción vale más que la palabra y el pesado pesa más que el presente pero no que el futuro.

Sin haber leído absolutamente ninguna reseña sobre la dramaturgia y teniendo solo el conocimiento de la foto promocional que grafica una casa rodante; dejé que el factor sorpresa realmente cumpla con su magia. Así fue, así quise que sea y lo cierto es que tres mujeres que describen generaciones distintas y mundos opuestos, pueden plasmar cuan importante se vuelve la vida en materia de solidaridad.

Dínamo evoca sensaciones, nostalgias, olvidos, penas, corazones rotos y un aire pesado que consigue tomar un rumbo más fresco.

Al comenzar la historia se vino a mi mente la película Little Miss Sunshine (de Jonathan Dayton y Valerie Faris) en que una familia atraviesa momentos y situaciones lindas, conflictivas, angustiantes y cotidianas viajando en un motorhome. Si bien existen muchas diferencias entre la obra y el film, el lugar en que transcurren las acciones permite que los personajes deban afrontar todo de una u otra manera. La convivencia hace que los roces afloren aún más, que el conocimiento sea más real y que la vida sea vista de otro modo. Una casa rodante que sigue un recorrido y, en este caso, una casa rodante que está anclada en un sitio del que no se conocen sus alrededores.

La muerte está presente en ambas historias pero de distinta manera, para que los presentes puedan tomar conciencia de quiénes son, qué pretenden y a dónde van en verdad.

Comunicarse hablando el mismo idioma aunque sin entenderse por no querer esforzarse en lo más mínimo por ponerse en el lugar del otro. Cuántos vínculos se rompen por no hablar a tiempo o por no comunicar realmente lo que se siente y pretende.

En la presente pieza artística lo más conmovedor es que existe una convergencia de lenguas en que el sentido cobra un valor imprescindible y la gesticulización resulta ser el hilo conductor entre estas tres mujeres que tan poco tienen en común y, sin embargo, pueden comprender que pueden identificarse a través de la soledad y la falta de propósitos.

Marta Lubos, Daniela Pal y Paula Ransenberg -junto al músico guitarrista Joaquín Segade-; transitan unos días inolvidables. Podrían ser meses o años pero, al menos nosotros como espectadores, vemos que las jornadas empiezan y terminan como un cuento real y palpable.

Lo que una necesita a la otra le sobra, lo que una no comprende a la otra se le hace sencillo, lo que una no acepta la otra lo asimila a la perfección. Una le sirve de inspiración a la otra y este engranaje podría poner en marcha el vehículo a través de una canción rockera o una transmisión por internet.

Según el diccionario de la Real Academia Española, el término dínamo se refiere a una máquina destinada a transformar la energía mecánica en energía eléctrica, por inducción electromagnética, debida a la rotación de cuerpos conductores en un cuerpo magnético.

Una tía muy particular, que fue una pop star y pretende no olvidar su esencia, recibe a una sobrina también atípica que tiene unos cuantos problemas pasados por resolver. A su vez, una mujer de otro continente y que habla otro idioma incomprensible para ellas, se integra a su modo. Como si se tratara de una hoguera en la que deben ser quemados los conflictos no resueltos, ellas los encienden cada vez más, los reviven y en un momento deben decidir si avanzar hacia un futuro diferente y más agradable o regocijarse en el dolor y la pérdida.

El guitarrista toca melodías sinsentido hasta hallar aquella que contextualizará la trama de Dínamo. De un ruido, consigue componer la banda sonora para estas mujeres sufridas aunque no entregadas al abismo. Realmente la fusión entre música e historia le da un plus a la obra al igual que la adrenalina representada en los cuerpos que se mueven al compás de los sonidos. No existe coreografía en sentido de baile pero sí una performance como la interpretada por Ransenberg en el vehículo, a través del mobiliario y mientras juega a aparecer por donde se le antoje para no ser percibida.

La alucinación se torna realidad y lo no tenido en cuenta, propósito. ¿Ver vivos a los muertos o confundir la vida con la muerte?

Una de ellas precisa saber la verdad de lo ocurrido cuando era niña. La no certeza de un hecho no le permite ser ni respirar su propio aire. Su nueva familia encontrada, le dirá algo determinado y -sin importar su veracidad- ella se siente plena. Otra de ellas añorará lo que no pudo tener y la otra vivirá como adolescente en medio del caos y la incertidumbre.

La tía se pregunta: «¿Y ahora qué? ¿Estoy, no estoy?« Parece no ser tan trascendente su cuestionamiento. Al fin de cuentas importa más qué quieren que sus cuestionamientos filosóficos.

Nutrirse del grupo que formar de casualidad o tal vez con la causa de sentirse parte de un mundo que las dejó al margen.

Dramaturgia y dirección: Claudio Tolcachir, Melisa Hermida y Lautaro Perotti. Elenco: Marta Lubos, Daniela Pal y Paula Ransenberg. Guitarrista: Joaquín Segade. Teatro Timbre 4. Funciones: viernes y sábados 21 y 23 hs.Fotografía crédito: Sebastián Arpesella.

Mariela Verónica Gagliardi

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Mujer loba

El viento en un violín1

Diferentes estilos de familias son propuestas y establecidas, por diferentes circunstancias, a la vez que historias sencillas con un trasfondo social movilizante.

El amor y la homosexualidad se unen pero para dar pie a la vida. Mujeres que se aman y buscan ser madres, indagando cómo lograrlo, soñando despiertas con ese momento, animándose a llevar adelante un plan del que no podrán arrepentirse jamás -por más que lo piensen-, intentando derribar esas barreras que no conducen a bellos lugares sino todo lo contrario.

Como si se tratara de un capricho, sus corazones se adueñarán de la doble maternidad, sorteando obstáculos y consiguiendo derribar hasta al peor diagnóstico.

Fuera de esto, las historias que se desarrollan paralelamente pasan a ocupar lugares muy secundarios. Todos los actores están en escena pero las secuencias se desarrollan según el desenvolvimiento del eje principal.

La iluminación enfoca a quienes deban continuar el relato, consiguiendo que la comedia oscile entre risas y desgracias.

«El viento en un violín» nos lleva por esas melodías románticas implantando doctrinas violentas y justificando lo más temido.

El violín como instrumento de cuerdas y de viento, como objeto sorpresivo. Paradójicamente, solo se escuchan notas graves al principio y fin de la dramaturgia, logrando plasmar lo más feroz a partir de otras acciones notables y concisas, fuertes y dramáticas.

Lo absurdo se apodera de todo con tal de evitar sufrimientos, dejando en evidencia la sobreprotección -rasgo que predomina en todos los personajes menos en el portavoz del raciocinio-.

El psicológico, a la espera de un paciente imposible de ayudar, la corrupción esbozada dentro de los lazos más íntimos; la verdad tapada, reinventada y gritada a los cuatro vientos-.

Aire en movimiento en busca de renovación, vientos de cambios, camas deshechas, desorden visible y modos de vida un tanto escalofriantes.

Análisis desafortunados, intereses desmedidos, dolores irremediables y un sinfín de situaciones que se reiteran durante la obra como foco social ya que son ejemplos reales y tangibles. Una sociedad que juzga y evita al diferente, sometiéndolo a torturas psicológicas desmedidas.

La maternidad sin necesidad de un padre pero considerándolo. La muerte ignorada. El amor que arrasa con todas las estructuras, inoportunando al ser más egoísta y manipulador. La psicología ansiosa de implantar sabidurías de libros en que se considera la igualdad como parámetro básico para encasillar y orientar.

¿Qué lugar ocupa el diferente?

La democracia como un tipo de gobierno ineficaz en que la mayoría puede avanzar en sus intereses mientras la minoría queda mirando sin saber qué hacer. La libertad de quienes aman demasiado ante cualquier adversidad, conociendo sus limitaciones pero evadiéndolas por completo.

Y con respecto a figuras maternas se logran conocer varios estilos, dejando en evidencia cuál es el mejor modelo -al menos para esta historia-.

Madres que acompañan, madres que agobian, madres que eligen por sus hijos imponiéndose y simulando ocupar un lugar que no les corresponde.

Claudio Tolcachir consigue aunar risas y llantos, otorgándole a la mujer un poder merecido, un respeto pretendido y la luz para alumbrar nuevas vidas.

Quien sea judío seguramente reirá a carcajadas por los estereotipos creados en escena. Las raíces originarán diferentes sonidos que vociferarán crueldades, necesidades y modos de ver la vida.

Con silueta femenina, sonando en su nota más grave, las adversidades se harán notar, la oscuridad aparecer y los pasatiempos distraer a quienes más desean algo con la fuerza del corazón. Y eso significa «El viento en un violín»: que las mujeres tengamos la posibilidad de gritarle al universo lo que queremos y lograrlo en algún momento. Que la ferocidad, esa loba que todas tenemos dentro, pueda imponerse ante cualquier obstáculo sin perder de vista el objetivo.

El amor, finalmente, triunfa, enseñándonos que la violencia no es el único camino posible y que, de hecho, su utilización puede traer consigo consecuencias no esperadas.

Después de reír -como si se tratara de una comedia divertida-, la trama cambia su expresión para dar lugar al fundamento de la obra: esa lucha íntima, minoritaria y aún no atendida por quienes aman de una manera no convencional.

El viento en un violín ficha

Mariela Verónica Gagliardi

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Un monstruo que devora al más débil

Emilia1

En medio de una familia totalmente destrozada y agotada de tanto intento frustrado, resurge una de las mujeres más déspota e hiriente metiendo el dedo en la llaga donde más duele. Su nombre es “Emilia” (de y dirigida por Claudio Tolcachir).

Ella (Elena Boggan), una anciana mujer pero con garras de joven violenta, narra su pasado donde dice haber disfrutado de vuestra compañía. Entrometida al máximo, con un estilo de suegra -sin serlo-, de madre, de amante y de mucama; se va encargando de recuperar un lugar que tuvo antaño.

Walter (Carlos Portalupi), su hijo adoptado de la vida, la encuentra en la calle e invita a conocer su nueva casa. Claro que jamás imaginó que de esa simple charla se dirían las atrocidades más grandes y cada miembro de la familia mostraría su verdadero rostro.

Esta obra dramática no es una historia inventada sino una narración que nos recorre de principio a fin. Quizás, alguno Emilia3pueda identificarse con la situación reinante o, tal vez, conozca a alguien que pasa o pasó por algo similar. Estremece, da escalofríos -claro está- ya que el elenco de actores es excelente y logra hacernos sentir cada sensación relatada por Tolcachir. Pero, la angustia es inevitable. No hay nada por hacer y nosotros seremos meros espectadores de un desenlace terrible, el cual no puede imaginarse al comenzar “Emilia”.

Me parece interesantísima la manera de colocar un paralelismo entre el pasado y presente, donde el foco está puesto en esta humilde viejita, desorientándonos por completo y logrando que atravesemos -junto a ella- su visión de la historia. Su relato pasa a ser el predominante, olvidándonos que existe un argumento más amplio que apunta a un lado que aún no conocemos. Más tarde, sabremos por parte de los demás personajes, otras verdades que nos permitirán conformar una historia completa de la cual podremos: juzgar, acusar con el dedo o simplemente callar para reflexionar.

“Emilia” no queda abierta, sino cerrada, como muestra estar entre las rejas. Dicho encierro le otorga la culpa, una culpa tenaz que la va humillando en silencio, de a poco, sin que logre tener el valor de asumirlo. Esa es ella. Esa mujer que luchó por educar a un hombre que no había salido de su vientre pero que, sin embargo, sintió como tal. Se puede Foto prensa 1odiarla aunque ella con esa mirada y ojos cansados logrará conmover a cualquier puritano de su maldad. Como dicen muchos: a veces no importa lo que se diga sino cómo se diga. Este es el caso de la situación: Emilia vocifera lo peor, pero dicho con un tono realmente convincente. Ella, manipula, todo. Va sorteando obstáculos, dando lástima. Todos logran amarla y detestarla a la vez. Es que son almas perdidas en busca de un sentido y ella es esa brújula “con experiencia” que consideran logre orientarlos. Pero la vejez no siempre es sinónimo de sabiduría.

El pobre chico (Francisco Lumerman) es la única víctima que oscila entre la idiotez y la inmadurez para no caer al precipicio que tanto teme. Es el único inteligente de la familia -compuesta por su madre (Adriana Ferrer) y su pareja, si se quiere decir Walter, que intenta convencer de lo conveniente. Pero nadie lo escucha. Lo relegan y tratan de la peor manera como si fuera una lacra. El pobre hace lo imposible por salir de la realidad que lo invade -en plena adolescencia-, mientras toca su xilofón sin saber siquiera las notas. Cada sonido será un paso más que avance Emilia y cada silencio un suspenso de lo terrorífico que esté por ocurrir.

La casa nueva, conformada por un cuadrado -repleto de mantas cuadras y de diversos colores- incluirán a estos seres desposeídos de bondades. En un costado estará sentado durante casi toda la obra, un hombre (Gabo Correa), tildado de querer destruir lo que no existe. En algún momento ingresará para compartir con ellos su panorama y será echado a la fuerza. Él es diferente, como su hijo. Ambos son indefensos.

Emilia educó a un monstruo, el mismo que destruirá sin piedad.

Emilia2

 

ficha artístico-técnica Emilia

Mariela Verónica Gagliardi

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Promo para «La omisión de la familia Coleman»

 

Ficha técnico artística

Libro: Claudio Tolcachir / Actúan: Jorge Castaño, Araceli Dvoskin, Diego Faturos, Tamara Kiper, Inda Lavalle, Miriam Odorico, Lautaro Perotti, Gonzalo Ruiz, Macarena Trigo / Fotografía: Giampaolo Samá / Asistencia de dirección: Gonzalo Ruiz, Macarena Trigo / Producción ejecutiva: Maxime Seugé, Jonathan Zak / Dirección: Claudio Tolcachir / Timbre 4 (México 3554 – C.A.B.A) / Las funciones son los domingos a las 19 hs y a las 21.15 hs / Duración: 90 minutos / Última función el 2 de diciembre / Localidades $45, $70 y $90.

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Promo para «El viento en un violín»

Ficha técnico artística

Autoría: Claudio Tolcachir / Actúan: Araceli Dvoskin, Tamara Kiper, Inda Lavalle, Miriam Odorico, Lautaro Perotti, Paula Ransenberg, Gonzalo Ruiz / Escenografía: Gonzalo Cordoba Estevez / Iluminación: Omar Possemato / Fotografía: Giampaolo Samá / Asistencia de dirección: Melisa Hermida / Producción general: Maxime Seugé, Jonathan Zak / Dirección: Claudio Tolcachir / Timbre 4 (México 3354 – C.A.B.A) / Las funciones son los viernes y sábados a las 21.00 y 23.15 hs. Domingos 20 hs $90. Última función el 25 de noviembre / Localidades $45, $60 y $90 / Duración: 90 minutos.

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Tercer cuerpo

Ficha técnico artística

Autoría: Claudio Tolcachir / Actúan: Hernán Grinstein, Magdalena Grondona, Melisa Hermida, Laura Lértora, José María Marcos, Daniela Pal / Escenografía: Gonzalo Cordoba Estevez / Iluminación: Omar Possemato / Diseño de espacio: Claudio Tolcachir / Fotografía: Giampaolo Samá / Asistencia general: Laura Lértora / Asistencia de dirección: Melisa Hermida / Producción: Maxime Seugé, Jonathan Zak / Dirección: Claudio Tolcachir / Timbre 4 (México 3554 – C.A.B.A) / Las funciones son los sábados a las 21 hs y los domingos a las 19 hs y 20.45 hs / Localidades: $40, $60, $80.

Últimas funciones el 1° de diciembre