Soy diferente pero no me juzguen
La obra de títeres para niños «Un tigre en el gallinero» nos presenta una historia llena de alegría, talento, belleza y fantasías, donde varios animales de distintas especies nos invitan a conocerlos.
Entre los gallos cantantes, un chancho, una vaca y otros amigos; viviremos una recreación en la granja, donde Quique -un tigre- será el protagonista, sin siquiera proponérselo. Un día como cualquier otro, encuentran una caja, desde la cual se asoma este felino que nada tiene que ver con uno de su familia.
Inmediatamente un camión se pasea por el pueblo informando que están buscando al tigre y que van a encerrarlo cuando eso ocurra.
Claro que hasta saber que ocurre con el felino pasaran varias cosas como la ocurrencia de escuchar distintas canciones interpretadas por estos simpáticos animalitos, las cuales estarán íntimamente relacionadas con el eje central de la historia.
«Un tigre en el gallinero» nos muestra la ternura del personaje principal interactuando con un gusano, una mariposa, todos los animales que habitan la granja; y su bondad -al no intentar lastimar siquiera sin querer a su compañeros de aventuras-. Y esto es exactamente: una aventura totalmente entretenida, picaresca e ingenua; ideal para chicos y grandes.
Uno de los momentos más graciosos de la obra se presenta cuando los animales intentan identificar qué especie es el tigre, describiéndolo y asemejándolo con otros animales que nada tienen que ver con su reino. Finalmente, aceptan que es un tigre y cuando se lo comunican a él, su emoción aumenta hasta sentirse muy contento con el hallazgo.
Este tigre, travieso y bonachón, toma la leche de un biberón como cualquier bebé; al mismo que nos acompaña una cumbia que dice: que tendrá la mamadera, que tendrá, que tendrá. Para mí la vida entera.
Cabe aclarar que las melodías de las canciones son súper pegadizas, al igual que sus letras -las cuales nos conectan en todo momento con el relato-. También, se juega mucho con los estereotipos, como por ejemplo el referido al felino como antítesis de lo bruto y asesino.
La belleza de los títeres, sus colores, la música que surge durante casi toda la obra, los diálogos y bailes; nos demuestran que sigue siendo posible entretener durante casi una hora a un público totalmente heterogéneo.
El tigre en cualquier momento será capturado pero mientras eso llega o se aleja, el se vuelve cada vez más afín a sus semejantes, que en un comienzo parecían lo contrario.
Otro de los fragmentos más emocionantes de la puesta en escena ocurre cuando una oveja decide alojar al visitante en su propia casa, sin asumir que es un tigre, con todo lo que esto implica. Luego de darle asilo, se arrepiente y queja por los daños provocados, a lo cual sus amigos le responden que es un tigre.
Estos diálogos nos hacen entender cuantas semejanzas existen entre nosotros los humanos, que no solemos aceptar tan fácilmente a los diferentes y luego de ofrecer cierta resistencia hablamos negativamente de ellos.
Mientras pasan las horas, llega la noche, pero la luna no se asoma y los gallos entonan: luna lunera cascabelera. Al mismo tiempo que el tigre sigue descubriéndose y estando orgulloso de lo que es, entona: soy un tigre y eso es genial. Pero este hallazgo y aceptación no hubiese sido posible sin la ayuda de sus nuevos compañeros de juegos.
La historia toma un rumbo, quizás inesperado, lleno de ilusión y, seguramente, con nuevos cuentos por narrar. Los pequeños espectadores se intentan subir al escenario para estar cada vez más cerca de sus artistas, pero esto no es posible ya que su adrenalina invade minuto a minuto-con gritos, risas y alardeos- a los personajes. Los adultos no saben controlarlos y es que no tienen que hacerlo ya que este es su modo de expresar tremenda alegría.
Los titiriteros son ejecutantes de vidas animales que expresan lo que sienten, que no tienen miedos y que son tan sinceros como cualquier criatura. Quizás esto sea lo más valorado en cuanto a argumento de la obra: la posibilidad de asemejar el mundo animal con el de los niños. Es una virtud decir la verdad y lo es también arrepentirse. En «Un tigre en el gallinero» se palpita cada sentir como verdadero, como puro y como única salida al mundo para ser feliz.
Escrito
en julio 16, 2013