Actriz de cine, teatro y televisión. Con una larga trayectoria que la convirtieron en una gran artista.
Ella es la autora y directora de la comedia dramática, Doberman, interpretada por Maruja Bustamante y Mónica Raiola. Esta pieza artística narra las vicisitudes, conflictos, problemas y demás asuntos íntimos, entre dos vecinas que parecen no conocerse demasiado.
Azul Lombardía, detalla cómo surgió la dramaturgia y cómo fue dándole forma hasta conseguir montarla en escena.
Al momento de escribir Doberman, ¿qué ideas se te venían a la cabeza?
Doberman fue escrita desde el diálogo. Se me venía el universo de estas dos mujeres y la charla entre ellas me fue llevando a la trama…
¿Pensaste primero en la historia y luego en elegir a las actrices indicados o al revés?
La obra la escribí en el 2009. Hice una lectura para un teatro una vez con unas actrices, después trabajé un tiempo con otras actrices pero muy entrecortado por temas de ellas y mío de otros trabajos y embarazos y etc…
Hasta que en el 2013 Matías Umpierrez que era el curador del ciclo de óperas Primas del Centro Cultural Rojas, y conocía la obra, me propone que la estrene en ese marco. Me entusiasmó mucho la idea porque el ciclo venía siendo muy bueno y con lo que cuesta montar en el teatro independiente, que te den un empujón y lo puedas enmarcar en fechas concretas es muy favorable. Así que, como las otras actrices estaban en otros proyectos, tuve que ponerme a buscar otras. Y de esa casualidad divina fue que encontré a las actrices actuales, con las que nunca había trabajado (ni ellas entre sí) y fue con ellas con las que terminó apareciendo la obra. Por suerte.
Tu puesta en escena tiene esa calidez de una cocina por la que entra el sol, y los diálogos de dos personas que existen en la vida real. ¿La identificación entre ellas y el público es uno de los factores que más buscaste aplicar?
No busqué la identificación. Son mujeres con discursos de un universo que me gusta indagar, mujeres que conozco, que tengo referencias de la vida real pero que son solo disparadores a un mundo que me abren. Quizás al tener signos tan particulares generan identificación.
Me encantan las puestas tradicionales en que no es necesario que los artistas se muevan constantemente. ¿Considerás que la dramaturgia se vuelve más efectiva gracias a esto?
Me gustaba la idea de recortar un pedazo de cocina de las afueras de una ciudad e incrustarla en un teatro. Ese dispositivo hiperrealista pero no tanto a la vez es el que me pareció mejor para contar la obra. No tiene grandes movimientos pero prepara un tuco y dobla una pila de ropa entera en lo que lleva la obra. La acción que trasforma de verdad es la que me gusta.
¿Tuvieron que observar y analizar las conductas de esta raza de perro para captar su esencia?
No, la verdad es que el laburo de Maruja en el final fue potenciar su propia «potencia» y hay algo animal que ya evocaba desde la actitud.
¿Por qué Doberman?
Es un nombre que se le ocurrió a mi marido y a mi me encantó. Creo que tiene fuerza y sintetiza mucho.
Si bien el timing del teatro y la tele son muy diferentes, sentí como si se tratara de una escena en la pantalla chica. ¿Considerás que este factor también ayuda a que los espectadores se metan en la historia desde el comienzo?
Y es un relato íntimo, sobre una situación íntima en un espacio reducido. Es espiar esa intimidad y todos somos un poco voyeur…
¿Perro que gruñe no muerde?
Nunca se sabe…
¿Cuántos secretos y charlas puede almacenar una cocina?
Todas y mil. Las cocinas tienen mucho poder. Por algo todos siempre terminamos pasando la mayoría de nuestro tiempo ahí…
¿Una comedia dramática para ver junto al marido o más bien entre mujeres?
Creo que es la mirada femenina de una charla de mujeres pero para nada excluye a los hombres. Es una historia, cuando está bien contada no importa que sea cercana. De hecho uno ve obras y películas y se conmueve con relatos que no tienen nada que ver con la vida de uno. Es la humanidad y sus recortes lo que conmueve.
Escrito
en julio 16, 2015