*** ENERO 2023 ***

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Entrevista a Maxi Legnani

Maxi Legnani

Mañana domingo estaremos de estreno por Instagram. Sí, así les digo. Por eso entrevisté a Maxi Legnani (uno de los organizadores de Leer en casa) para preguntarle sobre este proyecto, en medio de todo el caos que se está viviendo a nivel mundial.

¿Cómo se ponen de acuerdo con Juan Parodi para generar esta movida de lecturas por streaming?

Esto empezó de una manera inesperada, a partir de una inquietud -un twit en el que yo arrobé, el jueves, a varias personas del mundo artístico, diciéndoles: ya que los músicos están haciendo todo lo que están haciendo, ¿por qué actores y directores no hacen algo? Y ahí nos empezamos a hablar con varios (fundamentalmente con Juan Parodi) y empezamos a armar esto que va a tener una primera edición mañana, va a tener otra el 24 de marzo (súper especial por esa fecha) y otras lecturas por delante. 

¿Hasta hace dos meses atrás podrías haber imaginado una situación como la que se está viviendo?

Obviamente que nadie pudo haber imaginado esto, salvo alguien que estudie en China, pero esto fue subestimado hasta por Europa y Estados Unidos (por eso están como están). Así que tratamos de darle una alternativa a esta ausencia de teatro que es como lo que creemos que es fundamental. 

¿El arte y la cultura realmente sanan y salvan?

Sí. Yo creo que sanan y salvan, absolutamente. Sin arte… y más en estas situaciones, que son de impacto, de ruptura y de llamamiento a la reflexión… el arte nos ilumina, nos impulsa, nos sostiene, nos energiza, nos permite conectarnos con algo de nosotros mismos que es superador, que es inspirador y que, a veces, nos sostiene. Creo que esto para los que lo van a hacer, necesitan seguir expresando, como para el público; puede ser una herramienta desde la gratuidad y desde el casi pleno acceso para todo el mundo (que tenga internet y cuenta de instagram). Una herramienta de encuentro. 

¿Cómo te imaginás el después del virus respecto del mundo artístico? ¿Podés visualizar qué cosas modificarías desde tu lugar?

Las cosas que yo creo que habría que modificar son las que tienen que ver con las desigualdades. Este virus es un virus igualitario -decía bien hoy Eduardo Aliverti en su editorial-; y creo que lo que propone es que hay que hacer un mundo más igualitario donde nos podamos encontrar con las cosas fundamentales y no con las distractoras. Es decir, que el arte tenga más preeminencia a la que tiene el consumo, por ejemplo. El encuentro y el poder estar con el otro, más que los likes y los seguidores, etc. 

¿Tener la oportunidad de crear te permite estar en este momento un poco más abstraído y a salvo? 

Sentir a salvo, sentirnos vivos (yo soy poeta además de periodista). Por más que yo trabajo todos los días en radio y televisión (que ahora a la tele estoy yendo alternativamente, un día sí y un día no), esto me dio una alegría, una energía y entusiasmo que les pasa a todos los que van a participar. 

Ya quiero que sea domingo para disfrutar de tantos talentos. ¿Ya tienen algún cronograma sobre futuras lecturas?

El 24 de marzo van a leer artistas impresionantes como: Osmar Nuñez, Claudio Tolcachir, Mirta Busnelli, Joaquín Furriel; así que se prepara algo maravilloso. Y nos gusta, también, que esta edición tenga una gran presencia femenina (casi absoluta, casi un 90 por ciento); y toda la gente que va a leer es gente que merece que uno la escuche durante horas y horas. 

Me gustaría agradecer a cada uno de los artistas (además de a Juan Parodi, que es compañero de trabajo, a Analía Sánchez que trabaja con la prensa, y a Pablo Shiff que colabora con cosas técnicas) por el compromiso y la generosidad. Les quiero agradecer porque es un gesto humano y ciudadano hermoso. 

Mariela Verónica Gagliardi

 

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Desear lo que se hace

Espejismo

Ficha EspejismoLa danza-teatro contiene ese vuelo distinguido para decodificar con sensaciones el universo planteado. En esta oportunidad, la obra Espejismo Shinkiro (escrita por Rony Keselman y dirigida por Gustavo Collini Sartor) nos hace volar, sin darnos cuenta, por el mágico mundo de las leyendas japonesas en manos de dos artistas increíbles que son acompañados por un músico en vivo.

Claudia Lapacó es la portavoz de estas historias orientales que tienen el honor de ser interpretadas por el bailarín de danza butoh, Sebastián Collini Sartor.

Este es uno de los casos en que mis palabras serán un simple retrato de lo observado, que emocionó con diferentes sensaciones a mi organismo.

Con una noche fresca, en este verano agobiante, hubo una introducción antes de pasar a la platea del Teatro Larreta al aire libre y de disfrutar la belleza del espectáculo en conformidad con su naturaleza. Siempre el paso por este sitio es una caricia al alma.

En primer lugar, quisiera exclamar a vivas voces que cuando existe amor por el arte surgen y se desarrollan situaciones y escenas como las que se pudieron ver en la presente función. Y, no es casual, que hace doce años se esté presentado Espejismo y continúe como un estreno, con esa magia inigualable.

Espejismo nos habla de un mundo perdido u oculto, que puede aún ser recuperado aunque diste de poder conseguirse. Frente a este mundo, el nuestro, el actual, el Occidente que corre, que se preocupa ante banalidades, que se violenta ante la pérdida de un objetivo y se descarga agresivamente contra algo o alguien.

Pero espejismo es, también, un reflejo en aguas cristalinas, un modo de verse y vernos en otras personas, de querer ser mejores, de superarse o superarnos, de ir lentamente sin correr, por querer llegar rápido, de una mentalidad totalmente opuesta a la dominante, de sentir un cambio o modificación con el cuerpo entero, de transmitir sensaciones, convicciones y de luchar por propósitos ideológicos -entregando, incluso, la vida-.

Son cuatro los cuentos que se desarrollan en el escenario: Hoichi el músico sin orejas, ánades Mandarines, El secreto de un muerto y La Visión. Si bien la primera leyenda es la más extensa de todas, cada cuadro consigue ir inmiscuyéndose en nuestro inconsciente colectivo hasta revolucionarnos por completo. Claro que no todos los espectadores, por igual, están preparados para entender la valoración que se hace sobre el mundo contemporáneo y sobre dos tipos de mundos; pero sí existe una absoluta admiración de parte del público que permanece absorto de principio a fin.

Como si se tratara de una tetralogía, Espejismo se comprende una vez ocurrido el desenlace, momento en que la emoción fluye por completo, extasiándonos hasta las lágrimas.

El Butoh tiene sus códigos dentro de los que se encuentran el tipo de maquillaje blanco, la expresión en su máxima potencia, la vanguardia  como estética de confrontación respecto de lo conservador y la posibilidad de danzar -de pies a cabeza- la vida. Y digo la vida y no una canción ya que la magnitud de esta puesta en escena pretende transgredir y lo consigue. Pretende mostrar lo más íntimo y no solo lo hace sino que coloca el ojo del espectador en un lugar incómodo para que, entre todos, podamos construir un mañana.

Horai es el sitio en el que nos sumergiremos en esta velada tan noble, en la que podremos soñar con los ojos abiertos junto a hadas, emperadores y fantasmas de miles de años atrás. Y, como si fuera poco, conocer al pequeño y gran Emperador Antoku -quien tuvo una muerte trágica junto a su abuela, cuando el clan Heike se vio amenazado y sufrió persecuciones-. De aquí se presupone que el fantasma del niño merodeaba por los aires y quiso hacerse de Hoichi, engañándolo con pleitesías y adulaciones hacia su increíble música. Tanto este final como el de los restantes representados por Collini, dan cuenta de la pasión que el artista siente y lleva en sus venas, de cómo puede interpretar a un hombre o mujer, a una anciana o niño, a quien perdió todo y a quien aún tiene motivos para seguir en la Tierra.

Desde sus ojos enrojecidos hasta sus pies levitando en busca de paz, de un resurgimiento, de un nacimiento natural, de una búsqueda en soledad y en compañía de la voz de Lapacó -quien permanece erguida en el atril hasta que se fusiona con algunas escenas, dotándolas de su talento e impresiones-.

Mientras un títere sorprende hacia el final, todos los pétalos de rosa decoran las muertes más bellas que, posiblemente, conseguirán traer sus cuerpos hacia otra dimensión.

Mariela Verónica Gagliardi

 

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Entrevista a Claudio Pansera

ClaudioPansera

Claudio Pansera es gestor cultural, promotor y productor de la narración oral en Argentina. En el 2002 creó el Festival Internacional Cuenta Cuentos “Te doy mi palabra” y, en el 2013 bajo el título “Palabras más, palabras menos”. Tiene editados varios libros: «Cuando el arte da respuestas» (2006), «El cuento como herramienta social» (2010), «Crónicas de la boca para adentro», «Crónicas de pájaros y amores»,

¿En qué fue variando el Festival Cuenta Cuentos a lo largo de los años?

La idea inicial fue hacer un festival de nuevas tendencias en el 2002, cuando me convocan del teatro de Morón. Y había elegido en ese momento uno que tenía que ver con trabajo corporal, mimo expresivo y danza contemporánea y, otro, que tenía que ver con la narración oral -una disciplina nueva que estaba empezando a hacerse más conocida-.

Y, si bien tiene muchas décadas de trabajo, siempre era como una herramienta de trabajo en el aula. A partir del Instituto Suma (uno de los primeros lugares en que se empezó a formar la gente con técnicas de narración oral) y, a partir de allí, empezaron a aparecer: Ana María Bovo, Ana Padovani, gente que venía del lado teatral. Entonces se estaba dando otra dimensión.

Entonces, en ese momento todo era muy incipiente, había muy pocos profesionales, había mucha gente que estaba haciendo un trabajo desde el deseo. Desde ese momento hasta entonces creció mucho la gente que está trabajando en narración oral.

Tenés un abanico muy amplio: desde la gente que hace un montón de giras internacionales por año, gente profesional que trabaja en el país, gente que está a medio camino entre profesional y no, docencia, otras labores afines (el teatro por ejemplo), tenemos un grupo de teatro que está trabajando de forma voluntaria agrupados en organizaciones que trabajan y promueven la narración oral y, también hay gente que está trabajando en forma individual. Y, de alguna forma, el Festival está intentando abarcar todas las modalidades.

¿Cómo se hace para, en esta sociedad, dejar de lado la palabra inclusión y empezar a hablar de pertenencia, de identidad?

Es una cuestión muy compleja porque hay que transformar una sociedad, concretamente, para que tenga otros parámetros en los que todos puedan estar incluidos. No es sencillo, es una transformación que lleva muchas décadas, muchos gobiernos, mucha participación de la sociedad, mucha formación de valores en la comunidad, porque es un tema muy amplio y profundo.

Por ahí uno puede trabajar, concretamente, en integrar a una persona que está en una casa muy encerrada o darle un estadio momentáneo de felicidad a una persona que está internada en un hospital desde la narración. Pero son todos hechos aislados y puntuales, que sirven a esa gente y está muy bien, pero son respuestas puntuales.

¿Sería como un sueño que en algún momento podría hacerse realidad?

Uno puede mirar transformaciones que se van dando a lo largo del tiempo -en reconocimiento de valores o de derechos y, es muy concreto que, las luchas van conquistando determinados rubros: desde no trabajar doce horas seguidas hasta tener derecho de recibir un subsidio para hacer teatro. Son todas conquistas que van logrando los colectivos sociales. Es concreto que se puede hacer. Hay que tener mucha persistencia porque hay luchas de intereses distintos, entonces eso implica que hay que estar, permanentemente, con la defensa de esos valores.

¿Cuál considerás que es la importancia de un cuento?

Principalmente que fomenta la creatividad, la imaginación. Es una herramienta de ficción que nos define, un poco, como personas, como seres sociables. Y, el hecho del cuento compartido -que es la narración- permite la interacción y el fomento de un narrador hacia un grupo de espectadores que son estimulados y vivencian ese hecho mágico que es la comunicación a través de un cuento.

¿Existirán culturas en las que niños no hayan podido escuchar ese famoso cuento antes de dormir?

No culturas. La nuestra.

Son hechos que ocurren cada vez más, lamentablemente.

Ayer escuchaba en una mesa redonda (en el Centro Cultural de España) sobre el cuento en espacios de encierro y, uno de los invitados (José Luis Gallego) que trabaja en cárceles (había dado un taller de narración oral), contaba que uno de los internos -se notaba- que nunca había escuchado un cuento y que, él a su vez, nunca había contado un cuento a su hijo.

Debe ser una tristeza enorme…

Y, es parte de la realidad.

Allí, al tomar noción de eso, él comenzó a ser narrador. Fue a un taller, aprendió y comenzó a desarrollar el arte.

¿Cuál crees que es el motivo por el cual se va acercando al Festival el nuevo público y el público de siempre? ¿Qué es lo que esperan encontrar o compartir de alguna manera?

Yo creo que el tema de público es todo un desafío. No se si está. Hay que generándolo, conquistándolo. Nosotros estamos haciendo una tarea muy importante de llevar el cuento a lugares donde todavía no llegó, o mostrarlo a gente que está acostumbrada a consumir experiencias culturales como el teatro, más afín. A grupos de teatro independiente, a público que asiste a salas de teatro independiente. En el Conurbano llevamos otro tipo de espectáculos. La idea es ir conquistando esos nuevos públicos para ir generando una masa de público mayor -específicamente interesado en la narración-.

El desafío es cómo hacer cualquier espectáculo de narración, como sucede con el teatro, pueda tener un público posible e interesado.

El viernes vamos a llevar escuelas a teatros. Necesitamos fomentar el hecho de que los chicos se empiecen a educar en esto de consumir, ver espectáculos, ir a una sala, pagar una entrada, reconocer el trabajo de un artista -de un profesional-, y en este caso de la narración. Entonces, tenemos muchas funciones programadas con ese sentido: ir formando público desde los colegios.

Mariela Verónica Gagliardi

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