Claudio Pansera es gestor cultural, promotor y productor de la narración oral en Argentina. En el 2002 creó el Festival Internacional Cuenta Cuentos “Te doy mi palabra” y, en el 2013 bajo el título “Palabras más, palabras menos”. Tiene editados varios libros: «Cuando el arte da respuestas» (2006), «El cuento como herramienta social» (2010), «Crónicas de la boca para adentro», «Crónicas de pájaros y amores»,
¿En qué fue variando el Festival Cuenta Cuentos a lo largo de los años?
La idea inicial fue hacer un festival de nuevas tendencias en el 2002, cuando me convocan del teatro de Morón. Y había elegido en ese momento uno que tenía que ver con trabajo corporal, mimo expresivo y danza contemporánea y, otro, que tenía que ver con la narración oral -una disciplina nueva que estaba empezando a hacerse más conocida-.
Y, si bien tiene muchas décadas de trabajo, siempre era como una herramienta de trabajo en el aula. A partir del Instituto Suma (uno de los primeros lugares en que se empezó a formar la gente con técnicas de narración oral) y, a partir de allí, empezaron a aparecer: Ana María Bovo, Ana Padovani, gente que venía del lado teatral. Entonces se estaba dando otra dimensión.
Entonces, en ese momento todo era muy incipiente, había muy pocos profesionales, había mucha gente que estaba haciendo un trabajo desde el deseo. Desde ese momento hasta entonces creció mucho la gente que está trabajando en narración oral.
Tenés un abanico muy amplio: desde la gente que hace un montón de giras internacionales por año, gente profesional que trabaja en el país, gente que está a medio camino entre profesional y no, docencia, otras labores afines (el teatro por ejemplo), tenemos un grupo de teatro que está trabajando de forma voluntaria agrupados en organizaciones que trabajan y promueven la narración oral y, también hay gente que está trabajando en forma individual. Y, de alguna forma, el Festival está intentando abarcar todas las modalidades.
¿Cómo se hace para, en esta sociedad, dejar de lado la palabra inclusión y empezar a hablar de pertenencia, de identidad?
Es una cuestión muy compleja porque hay que transformar una sociedad, concretamente, para que tenga otros parámetros en los que todos puedan estar incluidos. No es sencillo, es una transformación que lleva muchas décadas, muchos gobiernos, mucha participación de la sociedad, mucha formación de valores en la comunidad, porque es un tema muy amplio y profundo.
Por ahí uno puede trabajar, concretamente, en integrar a una persona que está en una casa muy encerrada o darle un estadio momentáneo de felicidad a una persona que está internada en un hospital desde la narración. Pero son todos hechos aislados y puntuales, que sirven a esa gente y está muy bien, pero son respuestas puntuales.
¿Sería como un sueño que en algún momento podría hacerse realidad?
Uno puede mirar transformaciones que se van dando a lo largo del tiempo -en reconocimiento de valores o de derechos y, es muy concreto que, las luchas van conquistando determinados rubros: desde no trabajar doce horas seguidas hasta tener derecho de recibir un subsidio para hacer teatro. Son todas conquistas que van logrando los colectivos sociales. Es concreto que se puede hacer. Hay que tener mucha persistencia porque hay luchas de intereses distintos, entonces eso implica que hay que estar, permanentemente, con la defensa de esos valores.
¿Cuál considerás que es la importancia de un cuento?
Principalmente que fomenta la creatividad, la imaginación. Es una herramienta de ficción que nos define, un poco, como personas, como seres sociables. Y, el hecho del cuento compartido -que es la narración- permite la interacción y el fomento de un narrador hacia un grupo de espectadores que son estimulados y vivencian ese hecho mágico que es la comunicación a través de un cuento.
¿Existirán culturas en las que niños no hayan podido escuchar ese famoso cuento antes de dormir?
No culturas. La nuestra.
Son hechos que ocurren cada vez más, lamentablemente.
Ayer escuchaba en una mesa redonda (en el Centro Cultural de España) sobre el cuento en espacios de encierro y, uno de los invitados (José Luis Gallego) que trabaja en cárceles (había dado un taller de narración oral), contaba que uno de los internos -se notaba- que nunca había escuchado un cuento y que, él a su vez, nunca había contado un cuento a su hijo.
Debe ser una tristeza enorme…
Y, es parte de la realidad.
Allí, al tomar noción de eso, él comenzó a ser narrador. Fue a un taller, aprendió y comenzó a desarrollar el arte.
¿Cuál crees que es el motivo por el cual se va acercando al Festival el nuevo público y el público de siempre? ¿Qué es lo que esperan encontrar o compartir de alguna manera?
Yo creo que el tema de público es todo un desafío. No se si está. Hay que generándolo, conquistándolo. Nosotros estamos haciendo una tarea muy importante de llevar el cuento a lugares donde todavía no llegó, o mostrarlo a gente que está acostumbrada a consumir experiencias culturales como el teatro, más afín. A grupos de teatro independiente, a público que asiste a salas de teatro independiente. En el Conurbano llevamos otro tipo de espectáculos. La idea es ir conquistando esos nuevos públicos para ir generando una masa de público mayor -específicamente interesado en la narración-.
El desafío es cómo hacer cualquier espectáculo de narración, como sucede con el teatro, pueda tener un público posible e interesado.
El viernes vamos a llevar escuelas a teatros. Necesitamos fomentar el hecho de que los chicos se empiecen a educar en esto de consumir, ver espectáculos, ir a una sala, pagar una entrada, reconocer el trabajo de un artista -de un profesional-, y en este caso de la narración. Entonces, tenemos muchas funciones programadas con ese sentido: ir formando público desde los colegios.
Escrito
en septiembre 2, 2015