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En el año 1951, Leopoldo Marechal escribe Antígona Vélez, basándose en la Antígona de Sófocles.
Si bien Marechal conserva vivo el argumento original, lo adapta a la época de la Conquista del Desierto en Argentina, una época en que miles de aborígenes fueron, no solo privados de sus derechos, sino exterminados de sus tierras.
El eje central de la dramaturgia, con dirección de Marcelo Silguero, consigue destacar los principales sentimientos de aquella mujer que sufría por el destino de su hermano, a quien se considera un traidor.
Justamente, en torno a la traición, surgirán los versos más sentidos y desgarradores de Antígona que dará su vida para que se haga justicia. Al menos lo que ella considera como justo.
Una solitaria y firme mujer (interpretada por Verena Smith) que da su alma, su corazón y cada una de sus palabras en honor a Ignacio, un hombre humano que tuvo valor para unirse a los Pampas y arriesgarlo todo. Mientras tanto, la Ley de una familia, hará hasta lo imposible para resaltar la grandeza del otro combatiente, hermano de Ignacio y Antígona, llamado Martín; a quien se enterró como un luchador de verdad.
Esta contraposición entre leal y desleal, traza el camino de toda esta historia surgida en el Siglo XIX, una narración que va acompañada por dos músicos que ambientan cada escena, para que el espectador sienta dolor, angustia y ese aire encantador de Antígona que es mujer, hermana y luchadora.
Con respecto a la muerte de ella, las vueltas de la vida hacen que Don Facundo (Diego Dinkel) la mande a asesinar, sin imaginar que su propio hijo, Lisandro (Javier Mirez), correría la misma desgracia. Ese desenlace lo hacen entender que la sangre no será en vano y que quienes cosechen en un futuro en esos campos, serán los nietos que nunca podrá en verdad tener.
Se puede contemplar una escenografía que fusiona lo autóctono con lo cool, valiéndose de efectos de llamas que prenden y apagan de acuerdo al relato en vivo. Y, en cuanto a la iluminación, consigue ser parte de la dramaturgia ya que no solo proyecta luz sino que sirve al momento de cambiar de una escena a otra, situándonos en las tierras desoladas para, luego, hacer caer la noche en que lo peor ocurre.
Esta pieza artística es una brillante adaptación en la que se destacan tanto Antígona como Lisandro, al igual que otros personajes secundarios entre los que se encuentran Carmen, hermana de Antígona, (Paula Viola) y una de las brujas (Vivi Campos).
Centrándonos en el origen de esta historia, la misma surge como un Mito en el que se encuentran: Antígona, su padre (Edipo Rey, recientemente fallecido), su madre (Yocasta) y hermanos (Eteócles, Polínice e Ismene). El argumento solo cambia los nombres de los protagonistas al igual que el motivo de las rivalidades, pero la esencia es exactamente la misma.
Ambos hermanos varones debían turnarse para estar en el trono un año cada uno; pero Eteócles no quiso cumplir con la regla y llamó a un ejército contra Tebas -el cual salió victorioso- y ambos hombres se mataron mutuamente.
Un hermano más valiente que el otro, que corre con distinta suerte, que la misma familia es la culpable de su muerte y, por una cuestión de poder, aparece el Rey Creonte -hermano de Yocasta y tío de estos guerreros- para ocupar el trono que estaba libre.
Esta fiel mujer a sus principios, al igual que Antígona Vélez, entierra a su hermano Polínice y luego se ahorca para no ser enterrada viva como se había previsto. Su amado, en este caso, Hemón (hijo de Creonte) se quita la vida y así finaliza el mito.
Es realmente increíble el poco peso que tiene en un sentido la familia y el gran peso que tiene en cuestión de fuerza y poder. Cómo quien quiere cumplir con una voluntad no es dejado y cómo quien desea abrirse camino por otro lado, es condenado.
En el año 442 A.C. se representó por primera vez la versión de Sófocles y puede notarse la contemporaneidad del tema. Quizás, actualmente, un “traidor” no sea penado tan extremamente pero sí existen infinitos ejemplos para dar cuenta del tipo de castigos a los que son sometidos quienes no obedecen lo que un superior (no siempre elegido por el pueblo) dictamina.

Mariela Verónica Gagliardi
Escrito
en agosto 15, 2018