*** ENERO 2023 ***

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Nina, de Patricia Suárez

Nina grande

Un unipersonal sobre la vida de una tal Nina a la que le dicen la gaviota y que recuerda, revive y vive años después, mientras trabaja en el guardarropas de un teatro en donde representan esa noche la obra Tres hermanas de Antón Chejov.

Nuestra obra no es de Chejov,sin embargo debía mantener un aroma chejoviano. El personaje ya no es la misma persona que quedó encerrada en el discurso del autor de aquella época. El personaje es el mismo pero es otro, pasó el tiempo; y Patricia Suárez imaginó un presente de años después.

Nina dialogando con esos ropajes, como si los abrigos fueran su público. No aceptando la reglas del momento, de la sociedad de ese tiempo hacía una mujer sola y ya no tan joven. Una mujer sola pero nunca vencida.

Lucha con sus fantasmas. Escucha su música interna, se escucha y lo pone afuera en forma de palabras, de gestos, de acciones, melodías propias.

Todas esas cuestiones hicieron al desafío de encontrar las formas que nos permitieran llegar a ese contenido intenso, doloroso, alegre y pasional que siempre estuvo en la Nina de Chejov pero trasladado a una mujer que ha vivido todas esas emociones y ha resurgido de sus cenizas.

Cómo buscar una posible Nina de Chejov en el tiempo. Cómo hacerla rebotar por los diferentes tiempos: El de La gaviota, el de su presente y el de nuestro presente.

Autoría: Patricia Suárez

Actúan: Ana Padilla

Diseño de vestuario: Pepe Uría

Diseño de escenografía: Pepe Uría

Diseño de arte: Carina Monasterio

Diseño de luces: Violeta Diez

Realización de escenografia: Gustavo Di Sarro

Redes Sociales: Gustavo Passerino

Realización de vestuario: Patricia Terán

Música original: Rony Keselman

Fotografía: Gianni Mestichelli

Diseño gráfico: Pol Bolea, Shula Maiselman

Asistencia de dirección: Carlos Fernández

Dirección general: Jorge Diez

Clasificaciones: Teatro, Adultos

TEATRO HASTA TRILCE

Maza 177 – CABA

Teléfonos: 4862-1758

Web: http://www.hastatrilce.com.ar

Entrada: $ 250 – Lunes – 19:30 hs – 23/09/2019 y 07/10/2019

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Bordando historias

Nina

Patricia Suárez tiene el don de escribir dramaturgias reales, de esas que se pueden tocar, oler y sentir. Cada vez que leo o presencio una de sus creaciones, me elevo en el aire como si consiguiera en sus textos nuevos paradigmas y nuevos modos de interpretar cuestiones ya conocidas pero poco exploradas.

En esta oportunidad, Ana Padilla, a quien admiro profundamente; recrea a un personaje encantador de Chéjov. Pero, lo interesante es que podría afirmarse una doble autoría ya que la autora le otorga otra mirada y recorrido.

“Nina” (escrita por Patricia Suárez y dirigida por Jorge Diez) nos invita a bordar historias pasadas y presentes del universo chejoviano. Podemos sentirnos en distintas épocas con solo abrir y cerrar los ojos. Con mirar el rodete perfecto que tiene la protagonista, junto a su vestuario antiguo y gastado (gran acierto el no darle una ropa nueva y brillante). Así, cada paso que Nina da en escena nos traslada a sus mejores momentos o a aquellos en que sufrió desgarradoramente pero así y todo siguió adelante por tal o cual motivo.

La dulzura de sus palabras nos permite viajar a su lado bien agarraditos. Ella es la encargada de un guardarropa pero, a su vez, tenemos el agrado de que interprete sus sentires. Hoy es la noche en que se interpreta Tres hermanas, pero ella decide hacer una versión autobiográfica.

Nosotros seríamos una suerte de público que se deslumbra con cada retazo de tela que cobra vida a cada instante.

El espacio escénico circular le otorga movimiento desde el momento en que ingresamos a la sala y, cada parte del mobiliario esta a disposición de ella para que juegue, mueva o desplace a su antojo.

Ella recuerda a quien pertenece cada saco o tapado. Quién está detrás de una suavidad o aspereza, de un color opaco o brillante.

Bolsillos gastados, telas deshilachadas, perchas que ya no soportan el peso y el relato de una mujer que está feliz y cansada a la vez. Esta es Nina, una mujer que fue madre, que fue compañera y pareja. Que no se animó, quizás, a cumplir su sueño de actriz, que permaneció en un detrás de escena pero que ahora devela sus misterios.

Imposible no lagrimear en determinados momentos del unipersonal. Imposible no aplaudirla cuando sube los peldaños para descolgar un vestuario, imposible no pedir que siga rodando por diferentes salas de teatro transmitiendo su pequeña y gran vida.

Cautivar no es sencillo y Nina lo logra, esta Gaviota lo consigue porque tiene alas que se despliegan por donde quiere, porque parece ya no temerle a nada. Porque cuando se toca fondo se puede morir o renacer y ella consiguió lo segundo.

Ana Padilla es arte, es lo que le hace falta al teatro siempre. No lo digo por cumplido sino por honestidad. Puede interpretar un personaje o varios de diferentes géneros. Tal es así que en esta puesta el espectador puede emocionarse, reír, sonrojarse, angustiarse y sentirse identificado con cada partecita de su monólogo.

Ya que me refiero a esto último, cabe resaltar que no parece una sola voz sino muchas: las de antes, las de ahora y las que, posiblemente, llegarán en el futuro. No es un monólogo, es un diálogo con ella misma, con su vestidor, con el público del teatro que fue a ver a Chéjov y con nosotros. Con la Nina que se enamoró y la que sufre en esos años. La que amó y la que guarda recuerdos como en cajitas de cristal.

Un paso, otro más y sus anécdotas compartidas. Sus más sinceros momentos que comparte con desconocidos, los mismos que aplauden, que aplaudimos. El fracaso de La gaviota de Anton Chéjov no le cae en peso, Nina, nuestra Nina, cae con ventaja. Patricia Suárez y Jorge Diez la hacen triunfar desde un comienzo. Le permiten planear por sobre nuestras cabezas, por sobre nuestros ideales y dejarla ser quien ella quiere, sin ataduras.

Teatro Hasta Trilce

Funciones: Lunes 19:45 hs

Mariela Verónica Gagliardi

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Vuelve «La vagina enlutada»

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DOMINGO 7 DE MAYO

20.00 HORAS

TEATRO AUDITORIO LOSADA

Corrientes 1551

¡OCHO ÚNICAS FUNCIONES!

LA VAGINA ENLUTADA

¿Ya no hay hombres, o hay mujeres cerradas al amor?

DIRECCIÓN GASTÓN MARIONI

LIBRO WALTER GHEDIN

El domingo 8 de Mayo y por ocho únicas funciones, llega al teatro Auditorio Losada «LA VAGINA ENLUTADA», escrita por el reconocido sexólogo Walter Ghedin.

Esta comedia dirigida por Gastón Marioni, además representa la vuelta a los escenarios de una de las míticas figuras que marcaron los 80´: Judith Gabbani, que se pondrá en la piel de una de las cinco mujeres que esperan la partida de un tren en una estación del interior de la Provincia de Buenos Aires.

Las complicidades y los silencios de estas amigas comienzan a resquebrajarse ante la espera que las pone frente a sus soledades, sus miedos, sus complejos, sus relatos sellados y sus secretos prometidos. Un encuentro que modificará sus visiones y por sobre todo sus verdades…. Ninguna de ellas volverá a ser la misma…

Ghedin es médico psiquiatra, psicoterapeuta y sexólogo clínico y por primera vez llega al teatro una obra basada en una de sus novelas.

ELENCO

Judith Gabbani

Jessica Schultz

Mónica Salvador

Ana Padilla

Cecilia Tognola

EQUIPO

Libro Original: Walter Ghedin

Versión: Gastón Marioni

Vestuario: Pablo Battaglia

Fotografía: Russarabian

Diseño Gráfico: Eduardo Asplanato

Prensa: María Lapadula

Producción general: Walter Ghedin

Dirección: Gastón Marioni

FUNCIONES

DOMINGOS DE MAYO Y JUNIO 20:00 HORAS

TEATRO AUDITORIO LOSADA 

CORRIENTES 1551 – C.A.B.A.

ENTRADAS A TRAVÉS DE ALTERNATIVA TEATRAL

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Profundas confesiones que sanan el alma

la-vagina-enlutada

ficha-la-vagina-enlutadaEstoy convencida de que un título es el que produce acercamiento o alejamiento. También considero que esto es un arma de doble filo ya que entraría en juego el prejuzgar sin conocer de qué se trata la propuesta.

Me acerqué a la última función de La vagina enlutada (en el Teatro El Tinglado) sin ser atraída por su título. Tuve en cuenta a ciertas actrices del elenco para saber que dicho encabezamiento no tendría que ver con su contenido verdaderamente. De hecho, antes de ingresar a la función estuve intercambiando unas palabras con alguien del público y ambos coincidimos en que si nos dejábamos llevar por dicho título, podríamos imaginarnos al instante un producto de la Av. Corrientes.

¿Qué decir de las cinco breves historias femeninas que componen e integran a un grupo de amigas?

Ellas muestran cómo, cada una, sufre a su modo, conserva el dolor y lo suelta cuando está preparada. Como si se tratara de un momento preciso para decir adiós o perdón o piedad.

De ninguna manera esta obra es sobre feminismo sino sobre el costado más tierno, vulnerable, gracioso, doloroso y angustiante que puede tener cada mujer. Que podemos trasladar nosotras a lo largo de nuestras vidas porque, tantas veces, queremos demostrar que somos el sexo fuerte y eso es algo que a estas alturas se sabe.

Un libro escrito por Walter Ghedin y adaptado para el teatro, para cinco actrices se distinguen por sus interpretaciones, que vuelan con sus historias, que las sueltan al aire para que nos las apropiemos y sintamos que no estamos solas. Pero, como decía anteriormente, no es una obra feminista sino sobre mujeres. Así que los hombres presentes podrán conocer un poco más sobre nuestro universo y no sentir bronca cuando en verdad precisamos una caricia o un abrazo o un beso.

Ahora bien, el argumento se centra en el velorio de uno de los maridos. A partir de dicha despedida, saldrá a la luz un secreto muy bien guardado. Y, a partir del mismo, podrá descubrirse que quien simulaba ser la más notable tiene una sensibilidad para compartir y compadecerse del dolor ajeno. Porque no siempre se hace lo que se quiere sino lo que se puede, y en La vagina enlutada esto es una gran verdad. Porque nunca es tarde para remendar un error y no siempre es necesario contar todo para sanar. Quizás estar en el momento indicado es un gran aliciente y una valentía que demuestra el valor brillante.

Si la dramaturgia fuera sobre el mundo de los hombres, quizás algunas matices diferentes podríamos encontrar. Claro que no puedo hablar de hipótesis ni supuestos sobre algo que no es. Solo confesarles que el próximo año cuando vuelva esta obra a la cartelera porteña, vayan sin dudarlo. Y no porque sea una orden imperativa de mi parte sino porque es un refugio en el que todos podemos sentirnos reflejados, ya que los sentires y sentimientos surfean sin aguas y caen por su propio peso en una estación de tren, en la espera que se hace eterna y la angustia que se convierte en motivo de explayarse hacia el pasado, hacia mentiras que posiblemente no hayan sido por maldad sino por la necesidad de hacer algo por impulso, por el deseo de sentirse únicas.

¿Qué mujer no quisiera tener el lugar que desea o se merece?

Sin llevar una bandera que diga cuáles son nuestros derechos, éstos se dan por sentado. Porque vivimos en un mundo ¿civilizado?

En un mundo donde, al menos en esta oportunidad, los hombres no se ven en materia física, ni se escuchan más que por los retazos de recuerdos que ellas esbozan. Es posible entrecerrar los ojos y sentir más cercanamente. Vincularse con los diálogos y monólogos, pedirles permiso para escuchar y emocionarnos durante la estadía en el pueblo del interior donde transcurre el acontecimiento. Imaginar cada paisaje, cada cuarto, cada escena y colocar, entonces, los objetos necesarios en nuestra mente caprichosa.

La vagina enlutada es la reconstrucción que merecemos las mujeres, las heterosexuales y las homosexuales, las que nazcan y las que escojan. Con una dirección impecable (a cargo de Gastón Marioni) y la oportunidad de ver a actrices con una gran trayectoria y talento, allí, quietas y latentes, movedizas e inquietas. Así son y así tendrán que ser para todo aquel que las observe recuerde que un silencio no es vacío sino una necesidad.

Mariela Verónica Gagliardi

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Entrevista a Ana Padilla

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La vagina enlutada es un libro escrito en el 2010 por Walter Hugo Ghedin.

En la sinopsis del mismo se hace alusión al duelo, a la muerte de algo importante, a la soledad, a la desesperanza y al amor fundamentalmente.

Gastón Marioni, toma el argumento original y lo convierte en movimiento, llevando a escena a cinco actrices de renombre y muy talentosas. Ana Padilla es la elegida para esta breve entrevista.

Ella tiene una larga trayectoria en las artes escénicas, tanto como intérprete, coreógrafa y directora, en televisión y en teatro. Ha actuado en televisión: Amas de casas desesperadas, Locas de amor, Los simuladores, Son Amores entre otros. También, en teatro: Melodías de Diván, Casi Tennessee, Córnea y Oxímoron por citar algunos de ellos. En lo que respecta a dirección de obras: El pájaro azul, Y se nos fue de gira, son dos títulos que caben mencionar.

¿Cómo debería ser tu hombre perfecto?

No sé si existe el “Hombre Perfecto”, tampoco La “Mujer Perfecta” Para mí a esta altura de la vida tiene que ser compañero, libre, que le guste reírse, que me divierta, que le guste tomarme de la mano, que se deje amar, que ame lo que haga, que sea confiable, amable y sobre todo buena persona.

¿Existe una edad para cerrarse al amor?

No, no existe una edad. Hay determinadas circunstancias en cualquier momento de la vida que hacen que nos cerremos temporariamente al amor. Después esas puertas se vuelven a abrir cuando volvemos a creer.

¿Qué factores crees que inciden para que las mujeres no creamos, muchas veces, en la palabra de un hombre?

La mentira, la infidelidad.

¿Qué expresan estas cinco mujeres en escena?

Estás mujeres sacan sus miserias a la luz y cuentan sus historias. Por eso uno entiende porque están momentáneamente cerradas al amor.

¿Se ven muchos espectadores masculinos? Qué opinan al respecto?

Se ven varios hombres en la platea y lo pasan muy bien. Se ríen a la par de las mujeres y nos entienden un poquito más.

La vagina enlutada… Si hablara, ¿qué le diría al universo masculino?

Que nos amen, que nos respeten, que no somos objetos, que somos sensibles, vulnerables, que amamos amarlos.

Mariela Verónica Gagliardi

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Compartiendo, todo se vuelve menos duro

Melodías de diván1

Bárbara y Verónica: ¿quién soy yo?

Elena: qué curiosidades tiene la vida, ¿no?

Verónica: a veces hacemos cosas imperdonables para seguir viviendo…

Elena: yo hice algo imperdonable.

Quién no habrá pasado por el consultorio de un psicoanalista para entender o ser ayudado durante algún proceso difícil de la vida o por el simple placer de saber cómo seguir en pie en este conflictivo mundo moderno.

Melodías de diván (escrita y dirigida por Gastón Marioni) sube a la cartelera porteña haciéndole frente a Rolón quien se encuentra a tan solo unas cuadras. Pero, esta historia interpretada solo por mujeres es pura ficción y no precisa exponer la intimidad de ningún paciente. Entre canciones románticas, melancólicas y nostálgicas es como los boletos más reconocidos vox populi llegan a un espacio colmado de una atmósfera cálida y con aroma a fresa.

La dulzura de cinco artistas que muestran el interior de cinco personajes encantadores que, si bien están estancadas, logran descubrirse unas a otras hasta hallar una verdad que las modificará para siempre.

Melodías de diván es, sin lugar a dudas, la privacidad sin velo que se erige como provocación a quienes no se animan a sentir.

Cada una tiene un trauma o algo que resolver y, evocando fragmentos de canciones es la manera que encuentran para canalizar sus angustias.

Lejos de ser un musical frívolo y que pretenda sorprender y envolver en pura adrenalina, Gastón Marioni deslumbra con los diálogos creados junto a su compañero, el talentoso Hernán Matorra en el piano -ubicándose en un espacio también íntimo-.

Con Arráncame la vida (interpretada por Graciela Pal) se abre esta velada realmente sutil, que tiene una estética y vestuario preciosos, una iluminación que intimida a quien tiene la palabra y evita a quien debe silenciarse. Así, los temas surgen como un volcán en erupción hasta que la lava corre más rápido que la luz.

Nada, Quizás, quizás, quizás y A mi manera; son algunas de las canciones que entre bolero y tango se turnan para llenar el espacio de sus propios sentires, aquellos que se identificarán, seguramente, con nosotros y nos veremos reflejados en autores tan reconocidos por el ambiente musical.

Pero, ¿qué es lo innovador y suspicaz de esta propuesta artística?

El modo de construir historias independientes y, luego, unirlas de tal forma que nunca parecieran haber sido muchas sino una sola. Como Woody Allen con sus guiones, Marioni tiene esa misma destreza para presentar a un personaje como por ejemplo el de la periodista Raquel Antolínez, (Ana Padilla), al instante a las divas Elena Da Ruggiero (Graciela Pal) y Sara Fingerman (Roxana Randón); y el de dos profesionales de la salud mental: Verónica Schultz (Julia Zenko) y Bárbara Urquiza (Magalí Sánchez Alleno), sin que podamos comprender qué vínculo o relación las une, qué es lo que las hace tan particulares o esenciales en esta dramaturgia. Pero, en breves momentos, se entiende el hilo conductor y la finura con que se van contextualizando los discursos de cada una.

Existen muchísimas obras, vigentes, que encaran la temática de psicólogo-paciente o de terapia grupal sin profesional -por diferentes motivos-. Lo cautivante aquí es que la figura del licenciado no es la de un mero erudito perfecto que tiene que dar cátedra de sus conocimientos académicos sino la de una psicóloga que, además, es persona y como tal sufre, ama, odia y se desespera cuando no puede resolver aquello que tanto la aqueja.

El universo de Melodías de diván es claro y confuso, como cualquier vida que ingresa a un sitio para salir modificada. Como las palabras dichas en voz alta para lograr cambios en los demás y no un mero descargo. Así, una ex diva sufre y deambula, literalmente hablando, otra cantante sin voz no quiere asumir que hace play back, la periodista toma nota de todo -encauzando lo que tanto la aqueja- y dos contenedoras sociales rebalsan cuando asumen lo que les toca.

Cinco vidas únicas que se conocen, que comparten un día de terapia grupal y, a partir de allí, salen siendo otras. Intentando ayudarse unas a otras y sintiendo pena de lo que le toca vivir a cada una.

Mientras un show es preparado, los ensayos de La Gaviota se suceden en el aire y todo lo proyectado se posterga por el presente, aquel presente que determina un antes y un después en el camino de estas valientes que triunfan en la mejor empresa: la personal.

Si no se quién sos, ¿cómo voy a saber quién soy yo?

Elenco: Magalí Sánchez Alleno, Roxana Randón, Graciela Pal, Ana Padilla, Julia Zenko. Libro: Gastón Marioni. Arreglos musicales: Hernán Matorra. Dirección musical: Hernán Matorra. Puesta en escena y dirección general: Gastón Marioni. Las funciones son los martes 20.45 hs. Teatro Picadilly.

Mariela Verónica Gagliardi

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El silencio es de oro

Casi Tennessee

Habiendo transcurrido cuarenta años de la depresión económica, en 1973 se estrena en Estados Unidos una película que se basa en el dinero pero desde una arista diferente. The Sting, traducida como El golpe (escrita por David S. Ward, con música de Scott Joplin, dirigida por George Roy Hill y con las destacadas actuaciones de Paul Newman, Robert Redford y Robert Shaw). El argumento gira entorno a tres amigos estafadores que preparan un gran plan. Ellos creen tenerlo todo encaminado hasta que uno de ellos es asesinado y los otros dos deberán salir adelante intentando vengar la muerte del fallecido.

The entertainer (1902) suena en Casi Tennessee, en el departamento lujoso donde sucederán los fragmentos de tres obras que Edgardo Dib ha escogido para homenajear, detallar y narrar quién era este autor. Su esencia, su inventiva, su creatividad, en manos del santafesino que todo lo que toca lo exalta y dota de magia. De una suspicacia distintiva, de esos detalles que no son meros objetos sino la simbología y dialéctica de la que se valía Tennessee Williams al escribir cada uno de sus textos.

Mientras suena entonces esa melodía de Joplin, las amigas se preparan para ir al cine. Ellas están entusiasmadas por ver a sus ídolos: a Paul y a Robert. Muy firmemente se refieren a ellos, como si se tratara de conocidos o amigos. Sus deseos se ven mezclados con la pasión, con esa ambientación romántica que prepara al espectador a sumergirse en un universo perfecto y relajado, para luego crear la tensión del estadounidense y de Dib.

Tanto Ana Padilla como Mónica Buscaglia desarrollan e interpretan sus personajes inspiradas y con todo el compromiso que las caracteriza. Desde los cambios de vestuario hasta sus composiciones corporales las hacen actuar de la artista que corresponda en cuestión de segundos.

Lo que no se dice esboza la relación entre Cornelia Scott y su secretaria Grace Lancaster, quien trabaja para su ama hace diez años (según el texto original, quince). Como símbolo de reconocimiento, Cornelia decora la casa con una docena de rosas (nueve se ven colgando del cielo raso y una en un florero para que Grace la vea pronto). La riqueza de Cornelia no le sirve para ser feliz, sino todo lo contrario. Ella está obsesionada con conseguir la presidencia de Las hijas de la confederación, una asociación donde todas sus afiliadas son mujeres grandes y, según palabras de la propia Grace, las más jóvenes son dos (una de ellas su ama de sesenta años). Todos los diálogos se desenvuelven con idas y venidas sobre dicha temática, a la vez que un teléfono interrumpe constantemente. La reiteración de esta situación, en diferentes escenas, vuelve más atractiva la dramaturgia y dan ganas de conocer más sobre estas mujeres, sobre sus vidas y qué hay detrás de tantas palabras.

Blanche y Stella (hermanas en Un tranvía llamado deseo) aparecen, también, en esta obra para exaltar su vínculo, el embarazo perdido de Stella, el padecimiento que sufre hace tiempo, el secreto de Blanche, el misterio que se huele en el aire sin dejar continuar la vida. Esa vida que solo parece continuar al escuchar el sonido del tranvía, el cual pasa por sobre el techo de la vivienda, para recordarles que hay un exterior que sigue mientras el sufrimiento las aqueja.

Por último, El zoo de cristal, otro de los grandes éxitos de Tennessee, está presente en algunas escenas de la historia que se fragmenta en estos tres clásicos para, luego, unirse como si no existieran las diferencias.

Mientras Amanda Wingfield sigue interrumpiendo las vidas ajenas, Casi Tennessee consigue trasladarnos a diferentes relatos, que en esta ocasión son representados por Ana y Mónica, dos actrices completas, con una vastaexperiencia en las artes escénicas y que llegan para dar todo lo mejor de sí.

Mujeres sufridas, melancólicas, con trabas emocionales, físicas y con esa delicadeza que implantó en sus trabajos Williams y que Dib se encargó de respetar.

Casi Tennessee es una obra que no se puede catalogar ni en el género de comedia ni de drama. Es ambas y, como se solía decir, perteneciente al género gótico sureño (basado en elementos sobrenaturales y extraños que sirven para la argumentación). De no existir los cambios de vestuarios e iluminación, podría sentirse que es una única dramaturgia que modifica a sus personajes de tal modo, hasta convertirlos en lo mejor o en lo peor de sí mismos.

El detalle final: la muerte de Paul Newman en el 2008, motivo por el cual se cita a esta fecha y no como un hito histórico sino como modo de insertad lo contemporáneo en lo moderno. La vida de dos mujeres solas que debatían sobre él como si se tratara de un pariente cercano. El deseo infinito por ser parte de su vida, y el desenlace que cobra vital importancia.

Dramaturgia y dirección: Edgardo Dib. Elenco: Ana Padilla, Mónica Buscaglia. Las funciones son los domingos 18 hs. Teatro El Kafka.

Mariela Verónica Gagliardi

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Otra manera de amar

Oxímoron1

Los musicales de Héctor Presa tienen esa suspicacia y garantía que nos permiten disfrutar del género sin suponerlo. Estos días de verano, podemos asistir a las funciones al aire libre en el Teatro Larreta, en que la naturaleza cumple nos deleita con su aire y fragancias silvestres.

En esta ocasión, una nueva obra llamada Oxímoron, con el mismo elenco de “Amor sin barreras, lo conocí en el Roca” (2014), expone temas no solo románticos sino emblemáticos como la homosexualidad. Y por qué utilizo esta palabra? Justamente, porque, aún, nuestra sociedad evita abrirse un poco más y dejar de juzgar las elecciones de otras personas.

Por suerte, en los últimos años, los gays y lesbianas han conseguido su lugar sin sufrir demasiado la discriminación e ignorancia de quienes todavía no son capaces de amar sin condicionamientos o pruritos.

El teatro, como expresión artística y social, los albergó (desde hace muchsísimo tiempo) y dio la oportunidad de que encarnen a diferentes personajes así como que toquen temáticas recurrentemente “incómodas” para ciertos sectores.

Oxímoron es una figura lógica en que se usan dos conceptos de significado opuesto y en una misma expresión. Sobre esta terminología gira la dramaturgia de Presa, la cual divierte pero ahonda profundamente en situaciones conflictivas, tan habituales como difíciles de asumir.

Entre coreografías y canciones, la historia consigue un punto sumamente importante: lograr que los espectadores se identifiquen con al menos alguno de sus personajes. Esto lo consiguen gracias a los estereotipos de cada uno de ellos en que se esbozan las características más firmes y contundentes como para percibir a una familia tradicional en que ocurren quiebres como en cualquier otra.

La oscuridad los transforma, los deshinibe; los toca con una especie de varita mágica para que se digan todo lo que jamás se animaron. Pero, en cuanto la luminosidad los invade, la vergüenza los invade por completo sin poder remediar las palabras ya esbozadas.

Un juego de contraste en que el blanco y negro cobra su mayor protagonismo, en que los colores desaparecen y la desesperación los limita.

El statu-quo existe como regla fundamental en este clan que parece ser ejemplo de un país que intenta romper con éste no caprichosamente.

La rutina les recuerda que ninguno tiene que hacer lo mismo cotidianamente sino que es posible transformarse y continuar por otro camino. El amor, es el que triunfa, en cualquiera de sus vertientes.

Oxímoron es una obra de teatro para homofóbicos y no homofóbicos. Para quienes cuestionan, repiten modelos establecidos y consideran qué es lo que corresponde. Oxímoron confirma que nada es lo que parece, que dentro de la luz hay oscuridad y dentro de la oscuridad existe luz.

Esa claridad y penumbra que convive en toda persona terrestre, que la conflictúa, que la hace dudar sin encontrar un camino.

El miedo se demuestra, se siente, vibra en el aire, los intimida y muestra el costado más frágil de cada uno -aquel que no quiere ser mostrado-. Mientras la familia continúa con el proceso de liberación en que expresa todo sin filtro alguno, los minutos pasan y el propósito por el cual se juntaron se diluye para ser dejado en segundo plano.

Lo único que importa es la honestidad brutal y la posibilidad de decirse todo.

Oxímoron es todo lo que nos pasa a todos. Esas contradicciones que forman parte del ser humano por el simple hecho de existir.

Incoherencias obnubilantes que intentan cegar al más estructurado y darle liviandad a quien siente más de lo que piensa. Todo ocurre en esta historia que por momento te hace emocionar, reír, llorar e identificarte con situaciones cotidianas.

¿Quién no ha tenido que pasar por un momento de tensión al conocer una noticia que jamás habría querido escuchar?

Cuanto más se intente tapar la realidad, más saldrá a la luz y, las contradicciones, se harán notar. Las verdades podrán ser dichas sin tener que atravesar las miradas ultrajantes. Aunque los silencios notarán el descontento y solamente la ironía los salvará de lo ya dicho.

El aire de un abanico intentará tapar la sinceridad de una madre que lucha contra todo lo que se le oponga. Pero, su discurso se agotará, demostrando que todos tienen la posibilidad de ser quienes deseen, a pesar de las dificultades que se presenten y de cualquier tormenta que se avecine.

Oxímoron ficha

Mariela Verónica Gagliardi

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«Córnea», de Pehuén Gutiérrez

Córnea

ÚLTIMAS 2 FUNCIONES

CÓRNEA

SÁBADO 19 HS.

De Pehuén Gutiérrez

Dirección de Nery Mucci y Pehuén Gutiérrez

Actúa: Ana Padilla

¿Vio que lindos recuerdos que compartimos?

A veces pienso que lo bueno de haberme quedado ciega es que la imagen que tengo de las cosas no envejece.

Funciones: sábados a las 19 hs. Duración: 50 minutos.

EL KAFKA (Lambaré 866 – C.A.B.A.). Entradas: $ 100 y $ 70 (descuentos a estudiantes y jubilados.).

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Musicalmente aprenderás

NoAvestruz, nos abrió las puertas para disfrutar del espectáculo «Lalá y el toque toque», el cual además de convocar a muchos niños, llevó de cola a los adultos. ¿Como acompañantes de los más pequeños? Dejemos abierto el interrogante porque, a decir verdad, los grandes sabían a la perfección todas las letras de las canciones, aplaudían en el momento preciso, jugaban cuando los artistas lo proponían…

Y claro, «Lalá» se recomienda a partir de los 3 años, así que función a función, debe ocurrir que los padres les propongan a sus hijos, ir a ver la obra, y no a la inversa.

Pero, comencemos el itinerario musical: Osvaldo Belmonte (Piano y Dirección Musical), Juan Martín Damiani (Percusión), Roberto Seitz (Contrabajo), María Florencia Prieto (Violín) Jorge Caruso (Banjo); hicieron sonar de a poco sus instrumentos. De repente, las partituras empezaron a volar, como por una fuerte ráfaga de «El viento» (Pepe Iglesias «El Zorro») y allí Karina Antonelli (Voz), apareció.

El repertorio de las canciones es para infantes ya que les enseña a rimar, a deducir antónimos de determinadas palabras, mezclan música clásica, tango y rumba con ritmos más pegadizos para niños.

Mientras Osvaldo, hacía sonar el teclado, le pedía a su musa inspiradora «Esmeralda rascame la espalda»utilizando distintas frases pegadizas, entrenidas y que rimaban entre sí como para ser asimiladas al instante. También disfrutamos «Toque toque», el tema que nos dice que si no queremos bailarlo no lo hagamos.

Uno de los momentos más lindos fue cuando Karina, invitó a los niños a hacer una ronda, mientras recitaban las melodías, como para lograr empatía con el público.

A través, entonces, de distintos matices musicales, nos fueron transmitiendo una historia de amor, en la cual ella y el pianista se enamoraron.

Con respecto a la puesta en escena, fue sencilla y delicada. Uno de los objetos a los que más se remitieró la pareja fue, en distintas ocasiones, a una antigua radio. ¿Qué sonaba? Una voz (a modo de estrategia publicitaria) para entusiasmar a los niños a que compren los discos del grupo. Fue una buena forma de hacerles conocer que a la salida de la sala podrían adquirirlo si así lo deseaban.

«Lalá» es un producto perfecto, trabajado, seleccionado en cada uno de sus temas y canciones. Eso es lo que atrae también al público. No hay dubitaciones ni improvisación. ¿Esto es positivo o negativo? Depende del gusto de cada uno, muy en particular. A decir verdad, «Lalá y el toque toque», parece un espectáculo trasladado de la televisión a las tablas. Solamente le faltarían algunos muñecos o personas disfrazadas y estaríamos en presencia de un programa de la pantalla chica.

Cuando tocaron «La bailarina», Karina le cantó a una marioneta blanca y a nosotros, muy dulcemente. Dicha bailarina, en manos de su ama, fue mostrando los pasos de ballet e introduciéndonos en un mundo de fantasía.

Pero, otra gran instancia de la tarde surgió cuando llegó la canción «El monito» (Pepe Iglesias «El Zorro») ya que en diversas estrofas tuvieron que niños y grandes, hacer estatuas y movimientos, guiados por la cantante. Si te equivocabas, eras reprendido por ella, así que no fue tarea sencilla copiar paso a paso.

Uno de los chicos, casi desde el principio de la función quería la canción de la polenta, pero con el calor que hacía, la banda no tenía demasiadas ganas de interpretarla. Finalmente, le dieron el gusto y por más gotas de sudor que tuvieron, entonaron «Y la fuerza que tiene» (Pepe Iglesias «El Zorro»).

Nadie pudo quejarse de nada, ya que complacieron los caprichos de cada uno. Hasta uno de los niños, en un momento corrió a tocar el piano de Osvaldo.

Hubo entusiasmo, alegría y ganas de volver por segunda, tercera o vaya a saber uno, quizás cuarta vez.

Quedan cuatro funciones más, para que aprendas las canciones y conozcas a este gran grupo de concertistas. ¿Te lo vas a perder?

Equipo

Escenografía: Valeria Abuin

Diseño sonoro: Nicolás Diab

Voz para locución de radio: Eugenia Alonso

Vestuario: Ana Algranatti

Iluminación: David Seiras

Coreografía: Ana Padilla

Dirección de títeres: Daniela Calbi

Diseño gráfico: Eduardo «Bochi» Tunni

Prensa: Luciana Zylberberg

Producción: Lalá y Gonzalo Guevara

Asistencia General: Graciela Gallelli

Dirección: Karina Antonelli y Luciana Zylberberg

Mariela Verónica Gagliardi

 

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