El teatro es ficción, pero toda ficción está basada en alguna realidad.
Este es el caso de «La zorra ilusa» (escrita por Inés Garland y dirigida por Magela Zanotta) una agrupación de micro historias que van reavivando aquel fuego supuestamente extinguido. Que permite soñar con los ojos abiertos, perdonar mientras se sonríe, al tiempo que se huela la exquisita fragancia de un jugo de naranja recién exprimido o que se recuerda que todo lo pasado no siempre fue lo mejor pero tampoco lo peor.
Lo que en primera instancia llama la atención es la escenografía: es como si entráramos en un living de casa antigua rodeado por un divino jardín. Mucho verde, mucha frescura. Y eso es lo más bonito. La no exageración de los relatos, que son narrados en primera persona por dos actrices pero que interpretan a una misma mujer. Un trabajo muy interesante en el que los vestuarios, el modo de hablar y la conjunción de las voces conforman un canon sutil y exquisito. Como esa naranjada que vemos a los lejos sobre una jarra cristalina con rodajas recién cortadas.
Esta es una obra de teatro artesanal y disfruto este tipo de puestas que nos acercan, que nos conmueven, que permiten que ingresemos en la intimidad de los personajes sin pedir permiso.
Una primera cita, una apuesta por amor, las mentiras, la no atracción y la idealización. Historias de amor sobre una sociedad estructurada que se sigue erigiendo sobre lo conservador y puro. Aquellas bodas que nunca alcanzarán a celebrarse, las heridas del corazón que no siempre cicatrizan, la victimización y la culpa.
Me gustó la Zorra ilusa porque es pura poesía pero esbozada de forma natural y esto consigue un acercamiento inmediato entre el espacio escénico y los espectadores.
Me encantó la zorra porque no se refiere a un insulto machista sino a un animal precioso e inteligente. Y, en esta oportunidad, la ilusión nunca la pierde. La ilusión se convierte en esperanza, provoca y es provocada como un juego seductor, infantil o pasional. Esta mujer pasea por diferentes momentos de su vida, danza por el suelo, se revuelca y se convierte en novia. Aquella que no pudo casarse pero que, finalmente, consigue imaginar. Porque si algo está demostrado en esta dramaturgia es que se puede revertir una situación o ser otra deseándolo. Y para eso la imaginación, sin la cual posiblemente moriría por no haber conseguido todos sus propósitos.
Y, en un momento, se oye la canción de Lola Flores:
(…) «Apuesta por el amor, amor, amor,
Amor, amor;
porque la vida sin amor,
no es nada.
Apuesta por el amor, amor, amor,
Amor, amor;
no le cortemos, por favor,
las alas» (…)
Sin el amor, sin la ternura y sin la pasión todo «fracaso» se convertiría en un sinsentido, en la desdicha más grande y en el fin de los tiempos.
Con muchísimo humor, las actrices (Graciela Muñiz y Victoria Bertone) continúan cada historia. Por momentos vemos a una, luego la otra se suma y este juego de dupla es el que nos convence de la importancia de intercambio, de la necesidad de ser escuchada, observada, por más que se trate de nosotras mismas.
¿Cuántas veces quisiéramos mirarnos desde afuera?
«Me hubiera gustado ir al campo con él si él no era él», menciona una de las artistas. Y aquí las risas del público arrasan con todo. Como cuando comparan a un hombre con el tronco de un árbol y tantas otras alegrías y tristezas que son evocadas como caricias.
Sonidos nocturnos nos permiten estar allí, esos insectos que se oyen solo cuando las voces humanas se silencian.
La zorra ilusa es un canto a la vida, el amor de una mujer que recuerda desde el presente todo lo vivido y que siente desde cada uno de sus poros. Ella no necesita maquillarse ni ocultar, esta es su vida y la comparte. Es su vida y la narra. La piensa en voz alta… y nosotros, atentamente, la captamos.
Existe una historia para cada tipo de mujer o una mujer con miles de historias.
No puedo decir que está de moda un espectáculo con estas características pero sí que existen más que en otras épocas y eso es realmente grandioso: que haya lugares en que lo íntimo y más preciado se cuenta en voz alta que, luego, llegado el momento de ir a dormir solo cerremos los ojos.
Funciones: miércoles 20.30 hs. El Método Kairós.
Escrito
en agosto 23, 2017