Hay obras que guardo en mi corazón por muchísimos motivos. Esas historias que no se esfuerzan por ser increíbles sino por tomar un conflicto de la vida cotidiana y transformarlo en novela.
Esta dramaturgia titulada Así de simple es una comedia romántica que me pareció increíblemente preciosa. Los motivos, sobran para que afirme esto. Y es que se trata de una creación llevada adelante por Ignacio Bresso y Sofía González Gil (dirigida por ella) con un estilo muy particular. Esta pieza artística se estrenó hace aproximadamente dos años.
Una pareja será el foco de la obra pero no veremos situaciones hipócritas sino realidades reales a flor de piel. Entonces, la psicología de estos personajes cobrarán valor para protagonizar sus ilusiones sin que tengan que esconderse bajo el velo de lo que “debería ser”.
El Yo, el Superyó y el Ello; discutirán constántemente, se enfrentarán, formarán bandos y, finalmente, descansarán cuando cada uno haya cumplido su propio propósito de ser.
No es nada fácil llevar adelante una propuesta de esta dimensión sin confundirse ni confundir al público. Pero, los artistas tuvieron en cuenta hasta el más mínimo detalle como por ejemplo: el vestuario idéntico. De hecho, existen muchos cambios de ropa a lo largo de la historia y una sincronización perfecta para que cada escena se luzca como merecen. Sucede algo también muy vistoso y es que los tiempos no son cronológicos, motivo por el cual habrá que seguir el hilo conductor para recorrer la intimidad de estos carismáticos novios que, evidentemente, no se han dado el tiempo necesario para asimilar su separación.
Entonces, resulta imposible que no nos atrapen sus anécdotas, los vaivenes, su primer beso, el vacío, la pasión, la frialdad; y todas aquellas cuestiones que absolutamente todos los humanos atravesamos cuando amamos y, luego, dejamos de hacerlo.
¿Alcanza sólo el amor para construir?
Al menos en Así de simple queda demostrado que no. Que cuando se apaga esa llamita que tanto sedujo en un principio, podría extinguirse el entusiasmo. O será que el estar enamorado es solo por un tiempo y una especie de prueba para saber si se está preparado para Amar.
Me sedujo la propuesta, me cautivaron las seis actuaciones, me pareció muy acertada la música elegida y la escenografía que alberga cada momento transitado.
También pude sentir la piel de gallina cuando uno de los sentires se manifestaba en su máximo nivel y parecía no haber solución posible. Porque las voces que tenemos en nuestro interior son nuestras y sólo debemos aceptar que están para guiarnos, para que las escuchemos y analicemos a cuál debemos darle prioridad en un determinado momento.
Podremos reír a carcajadas ante una de las propuestas más seductoras de la obra o angustiarnos cuando todo se vaya diluyendo por completo. Cada quien atravesará su propia experiencia y, estoy convencida, de que les ocurrirá lo mismo que a mí: sentirán que esta historia es para guardar en el corazón por siempre.
Quisiera destacar a una de las actrices que me llegó al alma: Julia Dorto. Ella encarnaba a la voz más atrevida, a la pasional, a la que se juega por lo que siente sin especular algo. Su excelencia a lo largo de la función hizo que me atrapara aún más cada escena y es lógico que esto ocurra. ¿Quién no quisiera hacerle caso siempre al Ello?
Lo que llamamos vulgarmente voces internas, en realidad se refieren a la teoría de Sigmund Freud relacionada con tres instancias psíquicas. Y es aquí donde intervienen: Yo (se basa en el placer inmediato), Superyó (se enfrenta a las otras dos para que predomine lo que “corresponde” según parámetros culturales) y Ello (se enfrenta mucho al Ello ya que intenta frenar sus deseos mediante mecanismos de defensa).
Sumados estos últimos datos me atrevo también a enfatizar que es un desafío lo que estos jóvenes llevan a cabo ya que puede servir a estudiantes de psicología e investigadores para poder analizar estos parámetros y demás cuestiones vinculadas al psicoanálisis.
Por un lado, se siente y, por otro, se piensa.
El protagonista masculino, de hecho, no escogerá a una de las tres mujeres porque él no las ve. Lo mismo ocurre a la inversa. Tres sentires enfrentados con otros tres y un equilibrio que no siempre podrá sostenerse. Una balanza que se inclinará hacia el deseo y, más tarde, hacia lo que correspondería. Así es la vida, al menos la que toca en esta sociedad.
No sé quien sos pero te sigo buscando es el epígrafe de la obra y el sentido de la misma. No aferrarse a alguien por capricho y tomar otro destino cuando así se lo sienta.
¿Habrá algo más importante en la vida que desear ser feliz?
Escrito
en julio 5, 2017