Tu madre no sabe, es una tragicomedia con muchos tintes de comedia negra (escrita y dirigida por Gastón Cerana). Al tratarse de este género humorístico se supone que el público reirá incansablemente de las desgracias sufridas por los personajes de la historia. Pero no es así. Existen muchísimos momentos para el goce y la risa, aunque el dramaturgo indaga por las profundidades más reveladoras en la vida de un ser humano. Aquello que se supone no es correcto, sino todo lo contrario.
Un elenco de lujo (Luis Contreras, Dalia Elnecavé, Anita Gutiérrez, Martín Lavini y Teresa Murías) compone esta obra y hace posible que talento y placer vayan unidos de la mano. Se trata de la segunda obra que presenta el teatro Border y continúa dejando boquiabiertos a los espectadores que se acercan a la sala sustentable para conocerla.
Imposible no destacar la excelencia de Anita Gutiérrez que irradia luz cada vez que interviene en la presente propuesta, demostrando su pasión por el teatro y la actuación.
Con respecto al argumento de la pieza artística, existen algunas cuestiones intrincadas que datan de la realidad real: el vínculo entre una niñera y su víctima. Una madre presente pero ausente que no consigue hacerse cargo de su propio hijo. Y es así es como una criatura es citada a través de sonidos de llantos y congoja para darle notoriedad en el relato. Un pequeño que no se ve en persona pero que, sin embargo, sirve de protagonista y es a través de él que gira la historia.
Chusmeríos de barrio, palabras puestas en boca de la persona “equivocada”, la información que viaja como a través de un teléfono no descompuesto y los hechos que se van reconstruyendo a medida que avanzan los diálogos.
A su vez, cabe destacar el gran dinamismo que se lleva a cabo durante toda la obra, el modo de narrar que permite conocer cada detalle de la acción y su correspondiente relato paralelo, un gran aporte cineasta que permite retroceder y avanzar activamente sin proyección de película fílmica y unos personajes que están perfectamente compuestos para que todo lo establecido corporalmente y con palabras sea realmente creíble y provoque el efecto deseado por su director.
Existe un gran trabajo de creación e interpretación que deja lucir a todos los actores en cada escena, dando lugar a varias sensaciones que permiten replantearnos por qué es tan común y notorio juzgar a quien se supone comete un error (sea este voluntario o no) sin realizar un mea culpa que muestre alguna señal de evolución personal y de sabiduría.
Lo conmovedor aparece en la presente historia y consigue significar más de lo que se supone a simple vista. Una hija que es deslucida públicamente y que puede plasmar incluso algo de sensibilidad por su madre a quien resguarda de toda crítica despectiva.
Más allá del grato momento que se siente durante la función, es posible analizar factores sociales que puestos de una manera u otra pueden convertir la dramaturgia en dos: por un lado puede vislumbrarse cómo los “defectos” son exaltados para conseguir fines humorísticos; pero, también, existe un relato simultáneo en el que se puede observar el significado de cada uno de esos “defectos”. Si bien no hay demasiado tiempo para evaluar instantáneamente y a lo largo de las escenas, sí quedan plasmadas en como fotografías todas aquellas acciones que Cerana quiso realzar por diversas cuestiones. Y, se vuelve todo mucho más interesante y llamativo cuando se descubre que cada personaje (por sí solo) también es una historia diferente en sí misma.
Entonces, un drogadicto puede ser gracioso por el puesto que ocupa y una mujer desequilibrada puede ser vista con ojos lacrimosos o victimaria de su propia vida. El desfile de interpretaciones cobra vigor de una u otra manera, según los ojos de cada espectador y de lo que quiera aportarse en la argumentación.
Tu madre no sabe es un pedido de justicia para los niños que, muchas veces, son tratados como objetos, a quienes no se comprende y a quienes se maltrata por diferentes motivos. A los secretos que se guardan en una familia, a quienes tienen el poder y la potestad de someter a los más indefensos y a burlarse de sus traumas en vez de ayudarlos.
Como una pieza que va íntimamente unida a la siguiente y se juntan entre sí por recursos originales (tanto escenográficos como lumínicos) para dar lugar lazos humanos que son manipulados por el más maniático.
Escrito
en abril 14, 2016