La tragedia de Ricardo III (The life and death of kink Richard III, escrita por William Shakespeare y dirigida por Jorge Eines) plantea ciertos conflictos de dos épocas diferentes y permite que consigamos aunarlas con nuestra actualidad mundial.
Porque Eines compara y asemeja a Hitler y su nazismo con Ricardo III y su despotismo. Claro que existió un verdadero Rey que viviía en la Torre de Londres donde se ejecutaron y encerraron a muchas personas. Este punto transcurre exactamente igual en la historia inglesa y en la dramaturgia.
La Segunda Guerra Mundial (Siglo XX) expone a Adolf Hitler con su plan macabro de crear muchos campos de concentración y eliminar a quienes no fueran como su capricho lo deseara. Dicho espacio físico aparece representado al fondo del escenario y resulta tanto conmovedor como interesante notar el desenvolvimiento de hombres y mujeres que continuaban con sus rutinas diarias de lavar, coser, remendar… hasta que la muerte les llegue.
Cerca de un millón de judíos fueron asesinados en Auschwitz -el campo de concentración más grande, monstruoso y el que reclutaba a más personas de la colectividad-. No solo fue una guerra contra los judíos sino contra todo no incluido dentro de la raza aria: 74.000 polacos, 21.000 romaníes (gitanos), 15.000 prisioneros de guerra soviéticos y alrededor de 10.000 ciudadanos de otras nacionalidades fueron exterminados del mapa para siempre.
El Tercer Reich (en Inglaterra, la equivalencia se denominó Lager) fue orgullo de los nazis y padecimiento del resto de los mortales que temblaron ante el famoso brazo estirado, tan rectamente como su regimen descomunal.
Pero, en la presente puesta en escena, se produce un alivio al comprender que no solo se menciona la crueldad histórica de Hitler y Ricardo III sino que se trata de un montaje que tendrá que llevarse a cabo para no perecer en el intento. Sí, un grupo de actores irán interpretando a los personajes centrales de la obra shakesperiana para salvarse y sobrevivir.
¿Quién fue Ricardo III?
Duque de Gloster que tuvo mala fama, no solo por su forma de proceder sino por la cantidad de asesinatos que tiene en su historial. A pesar de ello, también se lo recuerda como un hombre (con esto no me refiero a humano, sino simplemente por su condición masculina) que se enamoró -sin juzgar si realmente fue amor o manipulación-.
De lo que no se podría estar de acuerdo es del destino de su cuerpo fallecido, el cual se enterró más de cinco siglos después y no en el año 1485 en que perdió la vida durante la batalla de Bosworth Field (Inglaterra).
Se lo recuerda, entre otras cosas, por su frase célebre: “Mi reino por un caballo”. Dicha frase no es más que una súplica que tiene su origen en cómo se preparó a su animal para la batalla. Resulta ser que un herrero estuvo encargado de hacerle las cuatro herraduras al caballo pero, al llegar a la última, la confeccionó sin demasiada perfección ya que se había quedado sin clavos; motivo por el cual durante la riña el pobre animal perdió el equilibro, cayendo y tirando sin querer a Ricardo III. Esa jornada fue definitiva y si el herrero se hubiera comprometido con su trabajo, probablemente el reino hubiera seguido en pie, victorioso.
La historia de Shakespeare es totalmente dramática y atrapante hasta el final.
Jorge de Clarence (hermano de Ricardo que lo precede como heredero al trono), tuvo cuatro hijos: Ana, Margarita, Eduardo y Ricardo. Ana es seducida por Ricardo III -quien le dice que mató a su marido -y su propio hermano- (Eduardo IV) por culpa de su belleza-. Cabe aclarar que también había asesinado a su suegro (Enrique VI). Esta relación enfermiza que pretende tener Ricardo con Ana, a quien humilla y trata bien cuando se le antoja, luego se consolida. La escupida de ella contra él, revela la repugnancia que le tiene pero la necesidad de poder que pretende.
Son muchísimos los personajes de esta tragedia pero lo sorprendente es que queda en el imaginario social esa sensación de súplica por la paz, más allá de frases o diálogos instaurados deleitosamente en los manuscritos ingleses. Un elenco de actores muy bien seleccionados, dentro de los que resaltan Natalia Villena y Alejandro Cop, logrando transitar por un sinfín de emociones, consiguiendo plasmar sus ademanes y diversas expresiones imprescindibles para las artes escénicas.
Autor: William Shakespeare. Elenco: Alejandro Cop, Annemarie Castillón, Denise Yañez, Ernesto Rowe, Florencia Limonoff, Hilario Quinteros, Juan Kiss, Natalia Villena. Director: Jorge Eines. Teatro El Tinglado. Funciones: domingos 17.30 hs.
Escrito
en agosto 18, 2015