Federico García Lorca es el autor de Poeta en Nueva York -uno de sus importantes y reveladores trabajos-. Este libro incluye poemas, los cuales escribió durante su estadía en dicha ciudad y que recién se publicó una vez muerto el escritor.
Durante su residencia, de casi un año, en Estados Unidos, pudo expresar diferentes sensaciones en cuanto a lo que le producía y provocaba la sociedad neoyorkina. Además, le tocó permanecer allí entre 1929 y 1930, siendo que se sucedieron conflictos económicos críticos que afectaron no solo a este país sino a los que dominaba.
Mariano Dossena decidió dirigir el unipersonal -que lleva el mismo nombre que la obra de Lorca-, protagonizada por Gustavo Pardi e impresionarnos con problemáticas del amor, de la sociedad estadounidense -de lo superflua y efímera que resulta-.
El actor interpreta, deliciosamente, cada sensación en su rostro y cuerpo. Su voz acompaña al relato y cada inflexión en la misma connota sufrimiento, bronca, aversión, amor, sutileza, entre otros.
Pardi se mete en la piel del poeta y se siente él. Desde allí, desde ese lugarcito, explota al máximo su creatividad y don para el teatro. Logra captar la esencia de lo más relevante durante la sucesión de metáforas.
El gran Lorca paso casi un año en la ciudad de Nueva York y, durante ese tiempo, escribió el libro que lleva el nombre de esta obra. En sus poemas destacó todo lo referido a la sociedad estadounidense, a la miseria económica y espiritual, al egoísmo y a la división del trabajo.
Gustavo Pardi se moverá en una escenografía de color negra, con cadenas y un banquito. Ese será su lugar y, a través de ella, nos dará a conocer la literatura comprendida durante uno de los declives más importantes de la historia norteamericana.
(…) “No es extraño este sitio para la danza, yo lo digo. El mascarón bailará entre columnas de sangre y de números, entre huracanes de oro y gemidos de obreros parados que aullarán, noche oscura, por su tiempo sin luces, ¡oh salvaje Norteamérica! ¡oh impúdica! ¡oh salvaje, tendida en la frontera de la nieve!” (…)
Como si se tratara de una historia sencilla de asimilar, el poeta -reencarnado en nuestro actor-, emitirá sus sentimientos, representara su historia, las penurias de dicha década y los modos de intentar resolver las crisis económico-políticas.
(…) “El olvido esta expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo, el amor por un solo rostro invisible a flor de piedra. Medulas y corolas componían sobre las nubes un desierto de tallos sin una sola rosa”. (…)
Uno de los puntos a destacar de esta dramaturgia es la transición escogida para relatar los poemas y la ilación entre uno y otro. Quien no conociera al autor podría, igualmente, sumergirse en un texto muy rico y perfectamente interpretado; con vaivenes y una mirada profunda sobre lo esencial en la vida del hombre: su don de humildad.
Hay que tener en cuenta que muchos de los escritos de Lorca están dedicados a diferentes personas, con lo cual, si nos basamos estrictamente en ellos, no es posible la unión entre los diversos relatos como para narrar una historia con principio y fin. Pero, si utilizamos los poemas del libro Poeta en Nueva York, como material adjunto de la pieza teatral, surte un efecto diferente.
Cada verso cobra un valor distinto, un gesto acorde y un sentimiento desde lo más sincero de su corazón.
Lo notorio de la escenografía es que las cadenas enormes que lo abrigan, son las encargadas de mostrarlo como vulnerable ante la muerte:
(…) “Cuando se hundieron las formas puras bajo el cri cri de las margaritas, comprendí que me habían asesinado. Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, abrieron los toneles y los armarios, destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. Ya no me encontraron.” (…)
La sangre derramada no es en vano, no fue en vano. Sus palabras plasmaron y predijeron lo que vendría y que, jamás, podría revertirse en la mentalidad capitalista. Su propia sangre tampoco pudo olvidarse ni ocultarse. Transcurrieron 78 años desde la aniquilación del cuerpo de Federico García Lorca pero los autores del hecho jamás podrán matar las ideas y recursos intelectuales de un pueblo que tenga memoria.
Ni tampoco dejar de lado el daño moral y físico que le provocó el nazismo y fascismo a la religión -netamente católica- que fue vinculada con los poderosos, con los que tienen la vocación de destruir en vez de construir, con los que deciden por ellos y por una sociedad entera.
(…) “Yo tenía un hijo que era un gigante, pero los muertos son más fuertes y saben devorar pedazos de cielo. Si mi niño hubiera sido un oso, yo no temería el siglo de los caimanes, ni hubiese visto el mar amarrado a los árboles para ser fornicado y herido por el tropel de los regimientos.” (…)
Los tiempos, hoy en día son otros, pero lo esencial sigue en pie. El poder sigue en manos de las mismas instituciones. Lo primordial renace con fuerzas, hasta que el amor -con una caricia-, intenta apagar los escombros del dolor. Hasta que el amor, con una caricia, intenta dar fe de una práctica que -desde el corazón- es benévola para la salud.
Escrito
en febrero 13, 2014