*** ABRIL 2024 ***

Te voy a matar mama2

Después de idear varias maneras para terminar con ella, de pensar qué decirle y expresar todo su odio; piensa con el corazón.

«Te voy a matar mamá» (escrita por Eduardo Rovner y dirigida por Herminia Jensezian), se erige como una pieza teatral tragicómica, donde la mayoría del monólogo produce risas hasta conseguir un remate totalmente diferente y sorpresivo.

Quizás las teorías psicológicas puedan afirmar el deseo ferviente que tiene una hija por exterminar a su progenitora  pero, lo cierto, es que todas las mujeres no tenemos el mismo sueño.

La talentosa actriz María Viau, consigue transitar diferentes emociones utilizando varios recursos cliché como basarse en revistas de Feng Shui, disponiendo los muebles y objetos en determinado lugar y haciendo de su casa un espacio adecuado para ella, con equilibrio.

De hecho, lo más cómico es su rostro padeciendo a su madre, recordándola, quejándose de ésta y hablándole sin tenerla presente.

Como todo relato de Rovner, su tinte original e inteligente están presentes y, cada fragmento, aborda un acontecimiento importante en su vida. Esa vida trabada emocionalmente por culpa de su madre.

Qué irrisorio resulta ser que la felicidad de una persona tenga que ver, inexorablemente, con la desaparición de otra. El progreso emocional no debería vincularse a un obstáculo humano sino al hacerse cargo de la mirada que se tiene sobre la vida en general.

La sencillez suele radicar en culpar a otro para no sufrir, pero, todo, absolutamente todo, decanta en algún momento. Para ese entonces, el presente se puede encargar de secar las lágrimas y de reconciliar los malos pensamientos con el padecimiento.

No existe judío en este mundo que no sea culposo. Es uno de los principales requisitos, quizás porque otras religiones utilicen procedimientos que sirvan para liberar la maldad ejecutada.

La verdad al desnudo, pidiendo piedad, odiando al punto del estremecimiento, considerando oportuno el momento para vengarse.

Es su madre, pero eso no parece importarle demasiado. Desde que su padre murió, la vida de ella, también. No logra flaquear, hasta llegado el final en que confiesa su dolor por la pérdida. Está sola, encerrada en cuatro paredes y el rememorar la hará mantenerse en pie.

Rovner dice al final unas palabras con la sensibilidad que lo caracteriza. De hecho, no sería posible que escriba de la forma que lo hace sin el latir de su corazón. Dichas palabras se remiten a la deleitosa interpretación de Viau: “Pocas veces, uno puede decir que lo que ve es más lindo que lo que imaginó. Esta es una de ellas”

Esta es una puesta en escena que permite observar la historia desde tres ángulos diferentes. Mientras ella comunica su vida, su intimidad y torturas; los minutos pasan lentamente para la joven y, rápidamente, para los espectadores. Fugazmente, podremos conmovernos y angustiarnos con la debilidad de esta joven. Su mirada se posará sobre un punto imaginario, para nosotros, y objetivo para ella. Será quien la engendró, lo más detestado y digno para quitar del camino.

Sobre una mesa, acostada en un fiaca, caminando, tramando el momento clave para acabar con ella y parándose en un lugar clave para retomar el hilo de la obra, recordando lo más vertiginoso de su pasado y pidiendo a gritos clemencia.

¿Justicia por mano propia?

Un guión excelente, junto a un elenco perfecto, hacen de esta pieza teatral una historia que no recae en ningún momento, que mantiene la tensión de forma constante, valiéndose de una dirección impecable.

A todo esto, ¿cuál sería el enfoque de su maldita madre? ¿Qué le diría, qué le respondería y cómo se sentiría si se atreviera a tocar a la puerta?

Una segunda parte podría existir entonces, dando lugar a la otra campana, a la otra versión para así, por fin, recrear una historia completa. Mientras tanto, deberemos asumir que la verdad o su verdad es la dicha. En definitiva, el dolor es dolor, la angustia es angustia y la felicidad es felicidad. Acertada o equivocadamente, los sentimientos surgen desde adentro.

Te voy a matar mama ficha

Mariela Verónica Gagliardi

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Deja un comentario