*** ENERO 2023 ***

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Hasta que la sombra se proyecte

Aceite de mariposa1

Hay obras que pasan al lado nuestro mostrándonos determinadas realidades y, otras, que nos atraviesan transversalmente para generar un cambio de pensar y ver las cosas (al menos desde la óptica de la dramaturgia).

Aceite de mariposa (escrita por Thelma Demarchi y Ricardo Lago Oliveira, dirigida por este último y protagonizada por Thelma Demarchi) es una de esas historias del segundo tipo, porque de manera íntima y cercana nos narra algo tan real como certero, algo que cobra vuelo y nos moviliza tanto que conseguimos sentir lo que el personaje siente, pensar lo que dice, callar lo que su boca silencia y terminar soñando con un futuro en el que no se imponga una verdad sino muchas. Permitiendo la existencia no de una voz sino todas.

¿Quién es esta mujer que permanece sentada hablando de su pasado?

Esta respuesta podría obtener múltiples respuestas ya que todas las espectadoras somos diferentes, tenemos vivencias distintas y, por ende, nuestros recuerdos no son idénticos. Hablo en femenino no porque el unipersonal no pueda ser visto por hombres, todo lo contrario. Sino porque una de las temáticas de la pieza artística tiene que ver con nosotras, con la maternidad, con el hacerse cargo, con el no poder siempre, con el desbordar-se. 

Un hombre que se retrata como el abandono mismo, una madre que acapara, absorbe, condena y, quizás, a su manera ayude o perjudique. Una joven que busca el amor por donde sea y como sea. Que aguanta con tal de sentir cariño. Que se conforma con instantes, los cuales, posiblemente, la hundan más. 

Esta mujer que está rígidamente sentada, habla, cuenta… nos busca como testigos de su gran padecimiento que se centra, básicamente, en soportar estar viva. 

¿Cómo tolerar la existencia cuando no se hace un recorrido de auto conocimiento?

A veces los humanos pretendemos sacudir a alguien con nuestro dolor, pero este no es el caso. Ella no quiere llamar la atención, sino relatar una gran cantidad de años que la hicieron atravesar una montaña rusa tan digna como escalofriante. A quienes no sobreviven, pero ella sí. Y acá me detengo para comentarles que siempre que estemos ante la disyuntiva de tomar un camino fácil o difícil, tenemos la mayor herramienta llamada valor para hacerlo. Porque es simple tirar todo por el aire y hacer que explota, pero ella no pretende eso sino renacer como el famoso Ave Fénix, y no desde sus cenizas sino desde el dolor, el abandono, la tristeza, la creación y utilizar la razón para pegar cada partecita de su pasado… como un collage en el que todas las piezas son importantes. 

Algo muy estético y que suma es el tema de la iluminación, la cual va cambiando sus tonalidades de acuerdo a la escena que se desarrolle. Este detalle integra a la obra, uniendo la suma de las partes y manteniendo al público absorto.

Mientras tanto, la mariposa vive al máximo sus horas porque su permanencia en este mundo es breve. O, tal vez, la necesaria para exprimirla al máximo. 

Porque hay quien respira sin saber por qué ni para qué. Como si los días tuvieran que transcurrir delante suyo, como espectador de su propia vida. Pero, hay quien toma las riendas de su vida y cabalga junto a ella, sumergiéndose tanto como sus fuerzas se lo permitan.

¿Quién tiene la verdad? ¿Existe acaso?

Cuando el aceite se consuma, la oscuridad será plena y absoluta. Para ese entonces, la mujer deberá decidir si lamentarse o seguir adelante con un propósito. Por suerte, ella aprehende, se manifiesta, cobra valor y esperanza de un futuro en el que las cosas no sucederán simplemente por azar sino por un fin determinado.

Con un llanto desgarrador, seria, sonriente y tan cambiante como quien se busca; todo llega a su fin. Su recorrido también. Por suerte, el aceite de mariposa no se apaga como una vela. Permanece hasta que todo está dicho. Solo así víctimas o victimarios surgen. Cada quien juzgará u observará. Señalará con el dedo índice o guardará respecto porque aquel que no pudo y ahora puede; por quien siempre puede pero ahora decide correrse a un lado, por quien jamás se desplazará a menos que se lo ordenemos.

Aceite de mariposa es un drama que se vive a flor de piel, maravilloso, muy bien interpretado y con todo lo que una puesta en escena tiene que tener para atravesar la cuarta pared.

Mariela Verónica Gagliardi

Dramaturgia: Thelma Demarchi y Ricardo Lago Oliveira
Actúa: Thelma Demarchi
Dirección: Ricardo Lago Oliveira
Funciones: Domingos, 17 hs. Hasta el 24/11
Espacio Tole Tole (Pasteur 683 - CABA)
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Supongo que las palabras que digo tienen algún efecto

Soy Sonia

Eso dice y espera una afirmación, una respuesta. Algo…

Un unipersonal que ofrece todos los ingredientes para cocinar, a fuego lento, una receta perfecta y artesanal.

Desde el momento en que entré a la sala de Espacio Sísmico pude respirar un aire tenso, con iluminación tenue y la marca de un equipo que trabaja en conjunto (lo cual se nota y mucho). Con respecto a la escenografía, la misma es minimalista, colocando a la protagonista siempre en primer plano. 

Soy Sonia es el nombre de esta propuesta que toca un tema tan profundo, controversial y trillado como el de la muerte. 

Muchas veces me pregunto si existen argumentos nuevos y siempre llego a la respuesta negativa. Entonces, la innovación está a cargo de la pluma del dramaturgo Gastón Díaz (quien también dirige la pieza teatral). Y, Virginia Pezzutti, es quien le da vida a las palabras de una manera tan delicada y empática que es posible llorar sin vergüenza.

Sonia es una mujer joven que recibe una noticia muy fuerte: su padre, a quien no conoce prácticamente, está muriendo. Ella tiene la posibilidad de seguir su vida como si nada o, hacerse cargo de él, de sus últimos momentos en esta tierra y dejar que la transición la envuelva en un mar de lágrimas, de planteos y replanteos, de situación asfixiantes, de toma de decisiones y demás.

Como si se tratara de una película que transcurre en varios lugares pero con foco en un mismo personaje, Sonia entra y sale de los espacios narrados a lo largo de la historia. Resulta enigmático el segundo personaje, quien es lo que ella cuenta. No lo vemos más que en nuestra imaginación. Lo conocemos a partir de sus ojos y podemos sentir acercamiento o lejanía de acuerdo a su corazón.

Ella va y viene, lo acompaña y le habla. Le cuenta dónde vive, qué hace. No intenta recuperar el famoso “tiempo perdido”. Vive, resurge, es consciente de que lo está perdiendo una vez más. Y en esta ocasión para siempre. Su cuerpo ya no pertenecerá más. Se esfumará.

Lo conmovedor es cómo se sucede el tiempo, en qué lugar queda Sonia, hablando metafóricamente, qué siente, qué la conmueve. La poesía está en sus venas y ella se expresa desde ahí y, también, con un lenguaje común. Piensa y resuelve al instante. Y, en cuanto parece no dar más, reaparece de otro modo, evocando todo lo que su piel, alma y corazón sienten. Es tanto que desborda como el agua que recorre su cuerpo, que le devuelve lo que perdió, que reconecta con su tiempo y espacio, que le permiten ser ella sin necesidad de simular a otra.

¿Qué se hace cuando ya no hay nada por hacer?

Esta es una de las cuestiones que logré captar como esencia del unipersonal. 

Alguien en coma, ¿siente? ¿Escucha? ¿Vive?

Es tan difícil poder imaginar si un movimiento inconsciente es tal o voluntario…

Cómo se atraviesa la muerte es algo llamativo e inesperado en esta puesta. En primer lugar, porque no se recurre al humor. Y, en segundo lugar, porque no es redundante la óptica del autor. 

Soy Sonia es a modo de presentación y de cordialidad. De entablar un vínculo y diálogo desequilibrado. De interpretar un sentir según el momento. De acompañar la inexistencia desde la locura.

Soy Sonia es una obra de teatro impecable en la que todo funciona, sirve y coloca al espectador en un lugar activo. Resulta imposible no sentirse atravesado por la narrativa y el palpitar de la actriz, quien se arma y desarma tantas veces como requiera su personaje. Es brillante, como su ductilidad y carisma.

Junto a las proyecciones de diapositivas, el trabajo presentado es único, cautivante y motivador. 

Nacemos sabiendo que algún día vamos a morir. Creo y siento que después de esta función, todos los presentes sabremos que no todo es blanco o negro.

Soy Sonia me permitió conocer una nueva mirada sobre la muerte que no es más que la vida desde la vereda de enfrente.

Dramaturgia y Dirección: Gastón Díaz
Actriz: Virginia Pezzutti
Funciones: Sábados, 21 hs
Espacio Sísmico (Lavalleja 960 - CABA)

Mariela Verónica Gagliardi

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¿Psicodrama o realidad?

Anita o la tragedia de las partes7

Cuando la existencia sofoca, aburre, distrae y no hace más que evitar el disfrute y la vida misma; surgen las transgresiones como opción.

Anita o la tragedia de las partes (escrita y dirigida por Luis Longhi) es una fiel visión de esto. Una búsqueda hacia los límites no establecidos más que por la moral o alguna astucia pasajera.

Anita (protagonizada por la talentosa Maia Francia) es, posiblemente, la mujer que muchas veces quisiéramos ser -al menos por un instante de lucidez-. Probablemente quienes vean la obra puedan cuestionar mi perspectiva y estaría bien (o mal) de acuerdo a lo que cada una quiera y/o sienta.

¿No perciben acaso días en que la rutina asfixia demasiado hasta no permitirle al aire salir de la garganta?

Quizás la existencia no sea una fiesta constante pero sí debería ser una oportunidad de enfrentarnos con algo o alguien que nos haga sentir que “vale la pena” respirar.

La presente historia plantea varias aristas y esto resulta sumamente interesante para ver, sentir y, sobre todo, analizar. Tanto en el momento como después. Y no solo después de la función sino días después. Hasta que caigan las fichas suficientes que nos permitan saber si Anita es una desquiciada o si, tal vez, tiene la fórmula ideal para sentir lo que su cuerpo le pide.

Hay quienes juegan a la ruleta rusa considerando la gravedad o la adrenalina del acto del revólver. De la acción de arrebatarle la vida a un otro por x causa o motivo. A veces, simple diversión. Aquí ocurre algo similar, salvo que es una experiencia única y atractiva para el espectador; donde (por suerte) no vuelan cabezas.

Anita tiene un plan, aquél que no conoceremos hasta el final de la dramaturgia y que por cuestiones obvias no podría develar. Lo que sí les aseguro es que si se permiten no juzgar, van a encontrarse con un universo platónico, artístico, musical y con segundos movimientos que mantienen la astucia de todo rebelde.

El mundo de esta mujer se divide entre lo intelectual, lo pasional y lo banal. Dentro de este último, ella no está incluida. Por eso, a mi parecer, le cuesta tanto transitar los días de su existencia. No logra pertenecer y no quiere pertenecer. Sí, en cambio, romper las estructuras establecidas e imponer su personalidad única e irreversible.

Cabe resaltar la dupla lograda junto a María Viau, con quien emprenden la aventura más peligrosa de sus no vidas. A ellas se suman dos actores (Pablo Sórensen y Sebastián Politino) que irán y vendrán de acuerdo a las necesidad del texto y los caprichos de Anita.

La protagonista es curioso cómo se busca profundamente. Mirada desde afuera pareciera tratarse de una persona rígida, bien plantada y con objetivos claros. Nada de eso es real. Ella, justamente, está perdida entre cuatro paredes. Se mueve, constantemente, danza, gira, se desplaza por el suelo. Se compone y vuelve a caer. Como sus sentires. No es bipolar sino una mujer desbordada e incluso acompañada por sus amigos no muy coherentes entre sí. De esto resultan varias situaciones dignas de ser observadas una y otra vez; ya que las mismas se reiteran en formatos aunque no en formas.

¿Por qué psicodrama?

Es lo más novedoso de la puesta en escena. Una historia ficcionada dentro de la propia ficción. Una verdad mentirosa y una interpretación que fuerza a aquella realidad que nunca llegaría espontáneamente.

Un cuarteto de cuerdas acompaña cada escena de la tragedia que resulta ser la propia existencia y la propia muerte o alguna muerte.

Por momentos se ve a Anita acercarse a los músicos cual directora y su posiblemente (desquiciada mente) le permite manipular todo y a todos para montar aquella vida que siempre hubiera querido tener: la arriesgada, la de equilibrista sobre una cuerda floja.

Todo pareciera tenerlo bajo “control”, pero ¿quién la controla a ella? Por momentos su amiga y por otros el azar.

¿Cómo saben los mortales que están vivos si nunca transgreden los límites?

¿Cómo podrían estar seguros de que esta vida es vida y no un sueño que en algún momento se termine?

Luis Longhi dirige esta magnífica pieza artística dentro de la que cada uno se luce, se expresa y demuestra dónde está el precipicio o la luz misma. Aquella que, tal vez, exista cuando otra se apague.

Dramaturgia y dirección: Luis Longhi
Actúan: Maia Francia, María Viau, Pablo Sórensen y Sebastián Politino
Funciones: Sábados, 18 hs
Teatro El Tinglado

Mariela Verónica Gagliardi

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Lo quiero ya, de Marcelo Caballero y Martín Goldber

Lo quiero ya*GANADOR PREMIO HUGO a MEJOR MUSICAL OFF* (2017-2018)

*GANADOR PREMIO HUGO a MEJOR DIRECCIÓN EN MUSICAL OFF* (2017-2018)

Suena el despertador y empieza la vorágine. Once personas que viven corriendo y corren para vivir van hacia diferentes lugares en un mismo día.

Poderlo todo, estar, ser parte, llegar y alcanzar el éxito son algunos de los fugaces pensamientos que sobrevuelan la cabeza de estos personajes en sus vidas de agenda llena. Todos tienen algo en común: la aplicación que los guía para que eso suceda.

Lo Quiero Ya es una comedia ansiosa a ritmo musical que te invita a encontrarte cara a cara con la vertiginosa vida moderna.

Cualquier similitud con la realidad NO es pura coincidencia.

AutoríaMarcelo Caballero, Martín Goldber

ActúanEstefanía Alati, Karina Barda, Victoria Cáceres, Victoria Condomí Alcorta, Alejo Cruzado, Fede Fedele, Macarena Forrester, Andrés Passeri, Julieta Rapetta, Candela Redín, Lala Rossi, Juan Pablo Schapira, Nacho Zabala

MúsicosPablo Barone, Franco De Paoli, Gabriel Mathus, Juan Pablo Schapira

VestuarioMarcelo Caballero, Marina Paiz

EscenografíaVanessa Giraldo

Diseño de escenografíaVanessa Giraldo

Diseño de lucesMarcelo Caballero

MúsicaJuan Pablo Schapira

Letras de cancionesJuan Pablo Schapira

Letras de musicalesJuan Pablo Schapira

Stage ManagerEmiliana Di Pasquo, Luciana Lippi

Diseño de imagenMarcelo Caballero

Arreglos VocalesJuan Pablo Schapira

Producción ejecutivaRosario Irusta

ProducciónLucien Gilabert, Julia Marcovich, Nahuel Quimey Villareal

CoreografíaMarina Paiz

Puesta en escenaMarcelo Caballero

RealizaciónLos Escuderos

Dirección musicalJuan Pablo Schapira

Dirección CoreográficaMarina Paiz

Dirección de actoresMartín Goldber

Director musicalJuan Pablo Schapira

Dirección generalMarcelo Caballero

Web: https://www.instagram.com/loquieroyateatro/

Duración: 90 minutos

Clasificaciones: Musical, Teatro, Adultos

EL GALPÓN DE GUEVARA

Guevara 326 – C.A.B.A.

Teléfonos: 11-3908-9888

Web: http://www.galpondeguevara.com

Entrada: $ 400,00 – Domingo – 19:00 hs – Hasta el 30/06/2019

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Todos nos volveremos a ver

La vida y la muerte, dos momentos, dos etapas. Dos algo que bien se desconoce. A veces, podríamos pensar que estamos soñando o en otra dimensión. Que ya vivimos otras vidas o que esta es, simplemente, la primera.

Existen muchas teorías al respecto. Pero, de lo que podemos estar seguros es que para vivir y para morir hace falta valor.

En el musical “El dedo. ¿Podrá un vivo casarse con un muerto?” (con Libro y dirección de Diego Badaracco) se puede ser feliz durante más de una hora, acercarnos a la parca sin miedo, hacernos amiga, disfrutar y ver un universo de colores que no parece ser para nada malo.

Porque, en verdad, uno suele sentir miedo hacia lo desconocido y esto no es ningún descubrimiento de mi parte. A lo conocido lo podemos manipular, conversar, guardar, quitar y hacer lo que nos plazca. Pero, con aquello que tenemos más incertidumbres que certezas, ¿qué hacemos?

¿Cómo nos enfrentamos ante lo temido, lo inaccesible?

Muchas tonalidades e historias nos invitan a compartir una comedia musical llena de esperanza, de talento y de magia en el éter. Con coreografías súper atractivas, canciones e interpretaciones es que podremos sumergirnos en un matrimonio en vida y otro en muerte. Suena raro, ¿cierto?

Porque al dejar de existir de este lado, no implica que dejemos de existir del otro lado. Parece ficción y en este caso lo es. Aunque hay quienes prometen un Paraíso o un Cielo o un algo que puede ser que sea más deseo que justificación racional. Pero, ¿para qué adelantarnos?

Un joven, protagonista de esta historia, es quien andará de un lado a otro sin pedir permiso. Aventurándose a descubrir todo aquello que le intriga. Paseando como en busca de algo que quizás ni siquiera se imagina. Gracias a su deleite es que podremos sonreír y tener la esperanza de que en algún momento veremos a nuestros seres queridos que ya no nos acompañan físicamente.

Es un cúmulo de sensaciones encontradas que nos recorrerán por dentro y por fuera. Acariciándonos y dándonos un suspiro en medio de la angustia.

Pero, El dedo, no es un musical para llorar sino para conmovernos, para vivir a pleno, para bailar en las butacas e imaginar lo intangible como más allegado.

Como cuando éramos niños que inventábamos cuentos incoherentes porque tan solo se nos ocurrían. La imaginación está a flor de piel y vale la pena despojarnos de prejuicios para escuchar a quienes aman, a quienes tienen la oportunidad de cambiar sus vidas, a quienes se descubren solidarios y se corren a un costado, a quienes se disculpan por decidir por otro, a quienes se dan la posibilidad de querer cambiar el mundo impregnándolo de cosas bonitas y de reencuentros maravillosos.

Como si el tiempo se detuviera, un rostro es reconocido, un vestido se convierte en decorado y el capricho más absurdo en realidad.

Porque siempre se dirá que las cosas se valoran cuando se pierden. Y muchas veces es cierta la frase, aunque no siempre.

Por eso es que la ciencia ficción nos hará palpitar una escenografía que acercará el más allá al más acá. Que nos traerá lo más simple para que, de una vez por todas, sintamos que lo que no se hace ya mañana podría no ser igual.

Un vivo y una muerta pero no que imaginamos. Una muerta que enseña, que construye, que da y se retracta ante sus errores. Porque, evidentemente, en el cielo también se paga por ellos.

Ya habrá tiempo para uniones eternas, quizás.

Lo que hoy vale es el caminar por aquellas sendas añoradas y no impuestas. Por esos paraísos en vida y no los prometidos según la Biblia.

Un elenco maravilloso en el que cada artista tiene su momento para lucirse, para desplegar su talento, su caudal de voz, su delicadeza, su humor y picardía. Un boom que explota y se expande por toda la sala del teatro La Mueca. Adrenalina que recorre los pasillos, que nos contagia e impulsa a aplaudir sin parar. El libro y la dirección son óptimas y se trasluce el trabajo en equipo de modo integral.

La oscuridad aquí es arte, es color, es celebración. Y es una manera de aceptar que así como existe la muerte también existe lo negativo adentro de cada uno de nosotros. Aceptarlo es la única posibilidad que tenemos de construir y no destruir. Quien niegue esa parte estará negándose a sí mismo.

Mariela Verónica Gagliardi

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Registrar cada minuto de tu vida

Fotogramas27

La vida es como una película donde cada día muestra una fotografía diferente. Fotogramas (de Sofia Schverdfinger y Judith Cabral) muestra cómo la popularidad y la fama se pueden convertir en los peores enemigos de una persona.

Dos mejores amigas (las autoras de la obra) se ven enfrentadas por el camino que eligen y, durante toda la dramaturgia, podremos disfrutar de las canciones que representarán las artistas, las cuales irán conformado un interesante entramado.

Siguiendo la trama de la historia, impacta el modo de utilizar diferentes recursos para narrar. Imágenes filmadas se entrelazaran con la teatralizacion y, un grupo de música, irá intervienendo, también con Fotogramas.

La fortaleza de la obra se encuentra en el video y en la voz de Judith Cabral, como potencial. Ella cumplirá su sueño de actuar y ganar fama, olvidándose de su amiga -a quien desvalorizará en reiteradas oportunidades-.

De esta manera, los valores, la amistad y el amor; alcanzan la cima -dejando en el camino lo más banal y frío-. Cuando se prioriza el olvido, todo se disuelve, se segrega dentro de un abrigo de piel con joyas y pendientes de oro.

En cuanto a la escenografía, está compuesta por diferentes decoraciones que se modifican y cambian de acuerdo al momento de la historia y al cuadro desarrollado.

«Fotogramas», es una comedia musical con momentos muy buenos, conseguidos gracias a la combinación de diferentes recursos narrativos. El elenco es heterogéneo, permitiendo observar en un extremo, un nivel excelente -como el de Judith- y, por otro lado, a artistas que comienzan a mostrar su sueño escénico. Considero que la obra decidió conformarse de esta forma para darle la posibilidad a diferentes artistas de subir al escenario y que evoquen un mensaje, el cual quedará impreso entre los espectadores.

Podría lograrse un producto superior, escogiendo a artistas más a la par de Judith pero, evidentemente, para que la historia sea coherente, han seleccionado a un grupo heterogéneo -montándole coreografías simples y pasos sencillos- demostrando que no es imprescindible actuar y bailar de forma excelente para integrar escenas de la vida. El contraste obtenido permite que se le preste atención, también, al contenido como eje central, que predomina a lo largo de la dramaturgia.

Así se logran dos caminos: uno estético y fugaz y, el otro, común y permanente. El guión hace hincapié, constantemente, en diferenciar ambos rumbos, sin dejar que interactúen entre sí. ¿Por qué una actriz famosa de cine no puede ser sana, tener un círculo íntimo de amigos y familia y ganar dinero con lo que ama?

Aún veo en mi cabeza esas imágenes del film, tan bien interpretadas y editadas, durante las cuales disfrutamos del cine y teatro al mismo tiempo. Cada personaje podrá decir su parecer en cuanto a la vida, rodeándonos de fe y calidez en cuanto a la toma de decisiones.

Los encuentros y desencuentros estarán presentes así como la nostalgia y tristeza. También, las situaciones límite se esbozarán sin llegar a su extremo, demostrando que siempre es posible arrepentirse y tomar otro rumbo.

Dibujar cada momento como se quiera y de la forma adecuada, intentando no perjudicar a los momentos y, tomando conciencia de lo fundamental que resulta el trazo en el papel.

De repente me vi invadida de distintas situaciones que me mostraron dos mundos posibles: el soñado y el real. Centrándome en el primero, este se ve reflejado durante la primera parte de la historia mientras, el segundo, se plasma casi llegado el desenlace -demostrando que los personajes no tienen la convicción como para lograr sus metas-. Son débiles y podrían no serlo, intentando equilibrar sus elecciones.

Ellos determinan que lo básico los reconforte, los reúna y estabilice. Como una gran foto panorámica, cada secuencia y gesto quedarán impresos.

fotogramas ficha

Mariela Verónica Gagliardi

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