El vacío pos soledad
Corría el año 1971 y los gobiernos de facto se sucedían unos a otros. Lanusse, en esta ocasión, con su uniforme, intentaba representar poder y abolición de ideales y sueños. Los movimientos sociales querían salir a la luz, mientras la economía se hundía cada vez más. Dentro de este panorama, Ricardo Halac, escribe su primera obra de teatro llamada “Soledad para cuatro”.
En esta oportunidad el dramaturgo eligió a Patricio López para que dirija esta nueva puesta en escena.
Pasaron cuarenta y tres años desde aquel entonces en que la pluma de Halac narraba circunstancias y vicisitudes de la adolescencia, teniendo en cuenta la política existente y la destrucción de valores humanos.
Pero, ¿por qué soledad y no vacío?
Cuatro jóvenes -dos chicas y dos chicos- se encuentran en la casa de uno de ellos para hacer la típica cita de parejas. Ellos no se conocen entre sí y es una especie de cita a ciegas que les permite sacar a la luz sus heridas y descontentos.
Durante el encuentro ocurrirán diferentes situaciones que demostrarán la tristeza de cada personaje, tanto de los adolescentes como de la pareja de adultos. Ninguno de ellos es feliz ni lleva la vida que quiere. Solo existen, sobreviven simulando vivir. Por eso, en cuanto se reúnen, el dolor es mostrado agresivamente, el amor fugazmente y el poco compromiso tenazmente. No es casual que la situación vigente del país los hiciera actuar y ser así. En pleno crecimiento, reciben censura, no conocen lo que es la democracia y, de ese modo, suponen sin decirlo, que la manera es imponer.
Imponer sexo, imponer ideologías, imponer una forma de vida, juzgar el comportamiento de otro y creerse iluminado por actuar a lo “macho”.
Casualmente, aunque no creo en las casualidades, hoy que se estrena esta pieza teatral, la situación de Argentina no es la óptima. En los setenta se impedía el retorno del peronismo y, ahora, se intenta por todos los medios de obstaculizar el buen funcionamiento del gobierno nacional. Hoy, que se estrena la puesta llevada a cabo por Patricio López, diferentes gremios, están de paro -entre ellos varios medios de transporte, por más que no lo aclaren eficazmente-. Pero, el paro contra este Estado no nos impidió llegar al Teatro, apoyar al elenco y demostrar que el arte es el único cable a tierra que en momentos de desesperanzas, nos une como pueblo.
En cuanto a la escenografía, no pude parar de observar la radio capilla ubicada a la izquierda y, en el otro extremo, un tocadiscos que reproducía la música de fines de los sesenta -con variantes lentas y otras más movidas-. Decoraban el living de la casa unas sillas grandes negras y un mueble que sostenía un teléfono y diferentes bebidas alcohólicas.
Me llamó la atención el estilo de sillas ya que en esa época se usaban de otro estilo, por ejemplo de madera, generalmente. Adentrada la historia comprendí que la violencia les permitiría descargarse con ellas y cada objeto rodar por doquier.
La soledad no es física solamente sino interna. Esa desazón, penuria, sabor amargo y preocupación por todo los invade a cada uno de estos jóvenes, a la vez que la madre del protagonista se refugia en el alcohol para, también, seguir rodando por inercia en este mundo.
Todos los sentimientos desatados durante la obra son extremistas y en cuestión de minutos pasan de uno a otro sin piedad. El egoísmo, el recrudecimiento de la realidad, las penas, la desvalorización personal y el desencanto por la vida; los muestran como reflejo de la sociedad de aquel entonces.
¿La soledad no permite que se sumen más integrantes?
Es la bebida que puede compartirse con cualquier partenaire de baile, uniéndolos en una ronda desprovista de piedad, lágrimas y fuga de razonamiento.
Resulta curioso cómo las mujeres de esta historia son más fuertes que los hombres, a pesar de las descripciones que las muestran frágiles. A la vez que los segundos necesitarían una brújula para reencontrarse consigo mismos. Éstos actúan de la manera opuesta a como son, buscando amor en los brazos equivocados, mientras las mujeres hacen su camino, llano pero camino al fin.
Una invitación a la reflexión, a quiénes son en verdad, qué buscan, qué pretenden y cómo conseguirlo. El maltrato reina, supervisa, se lleva a cabo, destroza corazones y todo continúa. Cada estereotipo refleja un propósito que avanza sin culpas, sin remordimientos.
¿Cómo apartarse y pensar libremente si su entorno social solo quiere sangre?
¿Existe modo de combatir la violencia física y verbal?
Actualmente, sufrimos una invasión de información que desborda y confunde hasta al más erudito. Entonces, ¿cuántos años más tendrán que pasar hasta que nos demos cuenta que sobre la queja no es posible construir sino destruir, que la violencia genera más violencia y que, ahora, que estamos en democracia no tenemos que permitir que nadie nos silencie?
Escrito
en agosto 28, 2014