*** ENERO 2023 ***

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El único miedo debería ser no desear

Demasiado cortas las piernas1

Aquí y allá, y en cualquier lugar del mundo será un tema que provoque escalofríos con tan solo mencionarse. Con intentar entender los motivos, las causas, las consecuencias, el dolor, los traumas, las secuelas, el llanto desgarrador, la desolación.

La vista gorda es el aspecto más recurrente cuando se trata de abuso. Quizás intentando subsanar con palabras aquellos momentos en que era preciso tomar una postura adulta, inmediata y de quiebre. Tal vez, haciendo primar el egoísmo, utilizando un despliegue enorme de fundamentos que ni siquiera la propia persona lograría creérselos en toda su vida.

“Demasiadas cortas las piernas” (escrita por la autora sueca Katja Brunner y dirigida por Diego Faturos) es un acercamiento a lo prohibido. Ya no se trata de un tabú tradicional sino de una postura mucho más provocativa como podría ser el goce, ese sentimiento salvaje que la protagonista -una niña de cinco años- esboza con palabras y movimientos a lo largo de la dramaturgia. Ella no es una actriz pequeña, motivo por el cual logra un efecto desgarrador ya que tiene la posibilidad de jugar con los tiempos y recorrer su pasado y presente según lo requiera su historia de vida.

Y de eso se trata: de su propia biografía que es cuestionada por un grupo de estudiantes de teatro podría decirse, que se encuentran con la víctima para desenmascarar cada momento específico y esencial. Es así como se plantean dos relatos: uno lineal y otro oscilante. Los actores se dan el lujo de cuestionarle a ella todo lo que quieran, a la vez que de exigirle que tenga en cuenta determinadas acciones, expresiones y palabras para interpretar a la pequeña.

Desde ya que madre e hija son rivales en esta historia ya que el padre no está presente, por lo tanto no tiene posibilidad de “defenderse” o replicar algo. El drama familiar encuentra su lugar en Timbre 4, teatro en que llegan propuestas como esta, de mucha calidad y envergadura social.

Una madre artificial y no por su aspecto sino por la postura que toma ante su familia y ante la vida. Si bien sabe lo que ocurre, prefiere mantener, de algún modo, a los integrantes unidos, que tirar la primera piedra y hacerse cargo de las consecuencias desatadas. Bajo este panorama el abuso sexual logra desarrollarse de forma que la manipulación paterna consigue erigirse como amor. No se trata de un padre perverso, degenerado, desequilibrado y tantas otras adjetivaciones que podrían decirse respecto a su accionar. Es un ser que tiene necesidades, ¿no? ¿Que ama, que desea?

¿Cómo puede cumplir sus deseos una niña tan chiquita -que juega con Barbies y peluches- cuando apenas consigue tener un registro de su propio cuerpo?

Y no precisamos citar siempre a Freud para determinar la división entre lo correcto e incorrecto, en quién decae la culpa ni en definir si lo sufrido durante la infancia tendrá repercusión más adelante.

Julieta Vallina se encarna en este complejo rol dentro del que nos hará pasar por tantas sensaciones posibles como se pueda en el teatro. Ese nudo en la garganta, la vista nublada de lagrimear y la continua bronca hacia algo o alguien, harán que tanto la protagonista como el resto del elenco cumplan con su investigación.

Dentro del enriedo al que la tuvo acostumbrada su papá desde el día de su nacimiento, ella lo recuerda como su amor, como aquella persona que la cuidó, que le hizo sentir tantas cosas lindas… Y, frente a estos postulados, ¿cómo condenar a este hombre?

Se trataba de una menor de edad, sí. ¿Y si hubiera sido mayor la situación habría cambiado, no habría sido juzgada?

Ni la medicina, ni los chequeos ginecológicos, ni la ceguera familiar conseguirán decir cuál es el mejor camino. Mientras no existan denuncias, ¿qué persona está en su derecho como para decidir que no pueden amarse un padre y su hija?

Los encubrimientos producen escalofríos sin lugar a dudas y la cama llena de muñecas nos sitúan en una infancia interrumpida, la misma que se encamina hacia el deseo. El mismo que un hombre no siente hacia su mujer pero sí hacia su hija.

Pareciera ser un modelo imposible de comprender, no para aceptar sino simplemente para entender y analizar.

Entre los videos en blanco y negro, las notas que suenan desde un piano en vivo y los continuos vaivenes de la pieza teatral; es posible que la mente se abra mientras el corazón llora.

Una vez juntada la escenografía, todo desenlace llega a su fin. Posiblemente el deseado masivamente aunque la palabra del ausente podría haber completado el relato tenaz de estas dos mujeres que creían vivir en mundos diferentes, en un castillo en que la princesa no encontraba a su amado príncipe sino a su Rey. La historia clásica se rompe para darle paso a lo contemporáneo, a nuevos cuestionamientos que estaban bien escondidos por temores.

Demasiado cortas las piernas ficha

Mariela Verónica Gagliardi

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Mujer loba

El viento en un violín1

Diferentes estilos de familias son propuestas y establecidas, por diferentes circunstancias, a la vez que historias sencillas con un trasfondo social movilizante.

El amor y la homosexualidad se unen pero para dar pie a la vida. Mujeres que se aman y buscan ser madres, indagando cómo lograrlo, soñando despiertas con ese momento, animándose a llevar adelante un plan del que no podrán arrepentirse jamás -por más que lo piensen-, intentando derribar esas barreras que no conducen a bellos lugares sino todo lo contrario.

Como si se tratara de un capricho, sus corazones se adueñarán de la doble maternidad, sorteando obstáculos y consiguiendo derribar hasta al peor diagnóstico.

Fuera de esto, las historias que se desarrollan paralelamente pasan a ocupar lugares muy secundarios. Todos los actores están en escena pero las secuencias se desarrollan según el desenvolvimiento del eje principal.

La iluminación enfoca a quienes deban continuar el relato, consiguiendo que la comedia oscile entre risas y desgracias.

«El viento en un violín» nos lleva por esas melodías románticas implantando doctrinas violentas y justificando lo más temido.

El violín como instrumento de cuerdas y de viento, como objeto sorpresivo. Paradójicamente, solo se escuchan notas graves al principio y fin de la dramaturgia, logrando plasmar lo más feroz a partir de otras acciones notables y concisas, fuertes y dramáticas.

Lo absurdo se apodera de todo con tal de evitar sufrimientos, dejando en evidencia la sobreprotección -rasgo que predomina en todos los personajes menos en el portavoz del raciocinio-.

El psicológico, a la espera de un paciente imposible de ayudar, la corrupción esbozada dentro de los lazos más íntimos; la verdad tapada, reinventada y gritada a los cuatro vientos-.

Aire en movimiento en busca de renovación, vientos de cambios, camas deshechas, desorden visible y modos de vida un tanto escalofriantes.

Análisis desafortunados, intereses desmedidos, dolores irremediables y un sinfín de situaciones que se reiteran durante la obra como foco social ya que son ejemplos reales y tangibles. Una sociedad que juzga y evita al diferente, sometiéndolo a torturas psicológicas desmedidas.

La maternidad sin necesidad de un padre pero considerándolo. La muerte ignorada. El amor que arrasa con todas las estructuras, inoportunando al ser más egoísta y manipulador. La psicología ansiosa de implantar sabidurías de libros en que se considera la igualdad como parámetro básico para encasillar y orientar.

¿Qué lugar ocupa el diferente?

La democracia como un tipo de gobierno ineficaz en que la mayoría puede avanzar en sus intereses mientras la minoría queda mirando sin saber qué hacer. La libertad de quienes aman demasiado ante cualquier adversidad, conociendo sus limitaciones pero evadiéndolas por completo.

Y con respecto a figuras maternas se logran conocer varios estilos, dejando en evidencia cuál es el mejor modelo -al menos para esta historia-.

Madres que acompañan, madres que agobian, madres que eligen por sus hijos imponiéndose y simulando ocupar un lugar que no les corresponde.

Claudio Tolcachir consigue aunar risas y llantos, otorgándole a la mujer un poder merecido, un respeto pretendido y la luz para alumbrar nuevas vidas.

Quien sea judío seguramente reirá a carcajadas por los estereotipos creados en escena. Las raíces originarán diferentes sonidos que vociferarán crueldades, necesidades y modos de ver la vida.

Con silueta femenina, sonando en su nota más grave, las adversidades se harán notar, la oscuridad aparecer y los pasatiempos distraer a quienes más desean algo con la fuerza del corazón. Y eso significa «El viento en un violín»: que las mujeres tengamos la posibilidad de gritarle al universo lo que queremos y lograrlo en algún momento. Que la ferocidad, esa loba que todas tenemos dentro, pueda imponerse ante cualquier obstáculo sin perder de vista el objetivo.

El amor, finalmente, triunfa, enseñándonos que la violencia no es el único camino posible y que, de hecho, su utilización puede traer consigo consecuencias no esperadas.

Después de reír -como si se tratara de una comedia divertida-, la trama cambia su expresión para dar lugar al fundamento de la obra: esa lucha íntima, minoritaria y aún no atendida por quienes aman de una manera no convencional.

El viento en un violín ficha

Mariela Verónica Gagliardi

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Un monstruo que devora al más débil

Emilia1

En medio de una familia totalmente destrozada y agotada de tanto intento frustrado, resurge una de las mujeres más déspota e hiriente metiendo el dedo en la llaga donde más duele. Su nombre es “Emilia” (de y dirigida por Claudio Tolcachir).

Ella (Elena Boggan), una anciana mujer pero con garras de joven violenta, narra su pasado donde dice haber disfrutado de vuestra compañía. Entrometida al máximo, con un estilo de suegra -sin serlo-, de madre, de amante y de mucama; se va encargando de recuperar un lugar que tuvo antaño.

Walter (Carlos Portalupi), su hijo adoptado de la vida, la encuentra en la calle e invita a conocer su nueva casa. Claro que jamás imaginó que de esa simple charla se dirían las atrocidades más grandes y cada miembro de la familia mostraría su verdadero rostro.

Esta obra dramática no es una historia inventada sino una narración que nos recorre de principio a fin. Quizás, alguno Emilia3pueda identificarse con la situación reinante o, tal vez, conozca a alguien que pasa o pasó por algo similar. Estremece, da escalofríos -claro está- ya que el elenco de actores es excelente y logra hacernos sentir cada sensación relatada por Tolcachir. Pero, la angustia es inevitable. No hay nada por hacer y nosotros seremos meros espectadores de un desenlace terrible, el cual no puede imaginarse al comenzar “Emilia”.

Me parece interesantísima la manera de colocar un paralelismo entre el pasado y presente, donde el foco está puesto en esta humilde viejita, desorientándonos por completo y logrando que atravesemos -junto a ella- su visión de la historia. Su relato pasa a ser el predominante, olvidándonos que existe un argumento más amplio que apunta a un lado que aún no conocemos. Más tarde, sabremos por parte de los demás personajes, otras verdades que nos permitirán conformar una historia completa de la cual podremos: juzgar, acusar con el dedo o simplemente callar para reflexionar.

“Emilia” no queda abierta, sino cerrada, como muestra estar entre las rejas. Dicho encierro le otorga la culpa, una culpa tenaz que la va humillando en silencio, de a poco, sin que logre tener el valor de asumirlo. Esa es ella. Esa mujer que luchó por educar a un hombre que no había salido de su vientre pero que, sin embargo, sintió como tal. Se puede Foto prensa 1odiarla aunque ella con esa mirada y ojos cansados logrará conmover a cualquier puritano de su maldad. Como dicen muchos: a veces no importa lo que se diga sino cómo se diga. Este es el caso de la situación: Emilia vocifera lo peor, pero dicho con un tono realmente convincente. Ella, manipula, todo. Va sorteando obstáculos, dando lástima. Todos logran amarla y detestarla a la vez. Es que son almas perdidas en busca de un sentido y ella es esa brújula “con experiencia” que consideran logre orientarlos. Pero la vejez no siempre es sinónimo de sabiduría.

El pobre chico (Francisco Lumerman) es la única víctima que oscila entre la idiotez y la inmadurez para no caer al precipicio que tanto teme. Es el único inteligente de la familia -compuesta por su madre (Adriana Ferrer) y su pareja, si se quiere decir Walter, que intenta convencer de lo conveniente. Pero nadie lo escucha. Lo relegan y tratan de la peor manera como si fuera una lacra. El pobre hace lo imposible por salir de la realidad que lo invade -en plena adolescencia-, mientras toca su xilofón sin saber siquiera las notas. Cada sonido será un paso más que avance Emilia y cada silencio un suspenso de lo terrorífico que esté por ocurrir.

La casa nueva, conformada por un cuadrado -repleto de mantas cuadras y de diversos colores- incluirán a estos seres desposeídos de bondades. En un costado estará sentado durante casi toda la obra, un hombre (Gabo Correa), tildado de querer destruir lo que no existe. En algún momento ingresará para compartir con ellos su panorama y será echado a la fuerza. Él es diferente, como su hijo. Ambos son indefensos.

Emilia educó a un monstruo, el mismo que destruirá sin piedad.

Emilia2

 

ficha artístico-técnica Emilia

Mariela Verónica Gagliardi

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Un mundo maravilloso dura un instante

Alizia3

– Alicia: ¿Cuánto dura para siempre?

– Conejo: A veces, solo un instante.

“Alizia” (versión adaptada y dirección de Melisa Hermida) nos lleva a un mundo precioso, lleno de colores, magia e ilusiones. Ella se queda dormida y, su sueño, pasa a ser el nuestro también. Alicia (Isabel Ferrari) aparece en un lugar increíble, totalmente diferente al suyo, intentando comprender códigos y situaciones que jamás comprenderá. Justamente, la clave está en dejarse llevar sin pensar para nada.

Dejando a un lado lo racional, un universo colorido, con todos los personajes del clásico original de Lewis Carroll -y más- le dan la oportunidad -a esta niña- de jugar, bailar y cantar unas originales y pegadizas melodías, al mismo tiempo que permitiendo relacionarse con lo infantil desde otro lado. Esta Alicia es de pelo castaño, motivo por el cual no es aceptada, e inclusive, se le cuestiona su nombre, denominándola como Mabel.

Alizia2La vuelta de tuerca y análisis que se plantea, hacen pensar a los más grandes, entreteniendo a los más pequeños. Esto es un acierto en el guión y puesta en escena que convierten a la obra en interesante para toda la familia.

¿Cómo se hace para no llenar y explotar la sala de Timbre 4 con una propuesta de tal magnitud?

El vestuario, el léxico moderno y las letras de las canciones suenan, se sienten, se complementan y retroalimentan. Se enriquecen y deleitan. La trama sigue su orden cronológico pero, incluyendo, un valor agregado que le permite actualizarse con nuestra época.

En cuanto a la Reina de corazones y su marido no son tan malos, sino que se posicionan desde una arista irónica, ridiculizando lo malvado y, entre todos, logran burlarse de los personajes estereotipados de este cuento infantil.

Alizia9Un solo punto me hizo ruido y se trata de la palabra guacho, tan naturalizada en nuestra sociedad que ya ni siquiera molesta a la mayoría de las personas su uso vulgar.  Utilizarla es violento, por más que se lo quiera disimular con una sonrisa. Seguramente el propósito de la directora no sea agredir, pero no está demás planteárselo.

Centrándonos en la banda de música ésta es en vivo y lo más valorable es que interactúan en la historia, no solo como músicos sino como personajes de dicha trama.

Cada contradicción es marcada y utilizada para trazar un camino diferente. Las ostras que conforman un coro, una oruga que tiene su lugar para expresarse y también hacerse notar, un gato que no quiere ser considerado mascota, y el súper dúo de gemelos Miki-Piki, entre algunos de los más aplaudidos y celebrados.

Alizia8

El Sombrerero, el Conejo y Alicia; siempre serán los más queridos, aunque me atrevo a decir que aquí cada uno de los personajes logra despertar ternura y concientización en el público.

Alicia estará con más interrogantes que certezas, dándole -dichas preguntas- la oportunidad de crecer y ser mejor persona al abrir los ojos en su mundo terrestre.

ficha artístico-técnica Alizia

Mariela Verónica Gagliardi

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Conectarse con la naturaleza nos ayuda a definir

Un escenario vacío, sin objetos, sin escenografia. La música ausente, salvo al inicio de la obra.

Llanto de sauce8

Llanto de sauce -escrita y dirigida por Horacio Nin Uría- es una historia que no podés deducir ni saber a qué apunta hasta que no la vivenciás. Si intentamos imaginarnos a qué remite su nombre podríamos decir que esta especie de árbol suele desprender lágrimas. A veces, los humanos solemos olvidar que la naturaleza siente de la misma manera que nosotros -los terrestres- e inclusive más sinceramente ya que no tienen que racionalizar lo que les sucede interiormente.

En un principio conocemos a un fotográfo aficionado (Alfredo Staffolani) quien intenta, a partir de un recorrido turístico, ir capturando imágenes. Llanto de sauce9Pero no son imágenes cualquiera sino sus experiencias de viaje, durante el cual se queda con los recuerdos más significativos para él.

Llanto de sauce nos introduce en paisajes, recreados a partir de proyecciones -que simple pero magníficamente nos dan a conocer el lugar donde ocurre cada escena- y que con un barril, tierra, una pala y un disfraz de animal, van contándonos. Dicha historia incluye varios relatos cotidianos, en los cuales se incluye a Alfredo Staffolani -en varios de ellos- convirtiéndose en el personaje principal, no por ser el protagonista en todo momento, sino por ser el eje central para un cambio rotundo en la vida de los demás personajes.

¿Cuál sería el mensaje de esta obra?

Por un lado se conoce la quietud -literalmente hablando- del pueblo rural durante el Llanto de sauce2cual transcurre toda la narración, con sus árboles preciosos, sus colores agrestes y cálidos, y cada personaje congelado en el tiempo.

Quizás el pensar en un lugar con estas características, instantáneamente no haya nada más que decir al respecto, pero un matrimonio y su empleado necesitan algún giro en sus vidas. Tal vez no imaginaron que un ciudadano decidido les pudiera dar la solución,  de una manera tan simple, sin quisiera ordenándoselo.

El progreso se va apoderando, a pasos agigantados, de cada una de las personas, haciendolas sentir que no tienen que esperar un nuevo amanecer ni atardecer, que no tienen que aguardar ir al mercado a abastecerse ni cavar un pozo que saben que no conducirá a ningún lado.

Al igual que la figura de un psicólogo que funciona como guía de su paciente, Staffolani es la brújula de la mujer, de su marido y del peón. Él les ayuda a resolver sus conflictos, sin proponérselo fehacientemente, ya que su objetivo era descubrirse a sí mismo,  sacándose la mochila que lo acompaña en cada aventura.

Llanto de sauce5

Ella (Mariana Estensoro), una mujer que está aburrida de la monotonía reinante, de su esposo (Román Tanoni) -postrado en una silla de ruedas y sin ganas de nada- y el empleado del campo (Juan Manuel Zuluaga) que obedece órdenes, pero que jamás las discute ni piensa; van componiendo un retrato cuasi familiar -el único, probablemente-, que los mantuvo vivos pero sin vida durante tanto tiempo.

Cada uno de los actores interpreta correctamente su papel, deslumbrándonos con cada diálogo inesperado, transmitiendo emociones en sus miradas y gestos.

La iluminación va acompañando cada imagen y secuencia de la obra, dándole un enfoque muy interesante.

Llanto de sauce es una mirada profunda e intensa a nosotros mismos. Es una sabiduria que se obtiene solamente arriesgando lo que Llanto de sauce4nos mantiene aferrados, quizás, sin ninguna razón fructífera.

Llanto de sauce no necesita de efectos especiales ni de un vestuario que se modifique a lo largo del relato, porque la conjunción hombre – naturaleza van de la mano, acercándonos a nuestras propias raíces. Aquellas raíces, que al cortarlas, nos desangrarían sin retorno posible.

Esta historia, nos tiende una mano, para que descubramos cuál es nuestra felicidad y cómo alcanzarla.

ficha técnica llanto de sauce

Mariela Verónica Gagliardi

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Se estrena “La noche del ángel” con actuación y dirección de Federico Luppi

La noche del ángel

El domingo 17 de febrero sube a escena el espectáculo “La noche del ángel”, escrita por el prestigioso y multipremiado dramaturgo italiano Furio Bordon y traducida, adaptada y dirigida por Federico Luppi, quien también protagonizará la obra junto a la actriz, directora y dramaturga española Susana Hornos y el actor Nehuen Zapata. La obra se presentará los domingos a las 18.30 y los lunes a las 21 en el Teatro Picadero -ícono de la memoria de la cultura de la resistencia-, ubicado en Pasaje Discépolo 1857 (ex Pasaje Rauch) – C.A.B.A.

En “La noche del ángel”, un padre, viejo actor que cree que la vida transcurre en un escenario, invade por sorpresa la casa de su hija. Ella, psicóloga, trata de controlar en cada momento las emociones y la turbación que le causa su presencia. La noche se convierte en un duelo intenso pero en sordina, donde ninguno de los dos quiere descubrirse. Sin embargo, la visita inesperada de un joven paciente de ella hará que todo se modifique y que nada en sus vidas vuelva a quedar donde estaba.

La noche del ángel” es una obra donde el auténtico pulso de la trama está en lo que no se cuenta.

El dramaturgo, director y novelista italiano, Furio Bordon, comenzó su carrera como escritor a los 20 años en la RAI. Escribió para teatro, televisión y radio. Entre sus obras se destacan: “Querido Elvis, querida Janis”, con la cual ganó el premio a mejor pieza teatral del año otorgado por el Instituto de Teatro Italiano,“Las últimas lunas” con la cual se despediría de los escenarios Marcello Mastroianni poco antes de fallecer en París,  y “La noche del ángel” con la que conquistó los grandes escenarios europeos. Al respecto, Federico Luppi sostiene: “Hace muchos años que leí esta pieza y decidí que quería hacerla; el autor, Furio Bordon siempre me ha resultado de una sensibilidad y un coraje sincero en sus obras. Decidí que este texto y lo que trae a escena merecían la pena ser contados”.

Cabe destacar que Federico Luppi se encuentra realizando trabajos de traducción y adaptación de otras obras de Furio Bordon a fin de trabajarlos y presentarlos en los próximos meses. Respecto a la actriz Susana Hornos, co autora y co directora junto a Zaida Rico de la renombrada obra teatral “Granos de uva en el paladar”, se encuentra preparando su próxima obra “Pinedas tejen lirios”, a estrenarse en julio de 2013; además de presentar diversos trabajos actorales en España y Argentina y de haber recibido el premio actriz revelación en el Festival de Toulouse (Francia) por la película “Pasos” de su autoría.

Ficha artística-técnica

Dramaturgia: Furio Bordon / Traducción y adaptación: Federico Luppi / Actúan: Federico Luppi, Susana Hornos, Nehuen Zapata / Escenografía y vestuario: Nicolás Nanni / Música: Iván Nilson / Iluminación: Adriana Antonutti / Títere: Gustavo Garabito / Fotografía: Akira Patiño / Maquillaje y peinado: Néstor Burgos / Diseño Gráfico: Sergio Calvo / Prensa: Marisol Cambre / Producción ejecutiva: Pablo Silva y Susana Hornos / Asistencia: Tony Chávez, Eliana Sánchez / Asistencia de Dirección: Milagros Plaza Díaz / Dirección: Federico Luppi / Estreno: Domingo 17 de febrero a las 18.30 hs / Funciones: Domingos 18.30h s. y Lunes 21 hs / Teatro Picadero | Pasaje Discépolo 1857 – CABA / Localidades $100 y $120 / SILVA Producciones teatro.

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