*** ENERO 2023 ***

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Entrevista a Meri Hernández de «Quién retiene a quién»

Ella es una de las actrices de «Quién retiene a quién» (Hereafter, de Vinnie Favale y Frankie Keane), la obra que acaba de estrenarse,  y, a su vez, es quien consiguió los derechos de este musical que es oriundo de Broadway y que tuvo la suerte de ser llevado a la pantalla grande años atrás.

Meri Hernández nos cuenta varios detalles del proceso creativo y del mundo de los muertos, de las despedidas, de ese duelo que tan difícil resulta y que, muchas veces, no sabemos cómo procesar.

Desde que nacemos, tenemos la certeza que algún día moriremos. ¿Cómo surge la idea de llevar adelante este musical con una de las temáticas que más preocupan al ser humano?

La verdad es que el musical Quién retiene a quién, me encontró de casualidad. Esas casualidades que por algo suceden. Buscaba material para Espacio Lemos , donde dicto clases, y me enamoré de la canción «Waiting». Y como no encontraba la partitura para enseñar el arreglo, Melu (hoy parte de la producción) escribió a los autores y ellos mandaron todo el material. Leí la obra entera y escuche el resto de las canciones ¡y fue amor a primera vista! Por otra parte , pienso que es un tema sensible del cual todos tenemos algo por decir. La muerte de los seres vivos es inevitable y las preguntas que esto genera son sinfín. De todas maneras, la obra tiene mucho humor, no recae solamente en lo solemne acerca de la muerte. Creo que el musical aborda la muerte de una manera muy humana y natural. De manera que te podés identificar con el material.

¿Cómo se logra el duelo perfecto?

Creo que no hay duelo perfecto. Las personas tienen tiempos y maneras distintas de encarar la muerte y el duelo es algo muy personal. ¿Tener un duelo perfecto es creer que no hay más que bellos recuerdos de la persona que ya no esta viva? ¿Es no tener pendientes? No lo sé. En la obra hay un personaje que está esperando reencontrarse con su hijo después de 30 años. ¿Serían 30 años de duelo? ¿Tiene las heridas abiertas aún 30 años después? ¿Es mucho? ¿Es poco?. Creo que no hay un tiempo limite para el dolor, tiene que ver con las personas que lo sufren. Por eso creo que no hay duelo perfecto. Hay emociones varias, para cerrar una historia o recordar a una persona que hoy ya no está en este plano. Creo que la pregunta me trae más preguntas. 

¿Cómo fue el proceso actoral desde el primer contacto con el texto? ¿Existió un momento en que el espíritu de la muerte ya se había apoderado de estos personajes?

El proceso con el texto  fue muy natural. Juan Álvarez Pardo (nuestro director) trabajó con nosotros para no caer en lo obvio con respecto a la muerte y sacarnos del lugar solemne y llorón que por ahí a veces el tema «muerte» pide.  La verdad que fuimos dejando que los personajes aparecieran, que los lazos y vínculos se formaran. Las tres historias que se cuentan son sobre madres e hijas/os que necesitan volver a verse para poder cerrar su historia en paz. Lo mismo pasa con el personaje del médium ( Fabian Vena), quien también tiene una historia personal por resolver. En la obra, los espíritus son quienes finalmente tienen que decidir si hacen contacto o no con sus seres vivos ya que en la trama se plantea que, una vez hecho el contacto, pasarán al más allá. Tratamos de trabajar el texto desde la verdad de estos 8 personajes. 

¿»Quién retiene a quién» podría decirse que es una jugada doble como para concientizar sobre el más allá en caso de que exista?

La muerte es una incertidumbre. ¿Qué nos pasa después? Nadie sabe… y ahí es interesante poder pensar que pasa lo que cada uno crea que tiene que pasar. Hay gente que es feliz pensando que se va a reencontrar con sus seres queridos. Hay gente que piensa que se revive en otra vida para aprender aquello que hicimos mal en la anterior. Hay gente que cree que se apaga la luz y no pasa nada más, eso es muy personal . Yo creo que la obra te deja preguntas, o te deja reflexionando. Pero no entrega respuestas. 

¿A dónde van esas almas que no supieron exprimir sus vidas?

En la obra las almas no están ahí retenidas  como castigo por no haber aprovechado sus vidas, sino que acompañan a sus seres queridos mientras viven. Van a un lugar… pasan a otro plano, pero no dicen a dónde… supongo que depende de cada persona dónde el alma termina.

¿Es más fácil digerir la angustia con canciones y música?

Yo creo que la música es de gran ayuda. Genera momentos y climas hermosos, en el piano Hernán Matorra nos guía con calidez por cada canción. Claro, también, con las palabras que Marcelo Kotliar supo encontrar para cada una. Creo que la música acompaña, pero no aliviana. Hay veces que la música eleva lo dicho, refuerza. Es redondo el intercambio entre la palabra y la canción. Y entre las voces nuestras guiadas por Florencia Carchak. Pero no sé si es más fácil, la angustia es angustia. 

¿Se puede estar muerto en vida?  

No lo sé. Yo soy una entusiasta de la vida, del hacer, no me imagino siendo una persona apática a la que las cosas le sucedan sin capacidad de reacción o disfrute. Nunca digo nunca, pero no me pasó. En la obra se toca un poco este tema, uno de los personajes dice que puede esperar toda la vida hasta hacer contacto con su ser querido. Y el personaje con más experiencia en el tema del duelo, le dice que tiene que tener cuidado… y prestar atención a los que quedan vivos, al aquí ahora. Porque sino va a perder mucho mas que un ser querido. Supongo que tiene que ver con esto de estar muerto en vida. 

Los vivos podemos reflexionar. ¿Y los muertos, qué queda para ellos?

En la obra todos reflexionan. Los vivos tratando de cerrar cuentas pendientes, empatizando con las pérdidas de los demás personajes. Y los muertos tienen esperanza -me parece o así me gusta pensarlo a mí-, que en la obra ellos se van adonde cada uno soñó. Y también reflexionan sobre lo que vivieron, sea mucho, poco o el cómo lo vivieron. 

Nuestra cultura no es muy amiga de mantener una conversación con alguien que ya no está físicamente. ¿Después de ver esta propuesta cambiarán de idea?

Yo creo que la muerte es un tema que genera mucha intriga. Genera algo de miedo, mezclado con ganas de saber. Vértigo a lo desconocido. ¿Quién no conoce a alguien que fue a una bruja, a una astróloga , a una armonizadora? El futuro es un misterio y a la gente lo desconocido le da miedo y a la vez ansiedad. Lo que está fuera de mi control, me puede asustar. Pero todos fantasean con poder saber. Por ahí no lo llevan a cabo, pero seguro se les cruzó por la cabeza. ¿Quién no jugó al juego de la copa de chico ? Uno imagina que será como en las películas. La verdad no sé si va a cambiar por ver la obra, pero supongo que algunos del público lo pensarán.

¿Por qué habría que ir a ver este musical?

Tienen que venir a ver Quién retiene a quién, porque es una obra que te deja pensando. Que te invita a transitar por diferentes emociones. Pasás de reír a carcajadas, a llorar, a emocionarte. Y cuando uno genera algo en el otro haciendo teatro es una sensación maravillosa. Ver la reacción inmediata del público es hermoso. Como público también es hermoso estar sentado en una butaca y meterse en una historia que me provoque millones de sentimientos.

La música es increíblemente bella y, por sobre todo, es una historia que habla sobre las relaciones humanas, las cosas no dichas y el hacer las paces con uno mismo. Porque tenemos un elenco que la rompe y un equipo de trabajo que lo deja todo en el escenario.

 

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Pistas que vengan la frustración

el-pacto

ficha-el-pactoNo suele abundar en teatro el género de thriller, menos aún en un musical. Por eso es que el Teatro Border nos sorprende una vez más con su programación innovadora y le da la posibilidad a estos talentosísimos artistas que ya todos conocemos en las artes escénicas. Así es como El Pacto, un thriller musical (Thrill me, el título original) llega por primera vez a los escenarios de nuestro país para dar mucho que hablar y convertir en hielo cada masacre.

¿Qué es lo que produce ser espectador de un policial que está basado en un crimen real de los Estados Unidos?

En primer lugar les puedo confesar que miedo. Mucho miedo, porque se trata de algo verídico que, a su vez, está ficcionado, claramente. Pero que ocurrió en los años veinte en Illinois y que estremeció a la sociedad por la frialdad con la que se llevaron a cabo los hechos.

Nathan Leopold (Leandro Bassano) y Richard Loeb (Pedro Velázquez) son los autores de uno de los peores crímenes a sangre fría de la historia. Un pacto de amor y amistad es lo que parece ser el puntapié inicial en esta historia. Aunque la relación entre ambos jóvenes podrá juzgarse desde la arista que más se quiera, condenarlos y desearles las peores desventuras.

Marcelo Kotliar es quien adaptó El pala historia de Stephen Dolginoff y quien le otorgó ese dinamismo, ese juego entre escenas del presente y pasado para que todo fluya como una vorágine que solo nos da respiro al producirse el final inesperado. Porque cabe aclarar que en esta oportunidad la muerte no es lo que produce la extinción sino un factor mucho más notable y elucubrado desde el cerebro de uno de los hombres.

Por instantes pareciera ser que se divierten jugando con el público, y me refiero al juego no como un lazo entre ambos sino como algo macabro que entretiene a los amigos-amantes en sus días, tardes y noches. Ellos se burlan y subestiman desde lo más elevado de una cúspide. Uno más retraído que el otro, el otro más popular y líder. Así es como consiguen confundir minuto tras minuto a cada persona de la platea sin darle lugar a una real certeza. Y nadie va a poder tener una conclusión por adelantado a no ser que conozca la historia original.

Resulta apasionante el recorrido que atraviesan los dos personajes, su intimidad recreada con un clímax tan pero tan singular que parecieran estar totalmente solos, sin nadie observando. Así como la iluminación, el sonido y las canciones que complementan las escenas, otorgando un plus a la perfección brindada en todo momento. Un crimen que produce adrenalina, que no se ve con los ojos sino con todos los sentidos -los cuales nos alertan e indican a qué le debemos prestar atención-.

Un trabajo impecable por parte del elenco y su director Diego Ávalos. Un thriller musical que se va apagando junto con las justificaciones ya vanas, que se enciende con el latir de un corazón y acelera con besos apasionados de adolescentes. Los días que corren como sangre a borbotones y que les enseña a los amantes a qué deben temerle por más que no quieran hacer caso omiso. Los rasgos patológicos abundan, un grito desesperado se pierde por doquier y el más veloz podrá esconder la piedra sin dejar huella alguna.

De eso se trata una mente criminal y enamorada, atormentada y desafiante. Quizás lo más paranoide de la historia sea que ambos jóvenes se fusionan más de lo que creen y uno aprendió del otro sin darse cuenta.

Pareciéramos estar en un proceso judicial, en una cárcel, en una mansión e incluso en la salida de un colegio en que todo comienza de alguna manera. Lo más increíble de todo es que, en casi todo momento se prescinde de escenografía para determinar el tiempo y espacio. Para eso está la música, sus luces y los artistas que van marcando el rumbo de sus vidas hasta que todo, absolutamente todo, nos deje un final amargo. En definitiva, hasta en un crimen uno puede tener a su favorito.

Mariela Verónica Gagliardi

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Del off Broadway a Buenos Aires, llega El Pacto – Un crimen musical

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::ESTRENO::

MARTES 11 DE OCTUBRE

21.00 HORAS

TEATRO BORDER

Godoy Cruz 1838. Palermo.

¡OCHO UNICAS FUNCIONES!

DEL OFF BROADWAY A BUENOS AIRES, LLEGA EL CASO QUE CONMOVIÓ LOS AÑOS ´20.

EL PACTO

U N  C R I M E N   M U S I C A L

DE STHEPEN DOLGINOFF

DIRECCION: DIEGO ÁVALOS

¿HASTA DONDE SOMOS CAPACES DE LLEGAR POR AMOR?

Por primera vez llega del off Broadway a Buenos Aires, “El Pacto” un thriller musical de Stephen Dolginoff, basado en un caso real que conmovió los años ´20. Leandro Bassano y Pedro Velázquez, se pondrán en la piel de Nathan Leopold y Richard Loeb, para contar una historia estremecedora.

El espectáculo cuenta con la adaptación de Marcelo Kotliar, el acompañamiento musical de Gaspar Scabuzzo al piano y la dirección general de Diego Ávalos. La obra que recorrió el mundo, se presentará a partir del martes 11 de octubre, todos los martes a las 21.00 horas en el Teatro Border por ocho únicas funciones.

“El Pacto” llega a Buenos Aires, trayéndonos la seducción de sus canciones y el perfecto suspenso de su relato. Una historia tan perversa como fascinante que se atreve a sumergirse en las profundidades del corazón humano, haciéndonos la más incómoda de laspreguntas: ¿hasta dónde somos capaces de llegar por amor?

S I N O P S I S

  1. Cárcel de Joliet, Illinois. Nathan Leopold, un presidiario de 54 años se enfrenta a una junta que evalúa la posibilidad de dejarlo en libertad condicional. Varias décadas atrás, él y Richard Loeb, siendo unos adolescentes, cometieron lo que la prensa llamó “El crimen del siglo”. Juntos secuestraron y asesinaron a un niño de 14 años por el supuesto hecho de demostrar ser unos verdaderos superhombres, seres más allá de la moral. La junta evaluadora le pide a Nathan que para considerar su caso, el antes deberá confesar el verdadero sentido detrás del crimen perpetrado, la causa oculta que nunca se ha podido develar. Nathan, ansioso por recuperar su libertad, por primera vez en su vida abre sus recuerdos y cuenta la tormentosa relación que ambos asesinos mantuvieron en su juventud, un verdadero vínculo de pasión, manipulación, dominación y muerte. Al final de la jornada, la revelación de Nathan será tan asombrosa como inesperada…

ELENCO 

Nathan Leopold: Leandro Bassano

Richard Loeb: Pedro Velazquez

Piano: Gaspar Scabuzzo

FICHA TECNICA

Producción General: Laura Casadiego & Matías Baraviera

Traducción y adaptación: Marcelo Kotliar

Dirección general: Diego Ávalos

Dirección vocal: Katie Viqueira

Diseño de iluminación: Gonzalo González

Diseño de coreografía: Gustavo Wons

Diseño de escenografía y vestuario: Tatiana Mladineo & Luli

Peralta Bo

Diseño de sonido: Eugenio Mellano Lanfranco

Diseño gráfico & Community Management:Matías Gordon

Asistente de dirección: Christian Cimmienlli

Prensa: WePrensa & Comunicación

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Por culpa de un frijol

Into the woods1

La historia del ogro Shrek marcó un antes y un después en el modo de contar los clásicos infantiles y en la manera de interpretar a sus personajes -buscándoles una vuelta de tuerca más real en nuestros tiempos vigentes-.

En esta oportunidad, Dentro del bosque (Into the woods) es una comedia musical oriunda de Broadway (con libro de James Lapine y letra y música de Stephen Sondheim) que se estrenó en dicha ciudad en el año 1987. A nuestro país llegó recién hace en el 2013 y ganó varios premios y nominaciones.

Dentro del bosque es un juego alrededor de la vida de Caperucita Roja y Cenicienta, dos jóvenes que no son ingenuas ni crédulas sino que cobran vida de mujeres con deseos y sentimientos fuera del típico mundo de las hadas. Ellas no perdonan ni tienen alma de tontas, son humanas. A ellas se unen la princesa Rapunzel y Jack de las semillas mágicas.

Cabe resaltar la excelente adaptación que hizo Marcelo Kotliar y los arreglos musicales de Gonzalo Botí que, junto a la dirección general de Nicolás Roberto, permiten que esta historia parezca argentinísima sin dificultad en el doblaje como tantas veces ocurre.

El humor negro es el punto más fuerte de toda la trama que consigue que lo originalmente trágico se vuelva carcajada. Así es como un hechizo llevado a cabo por una bruja le impide a un matrimonio vecino tener un hijo, mejor dicho que la mujer quede embarazada. A raíz de dicho impedimiento, la bruja les indica cómo romper con esto, lo cual no será demasiado sencillo pero posible en el mundo ficcional que en que se adentran.

Una escenografía integrada por cajas de cartón es lo que decora al bosque, el cual no es necesario indicar con árboles ni demasiados objetos ya que los personajes se encargan de hilvanar cada acontecimiento con sus canciones y diálogos. Dos talentosos músicos acompañan la dramaturgia y hacen posible que los códigos de este universo sea mágico.

Dentro del bosque a caminar y a mi abuelita visitar – dice Caperucita. Y ya sabemos el cuento original, aunque no tiene por qué ocurrir exactamente lo mismo. En esta oportunidad la niña no sufre como la del cuento ni su temperamento es el mismo. De hecho, bastante opuesto, lo que despierta las carcajadas continuas en el público.

También Cenicienta ha tenido algunas transformaciones y ya no es la ilusa que se conforma con casarse con el Príncipe y vivir en un palacio con sirvientes por doquier. Tampoco sus hermanastras son las brujas malvadas sino que presentan algunas particularidades que las colocan en un lugar en que los espectadores las ovacionan a lo largo de toda la obra.

La música cumple un papel fundamental, luciendo y dejando lucir a los actores que van tejiendo la trama narrativa; acentuando la comicidad y las partes relevantes de cada escena al igual que los silencios.

Cada artista consigue lucirse en el escenario con su matiz de voz. Algunos resaltan más que otros o gustan más que otros como suele ocurrir y está bien que así sea. En definitiva se trata de una historia en la que están presentes muchos personajes conocidos por todos desde siempre y, ahora, escuchar sus voces, sus deseos y vidas es como revivirlos en un instante.

Quiero ir al baile del Príncipe – quiere, dice y desea Cenicienta pero nunca imaginó lo que significaría este evento ni que el príncipe azul no existe ni siquiera en esta historia, al menos no como lo conocemos.

La vaca de Jack, Aigüish (I Wish), sufre una metamorfosis hasta conseguir hablar y darse a entender, sin que sigan abusándose de su condición de animal. El panadero y su esposa estarán muy entretenidos consiguiendo todo lo que la bruja les pidió para que el conjuro se disuelva. Rapunzel irá perdiendo su larga cabellera por caprichos ajenos. Se suceden muchos acontecimientos, unos más importantes que otros, otros más llamativos que aquellos; dejando que -como siempre- el amor y la paz sea lo que prime en un cuento infantil. Esta historia absurda, en su manera de llevarla adelante, tiene un desenlace inesperado en que el Reino sigue con quienes deciden embarcarse en un camino más feliz y menos dañino para el resto. Al fin de cuentas se trata de hacer el bien sin mirar a quién.

Caperucita canta que es divertido ser mayor aunque creo que no. Y los hechos le demuestran que es preferible que siga siendo una niña y que los adultos se encarguen de reconstruir el mundo que se resquebraja a pedazos por decisiones inadecuadas. Causalmente, Jack parece tener la culpa del caos reinante por plantar semillas y que crezca la enorme planta de frijoles. Pero otros personajes también se consideran responsables y darán su sensación sobre el tema.

Ya no hay más luna, ya no hay más luz – menciona la Bruja. Aunque nada es eterno y ya el sol volverá como siempre lo hizo. Solo tendrán que encontrar el camino correcto que los conduzca hacia él.

Cada quien en su lugar, juzgando a los demás, hechándose la culpa, y sintiendo desidia al ver cómo quedó todo después de tanto egoísmo. Reconstruir el Reino entre todos… entre todos los que queden demostrando que siempre alguien te acompaña. Solos no estarán. Nadie lo estará.

Elenco: Lucila Gandolfo, Mariano Muente, Florencia Róvere, Walter Canella, María Hernandez, Federico Coates, Patricio Witis, Silvana Tomé, Romina Casella, Hugo Queija, Clara Daray, Mario Angelomé.

Funciones: martes 20:30 hs. Paseo La Plaza (Sala Pablo Picasso).

Mariela Verónica Gagliardi

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No hay que juzgar antes de conocer

Shrek

Los cuentos de hadas, princesas, príncipes y demás personajes tradicionales para niños; no tienen el mismo lugar ni la misma enseñanza.

Aquellos pobres pequeños que se sienten muchas veces obligados a vestirse de una manera, con un color que se supone femenino o masculino, a frecuentar determinados lugares y a utilizar ciertas palabras por mandatos sociales; no tienen espacio en esta comedia musical que está basada en la película Shrek (la cual se origina gracias a la novela de William Steig).

En el año 2001 se lanza el film que tino de verde la historia del ogro, el prejuicio de lo que se consideraba como desagradable, poco estético, anti-heroico y feo. No es en “Shrek, el musical” (dirigida por Carla Calabrese) que un príncipe rescata a la princesa que se halla prisionera desde los siete anos.

Una puesta en escena con todo lo que tiene que tener un musical para brillar y destacarse, para entretener a chicos y grandes, para hacer revivir el film estadounidense, sus momentos más tensionantes y dignos de disfrutar en familia.

Los cuatro protagonistas: Shrek, Fiona, Burro y Lord Farquaad; son increíbles. Con un carisma sorprendente, con talento único y con esa gracia que se precisa para llevarse al público en el bolsillo enseguida.

Así es Shrek que cuenta su sufrimiento, como sus padres le dieron libertad y el sintió abandono; el Burro que tiene mucha suspicacia y necesidad de tener un amigo; Fiona que desea todos los días de su vida poder vivir como quiera, terminando con el hechizo que le hicieron de niña; y Lord que solo necesita una esposa para cumplir con su egoísmo y convertirse en Rey.

Pablo Sultani consigue plasmar y proyectar una voz impostada que realmente se asemeja al mundo animal. Sin siquiera hacer esfuerzo, así se percibe y desde sus manos gigantes hasta su brutalidad, le otorgan el poder para rescatar a la mujer que ningún caballero valiente consiguió.

Mela Lenoir, interpreta a una princesa muy suave, delicada y con una belleza que se plasma tanto en su rostro como en su gracia.

Esta dupla se fusiona deleitosamente y, juntos, logran cantar como humanos y ogros, venciendo todo tipo de fronteras y encontrando lo que buscan.

Sin lugar a dudas, quien se gana el corazón de todos es el simpático burro, quien con ternura, paciencia y humildad puede obrar de mediador y ganarse el lugarcito que tanto necesitaba. Talo Silveyra, con una sonrisa y desplazándose de un lugar a otro del pantano, demostrando que toda cobardía puede ser superada con amor y confianza tanto en sí mismo como en los demás.

Y, con respecto a Roberto Peloni, considero que lleva a cabo el personaje más difícil ya que no debe solamente hacer valer su propio cuerpo sino el de un títere, motivo por el cual los movimientos y acciones que se observan, pertenecen a otro ser, movido por sí mismo. Esto se torna muy atractivo ya que puede bailar coreografías, saltar, montar a caballo y sorprender con sus habilidades.

Es justo destacar a todo el elenco ya que, en conjunto, es como se consiguen tan buenos resultados. Pero, debo resaltar algunos momentos ya que sino la nota seria eterna.

Una de las escenas más lindas se produce cuando se encuentran los aldeanos con Shrek, se conocen, se odian y, pasadas ciertas circunstancias logran entenderse. Los aldeanos buscaban lo mismo que todos los integrantes de esta historia: ser libres y felices.

Son muchos los valores que están impregnados, fuertemente, a lo largo de la dramaturgia y en cada una de las canciones vocalizadas. Justamente, las letras de dichas canciones son las que llega al imaginario social y que quedan guardadas den el corazón. La animación llevada a escena, también, consigue su objetivo de conmover y dejar grabadas imágenes en cada uno de los espectadores.

Los personajes de cuentos clásicos ya no sirven, quedaron obsoletos y, sus dueños, se quieren deshacer de ellos. Pero, al igual que otras historias, Pinocho, la Bruja, el Hada madrina, entre algunos de los que aparecen: tienen voz y voto. Saben lo que quieren y no van a darse por vencidos. Como una rebelión en la granja, esta manifestación les surge desde lo más profundo.

En cuanto a otra escena importante y fabulosa, se encuentra la del trío conformado por tres Fionas: la niña, la adolescente y la adulta. Las tres mujeres son una misma y lucharan hasta poder salir de ese castillo en que se encuentran prisioneras. Sobre todo, la adulta, cantara con su ukelele y, añorando, cumplirle a la mas niña.

Son muchos los títeres de varillas que se ven en escena, durante breves momentos y muy bien confeccionados.

La dragona, tildada como un animal feroz, que tira fuego y rodea el gran castillo, también tiene su lado débil y frágil. Esta dragona, además, está interpretada a nivel físico por un animal enorme que es movido por tres artistas y, a nivel vocal, por Maia Contreras que con su canto cautiva enormemente.

El juzgado juzga y, esto, es más común ver de lo que se pueda creer. Es así como Fiona le dice a su nuevo amigo: «No está bien juzgar antes de conocer».

Shrek y Fiona se comportan infantilmente y Burro puede unirlos diciendo lo que piensa: “voy a buscar leña para avivar el fuego”.

Dos seres que son diferentes, que tuvieron vidas muy distintas pero que los une el sufrimiento y las ganas de estar bien. Que buscan y viven sin maldad. Dos infancias que se comparan bajo la canción “Lo mío fue peor” y gracias a las melodías tan sentidas se enamoran.

«Shrek, el musical» tiñe de verde los rosas y celestes, con gamas de todos los colores, con simpatía, talentosos artistas, una dirección impecable y el sello de Gaby Goldman.

De Broadway a Buenos Aires, para demostrar que el limite geográfico es simplemente eso y que el amor puede estar en el lugar menos pensado.

Mariela Verónica Gagliardi

ficha Shrek el musical

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Hoy tengo que creer

¿Eres mía todavía?
Necesito tu amor, yo…
necesito tu amor.
Dios me manda tu amor (lo acelera hacia mí)

Ghost foto

Probablemente al mencionar esta película, la primera imagen que se les venga a la mente sea la del cuenco que Molly estaba fabricando. Una imagen que sensibilizó a millones de espectadores.

En el año 1990 se estrena el film estadounidense: “Ghost, la sombra del amor” (con libro y letras de Bruce Joel Rubin, y música y letras de Dave Stewart y Glen Ballard). La misma, recorrió durante todos estos años, una y otra vez, las pantallas de los hogares -enamorando a más de una pareja-. El sueño del amor eterno pareció y parece llegar para quedarse, creyendo que quien muere solo lo hace físicamente pero que su alma deambula en busca de aquello que aún necesita.

Llamado fantasma para provocar miedo en aquellos que cometieron crímenes y compañía en Molly (Jennifer Schomberger) que amaba a su hombre (Matías Mayer), reprochándole palabras y cosas que, en definitiva, no servían demasiado.

Esta adaptación del guión original (a cargo de Marcelo Kotliar), dirigida por Marcelo Rosa, con Gerardo Gardelín en la dirección musical; no pretende ser una copia de la película sino rescatar los momentos más trascendentes, con dos protagonistas (Jennifer y Matías) que se lucen de principio a fin y que no se parecen ni a Patrick Swayze ni a Demi Moore.

Es un acierto. Toda copia, sobre todo tratándose de una del país del norte, con otro idioma, podría resultar un verdadero dilema al momento de la representación.

Durante la función pude observar al gran público adolescente que no comprendía bien el argumento. De por sí, supongo que la mayoría que se acercó a ver Ghost, sabe al menos la sinopsis, pero, comprender lo que siente Molly al perder a Sam, cómo cambia su vida, cómo se desespera sin entender por qué no fue ella la elegida, cómo puede hacer para creer en aquello que no ve; no puede ser asimilado por aquellos jóvenes que creen que sus vidas son infinitas.

Distinta fue la actitud de los adultos que se emocionaron, lloraron, sonrieron desde el alma, recordaron cada una de las escenas de la película y aplaudieron por la Whoopi Goldberg (interpretada por Natalia Cociuffo) que hacía de Oda Mae Brown -la vidente que operaba de puente entre los dos amados-. La figura de esta actriz, tan talentosa, trajo humor a la desgracia y su soltura a lo largo de la historia demostró que inclusive en los momentos más angustiantes es posible sentir esperanza.

Un Matías Mayer que sigue evolucionando en el género de comedia musical, dejando todo en las tablas, interpretando a Sam conmovedoramente, proyectando su voz a partir de las partituras en las que se apoyan los grandes músicos -los cuales hacen vibrar, aún más, la tensión de la dramaturgia-.

Resumiendo la parte argumental, esta comedia dramática se basa en una pareja que acaba de mudarse a un departamento, en pleno corazón de Brooklyn (Estados Unidos) y vive su amor como el primer día. Un día, como cualquier otro, un delincuente le quita la vida a Sam y, de ahí en más, la historia se divide en dos: por un lado en el amigo heredado de Sam, Carl que intenta conquistar a Moly; y, por otro lado, en el thriller que surge deleitosamente, convirtiendo las escenas en un policial.

Considero que es una apuesta muy jugada el adaptar una película al teatro y, sobre todo, convertirla en comedia musical. Sobre todo porque el canto podría quitarle cierto grado de drama -lo cual por momentos ocurre- y está bien que así sea ya que la propuesta pretende esbozar el amor que trasciende todo tipo de batallas y fronteras, enfrentándose a la cantidad de obstáculos necesarios como para conseguir que el sentimiento continúe lo más puro posible.

Existen personajes que son, más allá de los protagonistas, quienes ilustran y le dan el sello distintivo a la historia: el Fantasma del subte (Marcos Gorosito) y Oda Mae Brown (la cual mencioné anteriormente). Ellos dos consiguen mostrar que existe otra “vida” después de la muerte en la que se puede continuar lo que no se llegó a finalizar en esta vida.

Marcos Gorosito es el encargado de mover objetos y desplazarlos en el aire, al igual que enseñarle estas acciones a Sam para que logre atravesar aquella línea delgada y se haga “presente” de algún modo. Él no era visto, ni escuchado, ni sentido y es, a partir de este fenómeno, como comienza a hacerse oír, utilizando todo tipo de estrategia para realmente intervenir y evitar más daños a su amada.

Rodolfo Valss, vestido de blanco, es el antecesor del fantasma mencionado y con el que aprende algunos códigos. Códigos que tendrá que utilizar cuando precise para no meterse en problemas. En definitiva, el otro mundo, aquel que imaginamos a veces como oscuro y amorfo, nos enseña que es igual a este y que las personas malas y perversas solo caminan por otro sendero siendo lo mismo que eran.

Escenas de acción, de amor, de angustia, de peleas, descriptivas, analíticas; todas acompañadas por efectos visuales, música en vivo, canciones que dan cuenta lo que se está transitando y un escenario que se convierte en pantalla -recordándonos que el cine también puede verse en el teatro-.

ficha Ghost, el musical

Mariela Verónica Gagliardi

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CASI NORMALES

El domingo 1° de julio estuvimos en el Teatro Apolo (Av. Corrientes 1372 – C.A.B.A), con «Casi Normales».

¿Como se logra ser casi normal? ¿Alguien es normal?

Una familia compuesta por un matrimonio joven y dos hijos adolescentes (uno de ellos fallecido desde pequeño), llevan adelante sus vidas llenas de trabas, alegrías, mal humor, ambición y la idea de parecerse un poco a cualquier otro clan.

Diana (Laura Conforte), es ama de casa, sufre de bipolaridad, diganosticada hace como 20 años como consecuencia de un shock emocional, y por momentos sus días son comunes… pero por otros, el terror se apodera de ella y cree ver y escuchar a su hijo fallecido Gabriel (Matías Mayer). No puede desligarse de esa relación tan fuerte que tiene con él y es esto lo que le impide de ser feliz con el resto de su familia. Sus horas transcurren junto con la toma de diversas pastillas, que no le sirven para solución alguna.

Su marido, Dan, (Alejandro Paker), intenta obviar el problema psiquiátrico de su mujer, no haciéndole ningún favor a ella, y tiene una excelente relación con su hija pianista, Natalie, (Manuela del Campo).

Esta pequeña sueña, como toda joven, con ganar un concurso de música pero tiene ciertos altibajos por convivir con su progenitora tan desequilibrada. Algo que la «salva» es conocer a un chico que la adora y admira. Juntos, de novios, van colmándose de alegrías y se apoyan mutuamente.

Pero, ¿se imaginan todos estos conflictos, sinsabores, desequilibros, amores y desencuentros, contados con canciones? El hecho de ser una comedia musical es lo que hace que los dramas que se avecinan, no sean tan trágicos.

Al mejor estilo Broadway, un escenario iluminado en tonos azules y que cambian según la historia, nos invitan a conocer una estructura de dos pisos en la cual cada ambiente es un escenario diferente donde transcurre la obra. No hay que imaginarse, como suele ocurrir, dónde están los actores, sino que cada espacio está perfectamente decorado, iluminado y caracterizado.

Volviendo al tema central de Casi normales, la inexperiencia del hombre de la casa y su caracter débil, provocan una situación no grata: el médico de ella (Mariano Chiesa), aconseja hacerle un tratamiento por poco tiempo, basado en electro shock. Su pareja, acepta, sin reparar en los daños que le podría causar la misma.

Una vez que es internada en la clínica, se sumerge en un túnel lleno frialdad y, después del cual, nunca volverá a ser la misma.

Su salud pasa a estar más equilibrada pero sus recuerdos son olvidados casi por completo, pasando a tener una vida en la cual no sufre pero tampoco vive plenamente.  Su mente está en blanco y su fiel esposo, hasta ese momento, abandona la casa.

A mi parecer, esta puesta en escena no es recomendable para niños. Los repertorios, si bien son compañados por una banda excelente y cantados por estos actores super acostumbrados al terreno musical, contienen información que no debería volcarse a los menores por ser muy fuerte.

Esta obra, es un fiel reflejo de lo que ocurren en muchas sociedades cosmopolitas en las cuales se decide «ayudar» al «enfermo», como aconsejan los médicos, en vez de fijarse qué es lo que necesita de verdad la persona.

Es muy conmovedora la trama, el guión y cada una de las canciones que nos pasean por un mundo conocido y palpable en estos tiempos contemporáneos.

Música: Tom Kitt.

Libro y letras: Brian Yorkey.

Dirección general: Luis Romero.

Dirección musical: Gaby Goldman.

Director asociado/creativo: Diego Jaraz.

Director creativo: Marcelo Kotliar.

Dirección vocal: Ana Carfi.

Escenografía: Marcelo Valiente.

Dieseño de iluminación: Marco Pastorino.

Diseño de sonido: Rodrigo Lavecchia.

Vestuario: Pablo Bataglia.

Asistente de dirección: Cristian Aguilera.

Prensa: Furgang Comunicaciones.

Producción ejecutiva: Pablo Tubío y Nazarena Bredeston.

Producción general: Javier Faroni.

Duración: 2 hs 40′.

Mariela Verónica Gagliardi

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