*** MAYO 2023 ***

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La evocación permanente

Alma

Continuada a “La mujer puerca”, esperamos un ratito e ingresamos, nuevamente, a la sala de La Criba -una sala de casa antigua, con techos altos y puertas delgadas de madera-, para presenciar “Alma teatral” (escrita y protagonizada por Gabriela Izcovich).

Lía es la intérprete de este gran drama en que es posible replantearse la vida.

Dentro de una casa, decorada hasta con el más mínimo detalle, ella sonríe, se entristece y llora.

Sus relatos datan de veintiséis años atrás y, cada uno de sus recuerdos, la hacen transitar por diferentes aromas y texturas de una época inolvidable como mujer y persona. Nada menos que a su gran amor conoció. Su médico, Oscar Alma, el cual tiene un apellido que, a ella, le llamó siempre la atención. Este hombre le aconsejó que para curarse debería visitar el balneario Sofía, un lugar con tan solo quince habitantes. Lo curioso es que Sofía -la dueña del sitio-, le dijo en cierta ocasión que: “es muy buen augurio que un hombre tenga de apellido Alma”.

Mientras Lía narra su pasado, convirtiendo cada relato en un paisaje diferente; cocina una tarta de manzanas. Ella dice que le encanta cocinar y, al verla, uno puede darse cuenta de es su manera de canalizar sus angustias y penas. De mantenerse a salvo entre tanta melancolía y dolor, por lo mucho que extraña al padre de sus hijos.

La pobre mujer está practicamente sola y no parece interesarle hacer amistades o crear lazos nuevos, para no sufrir más. “Una relación, por una cosa u otra, trae dolor”.

Después de conocer su pasado y presente, Lía nos cuenta sobre su vinculación con el teatro. Afirma que no soportó ciertas cosas del ambiente, como la opinión de los críticos que son capaces de hundir a una obra cuando recién está asomándose a la superficie.
Este paralelismo entre ficción y realidad, también pudimos notarlo como un rasgo interesante en la obra Un tren llamado deseo que presentó junto a sus alumnos. Gabriela Izcovich es actriz y Lía lo fue. Quizás, Lía es parte de Gabriela, ese lado temeroso que flagela ante un intento. Pero, Gabriela supera las debilidades de la otra.

“Al abandonar el teatro, abandonó gran parte de su vida” – solía referirse Alma a su amada.

Armonía, respeto y silencio; son las tres palabras que más se repite para sí misma. Nos las repite a nosotros. Intenta convencernos sobre el significa que tienen. Ella parece mantener la calma y es que, otra alternativa no le queda. A su vez, dice que sus hijos la aceptan como es y ella a éstos. Y el silencio no parece aún llevarlo a la práctica. Tiene la necesidad, imperiosa, de hablar, de sentirse acompañada. Es un silencio obligado, en cierta forma, el que practica a diario.

El público es su lazo más estrecho, durante una hora, hasta que se disuelve; trayéndola al presente real en que está con ella misma.

Luego de revivir lo que sintió en su momento de enfermedad, en el instante en que se enamoró y cuando más sufrió; llega a la conclusión de que no precisa volver a las tablas y actuar de otra, ni disfrazarse. La verdadera obra de su vida es “la evocación permanente”. El poder traer al presente un recuerdo, un aroma, una sensación… y compartirla con extraños que son incapaces de meterle el dedo en la llaga, que son incapaces de juzgarla o de condenarla.

Lía es así, una mujer noble, apasionada por el arte culinario y la suma delicadeza que tiene hasta al pelar una manzana. Todo su dolor se convierte en una comida sabrosa que comparte, en esta oportunidad con los espectadores que, gustosos, deleitan y continúan oyendo cada palabra.

Como si fuera poco, canta sobre unas melodías que, según ella, merecían tener letras.

Mariela Verónica Gagliardi

 

 

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Santificado sea tu nombre

La mujer puerca2

«La mujer puerca» (escrita por Santiago Loza y dirigida por Lisandro Rodríguez), es una obra de teatro, unipersonal, que protagoniza la destacada actriz Valeria Lois. Esta pieza artística tuvo lugar en el Espacio Cultural Criba, dentro del marco del Festival Cervantino de Azul.

Como toda dramaturgia de Loza, contiene una primera parte más relajada que la segunda. Durante una extensa introducción a la vida de esta mujer, podremos conocer su intimidad, su pasado y todo lo que sufrió por no tener la fortaleza como para luchar contra un mundo dañino.

Ella cuenta anécdotas de su vida, todas relacionadas -de alguna manera- con la religión católica. Habiendo perdido a su madre al nacer y sin poder encontrar un modelo adulto a seguir, creció con ciertas falencias que la convirtieron en una persona bastante débil y difícil de engañar.

A pesar de haberle rezado siempre a Dios, a los santos y a la virgen; no se siente del todo santa.

Ella es bruta, simple y, sobre todo, de un inmenso corazón. Tiene ese don como para recordar lo bueno dentro de situaciones, realmente, espantosas. No siente rencor por nada, aunque sí siente que alguien importante en su vida la traicionó.

Cada acontecimiento que vivió, sintió que debía relacionarlo con señales que Dios le daba, pero, actualmente supo que no eran más que ilusiones sobre las que se apoyaba para no sufrir tanto.

“Peleo para estar despierta, durmiendo, también” – dice en un momento de la historia, haciendo alusión al tema de lo mucho que le costó, siempre, estar despierta sin esforzarse demasiado.

Como si su peso le pesara más de lo normal y siendo una mujer joven; parece haberse convertido en anciana y no tener más fuerzas para seguir adelante.

Hubiera deseado tener un milagro del Señor, sentirse especial. Pero, esto no pudo pasarle. Parece que Dios elige a quién dañar y a quién abrazar. Resulta sumamente desgarrador el planteo que ella le hace a éste, despojándolo de todo sentimiento noble.

Ya adentrada la obra, el guión toma otro curso y ella cuenta sobre su padecimiento, sobre lo que la hizo y hace sentir sucia. Resulta ser que su tía le puso de sobrenombre puerca, por cómo hablaba y por las cosas que decía. Estando limpia por fuera, igualmente, sentía que su cuerpo no lo estaba, sino todo lo contrario.

Lo irónico es que decide abandonar un poco la religión para conocer el mundo de la prostitución y ver si en ese ambiente logra purificarse, de algún modo. Claro que le sucede lo contrario ya que es denigrada, golpeada y siente que ya no puede estar más así. En cuanto logra escapar, vuelve a caer en la trampa y, su debilidad llega a su máxima expresión. Su vida no vale, su cuerpo es un cuerpo y el alma deambula como desorbitado.

Refiriéndose a la prostitución y relacionándola con una prueba a sortear para convertirse en santa, dice: “para elevarse primero hay que hundirse”.

Existen ciertos rasgos de sátira durante la obra, así como humor y un gran predominio de drama. Entre estos tres aspectos que se van mezclando, no hay posibilidad de distraerse ni sentir cada sensación actualizada por él.

Mantener una charla hipotética con Dios es lo que se representa imaginariamente en su mente. Nosotros somos sus testigos y la contenemos ante cada momento recordado.

En cuanto a la escenografía, está compuesta por una mesa y su silla, muy precarias ambas y, sobre la mesa, algunos eobjetos: una crema hinds, una estatuitlla de Jesús, una jarra de aluminio. Un detalle importante es el techo interno de la habitación, dotado de muchas bombitas de luz, una al lado de la otra.

“A veces uno con los ojos del alma puede ver cualquier cosa” – afirma después de una larga secuencia de desahogo. Con esta frase quiere decir que no es necesario conocer a Dios en cuerpo, como le ha ocurrido a gente de su entorno sino que la mirada interna de cada persona es capaz de imaginar lo que necesite.

La mujer puerca no es puerca, es honesta, transparente, sencilla, sensible, pero sin la fortaleza para imponerse ante el dolor. No puede decir basta. Se siente en falta, se hecha la culpa sobre la muerte de su madre, inventa teorías ilógicas para encontrar justificación a lo injustificable.

¿Por qué se condena más de lo que ya fue condenada?

Mientras se suaviza las manos con esta crema tan conocida por las mujeres, vestida de rosa y con una sonrisa enorme; desea verlo. Y lo desea tanto que, finalmente, se produce el milagro.

Mariela Verónica Gagliardi

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Viviendo a través de la danza

Danza UNSAM60

El Grupo de Danza UNSAM, presentó varias puestas escénicas, durante las cuales fuimos espectadores de cuatro coregrafías con una impronta y estilo increíbles, dentro del marco del Festival Cervantino de Azul.

Pudimos ver: Pulsos (Música: John Adams, Coreografía: los intérpretes con la coordinación de Oscar Araiz), Tango (Coreografía: Ana Itelman, Música: ástor Piazzolla), Adagietto (Música: Gustav Mahler, Coreografía: Oscar Araiz) y Noche de ronda (Música: boleros tradicionales interpretados por Elvira Ríos, Coreografía: Oscar Araiz).

Cabe resaltar el alto nivel profesional y artístico por parte de los bailarines, quienes no solo danzaron sino que actuaron cada situación y escena, planteada por los coreógrafos del ballet, quienes propusieron una fusión entre el baile, el teatro y el cine; pocas veces visto.

No alcanzan las palabras para definir la enorme cantidad de sensaciones que produce vivenciar estos cuadros artísticos ni la increíble emoción que da saber que son argentinos.

Sentada en el primer palco, tuve la oportunidad de observar cada movimiento, cada desplazamiento, secuencia coreográfica, los códigos establecidos por los bailarines, el modo en que se unían y separaban y, la manera en que se coordinaban para reproducir cuatro historias diferentes.

Sabemos, con certeza, que el ballet clásico tiene a un público erudito -por lo general- como seguidor fiel. En cambio, Oscar Araiz, plantea una fusión de ritmos, estilos y artes; que permiten la inclusión, inclusive, hasta de los no amantes del ballet.

Ser espectador de tremenda exposición, ya de por sí da satisfacción.

Durante la primera puesta, se pudo observar a la danza contemporánea en todo su esplendor, mezclada con folklore, donde los pasos criollos se esbozaban y entrelazaban con movimientos corporales tan naturales como reales. Esos cuerpos de plastilina, despertaron la aprobación de toda la sala del Teatro Español.

Luego, un bailarín, representó un tango, tambíen, fusionando esta danza de la ribera con la contemporánea. Su sombrero le tapaba el rostro, a la vez que sus pies se movían, marcando ochos y mostrando una verdadera danza tradicional.

Tuvimos un pequeño intervalo, hasta que continuaron las otras dos coreografías, las cuales marcaron un antes y un después en la propuesta.

Una pareja, vestida en tonos celestes, enamorada, buscaba un camino a seguir. Estos intérpretes románticos, dejaron una huella de amor que fue muy aplaudida por el público. Y es que, evidentemente, el ballet brinda esa sonrisa cálida. Un bailarín, se lucía, mientras le daba la posibilidad a su compañera de lucirse también. Realizaron diferentes figuras en el aire, en el piso y uniéndose hasta conformar un solo cuerpo.

Por último, Noche de ronda, demostró la grandeza de Araiz para montar una escenografía súper original -sin desmerecer a las anteriores- sintiéndonos inmersos en una película en blanco y negro, antigua, de los años 30’, y con un aire de glamour. Durante las escenas, pudimos ver distintos tipos de rondas, incluyendo a la ironía como un condimento esencial para demostrar cómo sufrir por amor es bastante masoquista. Utilizando ciertos movimientos para hacer notar este mensaje, uno podrá reír y emocionarse según su conexión establecida con el argumento.

Todas las coreografías son tienen este tinte que las distingue de otras propuestas coreográficas. Sin tratarse de un teatro musical, estrictamente hablando, mantienen sus danzas con grandes interpretaciones.

Es imposible escapar de esta vorágine artística en que podemos, como espectadores, viajar por diferentes aromas, culturas étnicas, perfiles artísticos y un compromiso abrasador del grupo.

Ellos ahí, parados, acostados, haciendo movimientos precisos, iguales al resto, diferentes al resto, destacándose, amalgamándose, siendo un equipo y también bailarines individuales.

Protagonistas o grupo de baile. Ellos son lo que el coreógrafo establece, determina y define. Cuerpos esbeltos que, con sutileza, narran historias cotidianas, dentro de las que podemos sentirnos identificados.

Hay dos posibilidades de vivenciar a estos artistas: contemplándolos y admirándolos, o, permitiéndonos ser libres, recorriendo -junto a ellos- cada paisaje y universo descripto y desarrollado, a lo largo del baile, por estos danzadores de realidades ficcionadas.

Sin lugar a dudas, este espectáculo, fue uno de los más homenajeados durante el Festival y, seguramente, será recordado por todos cada vez que surja el tema danza o veamos otra puesta en escena relacionada con el baile.

Mariela Verónica Gagliardi

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El pez por la boca muere

Sancho en la ínsula19

La adaptación de Alejandro Casona sobre el Don Quijote (escrito por Miguel de Cervantes Saavedra) resulta exquisita. Su título es Sancho Panza en la ínsula.
Dentro del marco del Festival Cervantino de Azul, tuvo lugar esta versión (del Grupo de Teatro Boliburg) nombrada como Sancho en la ínsula.

Don Quijote le había prometido a su escudero, Sancho Panza, el puesto de Gobernador. El primero sentía que su gran amigo, merecía al igual que él, tener el poder.

Durante la dramaturgia se pueden concebir diferentes situaciones en las que la manipulación está presente, pretendiendo burlarse de la ingenuidad de Sancho. De esto, el humilde hombre jamás se da cuenta, haciendo primar en todo momento el bien, despojado de todo sentimiento relacionado al rencor u odio.

De hecho, este nuevo «gobernador» le dice a su pueblo de la ínsula Barataria: «mientras dormimos, todos somos iguales: los ricos y los pobres, los mayores y los menores. Y después de muertos, el labrador y el obispo caben en un palmo de tierra».

La sensibilidad de Sancho, idealmente, hace cambiar de opinión a varios de los que quisieron tenderle la trampa para sentirse más poderosos. Y es que todo girará en torno a lo que uno puede lograr con ayuda de su séquito. Milagrosamente, el Gobernador, no precisa de coartadas para combatir el mal, ya que sus principios inculcados por su familia, le permiten mostrarse como es -utilizando un refrán diferente para cada ocasión-, sin tener que fingir ser alguien que no es para aparentar más sabiduría o liderazgo.

Son reiterados los momentos de risas que provocan los actores ante el carismático Sancho Panza con cada una de sus ocurrencias benévolas, como la de querer comer abundante.

Todo se va desarrollando según el plan establecido, hasta que un cronista dice: «Por burla se le ha nombrado; pero bien pudiera ser que, si sigue como hasta aquí, las bromas se vuelvan veras y salgan burlados los burladores».

Así es como dentro de las escenas más graciosas se encuentran las establecidas entre Sancho y el Mayordomo.

Una obra interpretada muy deleitosamente por sus actores, a sala llena, y permitiendo que el gran Cervantes se luzca, una vez más.

La iluminación blanca y el vestuario bien épico, permiten que esta pieza teatral se destaque de principio a fin.

Qué más quisiera un hombre como él que haber ocupado un trono que anheló, asumiendo que lejos está de sus valores como persona. Que prefiere hacer el bien sin tener que ser culpado por cosas que no cometió o, privado, inclusive, del derecho de comer cuando sus tripas no dan más.

No quiso sentenciar a ningún hombre cuando así no lo consideraba y esta confabulación preparada por este grupo de sirvientes, termina a favor de Sancho Panza, quien no devela el misterio por no saber que se trata del mismo, pero sí regresa a su lugar, con su gente y cada convicción reinante en su corazón.

Cuando llega al Mayordomo la carta en la que se lo amenaza a Sancho para que abandone su puesto, él afirma: «Digo, señores, que si así es el oficio de gobernar, no es el hijo de mi madre el que nació para esto. (Comienza a despojarse de sus insignias.) Si he de mandar ejércitos y velar sobre las armas, y sentenciar pleitos a todas horas para que la una parte se vaya contenta y la otra me saque el pellejo, y vivir con el temor de que me maten enemigos a los que nunca ofendí, y no comer ni beber vino como manda ese médico verdugo…. si todo eso es gobernar, quédense aquí mis llaves y mis galas, y tómelas el que quiera. A mi trabajo y a mi tierra me vuelvo; que más quiero vivir entre mantas que no morir entre holandas. Devuélvanme mi pollino, mi único amigo fiel,  del que no pienso volver a separarme más. Y si algo merezco por lo que hice, sólo pido a vuestras mercedes que me den medio pan y medio queso, que yo comeré de camino a la sombra de una encina mejor que comí en palacio entre manteles brocados. (Al público.) Y a vosotros, ciudadanos de esta ínsula Barataria, adiós. Si no os hice mucho bien, tampoco quise haceros mal. Nadie murmure de mí, que fui gobernador y salgo con las manos limpias. Desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano. Adiós, señores».

Mariela Verónica Gagliardi

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Cuando se pierde la esperanza

Despojos3

En el Teatro Español de Azul, dentro del marco del Festival Cervantino, se presentó una obra de creación colectiva llamada Despojos (dirigida por Juan Etcheverry). La misma cuenta varios temas interesantes, ubicados en cierta época que nos marcó a todos los argentinos: la pos dictadura militar y principios de la democracia.

Si bien no es la intención del argumento, hablar de los gobiernos de facto, resulta imposible no citar algunos de sus aspectos como ser el contexto, que permita entender y reflexionar sobre la historia que se plantea en el escenario.

Según el diccionario de la RAE (Real Academia Española), despojar significa: Privar a alguien de lo que goza y tiene, desposeerle de ello con violencia.

Puede afirmarse que a lo largo de la obra que tiene dos horas de duración, aproximadamente, se confirma que la violencia (psicológica sobre todo) es utilizada como herramienta para quitarle a unos pobres seres humanos, lo poco que tienen, haciéndolos sentir menos que la miseria. Algo tan desolador como el sentirse nada y que, encima, los que manejan el poder, les saquen el alma.

Todas las escenas tienen lugar en un pisquiátrico, dentro del cual conviven personas de diferentes sexos, edades y estratos sociales. Entre ellos, cabe resaltar, que no existen inconvenientes sino que prevalece la solidaridad. Aunque, la dueña del lugar y el médico, son quienes manejan toda la medicación de los internos y sus tratamientos. Como si fuera poco, utilizan la esperanza de estos enfermos para aprovecharse y robarles. Claro que estos robos no se manejan como hurtos sino quitándoles, previamente, la vida.

Nada más tenebroso que recordar la masacre provocada por la dictadura de Videla y verla plasmada en el aire de la dramaturgia, en ciertos diálogos y en la manipulación que hacen los que tienen el poder. Éstos no debieran considerarse poseedores de tal, sin embargo, en vez de cuidar a los enfermos, los van empeorando día a día.

Un lugar donde la calidez humana se esfumó para hacer prevalecer la rigidez, el formar fila, el obedecer y no tener derecho a que opinen nada. Absolutamente nada. Por suerte, entre los propios internos, sí van conversando sobre sus preocupaciones y uno se convierte en sostén del otro.

Al ser una creación colectiva, existen muchas escenas donde todos los actores logran lucirse y demostrar su amor por el teatro, un arte que permite expresar hasta lo más “prohibido”, usando diferentes lenguajes para transmitir.

Despojados de su fe, caminan como zombies, hablando pero sin saber qué decir. No tienen escapatoria ya que sueñan con que algún familiar los venga a buscar, cosa que nunca ocurrirá. Es totalmente triste el panorama y la relación con un centro clandestino se pone de manifiesto sin siquiera mencionarlo. Ellos, ahí presos, involucionando, quedándose despojados de todo y sintiendo que sus vidas no valen nada.

En cuanto a la historia, puntualmente, se puede conocer una antigua historia de amor, una actual historia de amor, lucha de intereses constantes, egoísmo, manipulación y la vida que transita entre todos muy rutinariamente. Resulta ser que el más subestimado y considerado un objeto sexual, termina siendo el portavoz de la verdad y, el único, que se anima a revelarle a la policía sobre el último asesinato llevado a cabo en la institución.

¿Por qué estas personas deben ser vigiladas y castigadas?

¿Qué hicieron como para que sus vidas tomen ese rumbo?

Como si estuvieran presos de su libertad y de todo lo demás, cada uno respirará porque es algo inconciente de hacer. El resto lo harán para no ser castigados. Lo más humillante de todo es que se trata de un lugar privado por el que pagan mucho dinero para estar allí. Pagan para ser sancionados o alguien lo hace por ellos. No tienen ya la certeza de por qué están en este lugar. Solo desfilan por las diferentes habitaciones, consumen lo que les dan e inclusive sienten que los tratan bien.

El dinero no es lo único que buscan estos manipuladores del poder, sino, justamente, la sensación de hacer con los demás lo que quieren. Ellos deberían estar en tratamiento pisquiátrico o presos. Tanta maldad junta resulta angustiante, pero, los tintes de humor están presentes en Despojos, lo cual pone la historia en un lugar un poco más relajado. Las situaciones graciosas se vinculan a un humor ácido que intenta rozar el humor negro.

Solo la risa surge y se torna agradable cuando la tensión está a punto de llegar a su máxima expresión. De esta manera, Despojos se convierte en una tragicomedia que se puede disfrutar en familia, aunque no la considero apta para niños.

Mariela Verónica Gagliardi

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Un cuerpo que canta

Abi Gonzalez13

Como azuleño no cabe más que orgullo por el festival.

Se refiere al Festival Cervantino, que se está llevando a cabo desde el 31 de octubre y hasta el 9 de noviembre, por octavo año consecutivo.

El folklore brota de nuestras raíces como el tango. Se inmiscuye por cada uno de nuestros huesos, músculos, arterias y venas; hasta llegar al corazón. Ahí late, quedando ciertas melodías más recordadas que otras.

Abi González es un joven de Azul que va recorriendo, hace años, un camino diferente. No alternativo, sino complementario, basándose en el folklore tradicional pero, utilizando, nuevos aportes musicales que dotan a este género de una forma muy particular, permitiendo que no solo los seguidores de este ritmo se sientan identificados, sino los más jóvenes.

Con una buena voz, aunque haciendo primar lo instrumental, él y su grupo atraviesan letras de amor, donde éste provoca distintas sensaciones según el autor e inclusive el arreglo realizado por el músico y guitarrista Alejandro Starosielski.

Una cosa que llama poderosamente la atención es Abi. Él no canta solamente sino que se va transformando en la aventura propuesta por cada canción. Su cuerpo, evidentemente, le dice a su voz lo que debe emitir y cómo hacerlo. No existe la magia en esto: es talento y vocación por algo… amor.

Manuel Tejón fue uno de los compositores elegidos para abrir el recital, con Remolinos , una canción que hace referencia al viento. También se pudieron escuchar: Agüita demorada (Pepe Nuñez), la cual hace mención a su amada diciendo Segurito que llegues de madrugada, despeinada y gritona, mujer amada; Pasado mañana, es una chacarera trunca que habla de lo sentimental: Siempre llevaré mis recuerdos.

Pero, sin lugar a dudas, Milonga triste (Homero Manzi, Sebastián Piana) produjo un antes y un después en el espectáculo. La realidad es que toda la puesta en escena iba hacia un horizonte donde la percusión, el viento y las cuerdas se aliaban para pintar paisajes y sentimientos tan profundos como reales: Volví por caminos blancos, volví sin poder llegar. Grité con mi grito largo, canté sin saber cantar. La composición actoral que desenvolvió Abi, se pudo vibrar. No eran solo palabras y frases reiteradas sino un hombre desgarrado, transmitiendo cada uno de sus pesares.

El resto del repertorio fue muy agradable y el patio de   se llenó de gente que recordaba y sentía, durante una tarde fresquita, en la que la buena energía y sonrisas permanecieron.

Chayita del vidalero (Ramón Navarro), Zamba del arribeño (Néstor Soria, Juan Falú) -con arreglos de Alejandro Starosielski-, Chacarera de un triste (Los Chalchaleros) -cantada por Abi con acompañamiento de percusión-, Me lo ha dicho (bailecito) y Milonga en tiempo; entre otras de las que sonaron.

Resulta interesante y conmovedor, ver que siguen existiendo jóvenes artistas amantes del cancionero popular, que no solo repiten lo ya hecho sino que toman prestadas canciones para hacerlas suyas, con su propio estilo e interpretación.

Como si fuera un viajero del tiempo, Abi transita y vive. Sus experiencias son volcadas en la música y dice que, ya pronto, comenzarán a grabar su primer disco. Están felices por este gran paso en sus carrera, pero, me atrevo a afirmar que la unión colectiva los condujo a este premio.

Mientras tocan una canción, sus miradas se cruzan, se conectan y, de allí, surge una nueva propuesta. Sería como una libre interpretación de un guión ya establecido. Ellos tienen pautas, las respetan pero se rebelan para fomentar un quiebre. Lo inventado, inventado está. Lo innovador o experimental es una nueva veta que no pretende desvalorizar sino llamar la atención para que los espectadores se sientan parte e incluidos en una travesía por donde lo rígido ya no tiene sentido de ser.

Yo me hago con tus misterio, hacete con mi cantar.

Mariela Verónica Gagliardi

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