*** ABRIL 2024 ***

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Una historia intricada, dura, con todos los ingredientes necesarios para que todo lo que tenga que explotar explote por los aires cual volcán en erupción. Esa es la síntesis de la obra de teatro Dignidad (de Ignasi Vidal, con versión de Elio Marchi y dirección de Corina Fiorillo).

Es tan real, absolutamente real y contemporánea la temática que cualquier similitud podría producir picazón constante en la piel de aquellas almas susceptibles de verdades.

Un despacho de oficina tradicional con un escritorio y silla giratoria, a otro extremo una mesa ratona y dos sillones y algunas bebidas alcohólicas para intentar salir de tantas malas decisiones. En verdad la corrupción es un mal camino para los decentes y honrados pero en este thriller dos amigos demuestran que sin ella no siempre es posible seguir en pie.

Como una medicina que al no ser bebida puede provocar graves consecuencias, los diálogos de estos hombres indagan por la absoluta realidad del poder, la política, la candidatura, la salud, la familia y todos los actores presentes y protagonistas de forma omnisciente.

Por momentos sentí esa sed irremediable de querer ver a quienes estaban ausentes físicamente y conocer sus opiniones al respecto. Y es que desespera saber que solo uno tendrá en sus manos la conducción del país, siendo lo que es y pretendiendo lo que pretende. No se podrá poner las manos en el fuego por ninguno de los dos y solo en el desenlace podremos sacar nuestras conclusiones que podrían ser unas u otras sin tener la completa verdad.

Mientras Francisco (Roberto Vallejos) se prepara para tomar el mando, muy pronto, del sillón presidencial, quiere que su amigo de toda la vida, Alejandro (Gustavo Pardi), lo secunde. Hasta aquí todo podría constituirse como una amistad que atraviesa incluso el poder y lo reparte, pero nada de eso será así. Durante una hora sentiremos adrenalina, nervios y odio hacia la política. Desde ya que no hacia la política en su sentido genérico sino en lo que respecta a quienes la ejecutan. Uno y otro serán detestados y aborrecidos por el público. Uno podrá temerle a uno y mientras compadecerse del otro, pero lo cierto es que los dos son la misma cara de una moneda y quien sea más ágil podrá correr con mayor suerte. No una suerte azarosa sino completamente premeditada y planificada.

Según la Real Academia Española: Excelencia y realce son acepciones de dignidad.

Pareciera ser absurdo el camino que toma Francisco quien “olvida” todas las cabezas que tendrá que pisar para conseguir su objetivo. O el rumbo de Alejandro que por callar en su momento va elaborando su plan paralelo y macabro.

Sin embargo, poder significa: tener expedita la facultad o potencia de hacer algo.

Palabras, términos y definiciones que se retroalimentan al igual que la telaraña que se va tejiendo en esa oficina.

Alguien digno es quien merece algo. Pero, ¿quién lo decide y quién lo define? Una vara se inclina a favor de un candidato u otro respecto de su amabilidad, de su simpatía, de su dinero, de sus transacciones o,  simplemente, de su don para ocultar lo que jamás debería salir a la luz?

Corina Fiorillo, una vez más, demuestra su inteligencia y perfección para profundizar en una temática, haciéndose cargo y escogiendo a dos artistas muy talentosos para los roles que deben interpretar.

¡Es digno quien decide morir en silencio y retirarse a tiempo y quien decide jugar por detrás no lo es?

Son muchos los interrogantes que se tienen durante la función en que es posible olvidar que nos encontramos en un teatro y creeremos presenciar un acto político privado.

En cuanto las luces se funden con la oscuridad, el vacío se apodera de la sala y el final nos deja helados en una cálida noche de verano.

Funciones: de miércoles a domingos, 21 hs. Teatro: Maipo Kabaret.

Mariela Verónica Gagliardi

 

 

 

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