Jorobado, el encierro de un cornudo (versión libre del cuento El Jorobadito, de Roberto Arlt) es un unipersonal (creado e interpretado por Claudio Pazos) que toma el argumento del texto original pero desde una arista diferente. En esta ocasión, el hombre desdichado -y no me refiero a Rigoletto- se encuentra encerrado, sin poder huir de donde está y con varios interrogantes por resolver. Su ira es uno de ellos y es que aún siente la imperiosa necesidad de mostrarse resentido, dolido y un tanto precipitado.
La proyección que realiza el hombre en el jorobado es de tal dimensión que no consigue terminar con el asunto que lo está afligiendo: el amor o desamor hacia su novia.
Es tal la locura que se apodera de estos seres que pueden sentir la agarofobia desde lo más profundo.
Todos deben recordar el primer y casual acercamiento entre el jorobadito y este hombre, en un bar. De ahí en adelante, el favor tan extraño y tenaz que éste último le pide al primero y que no se cansa de reiterarla.
El genio y talentoso Claudio Pazos consigue acercarnos a cada uno de los personajes del libro de Arlt, pero algo cambiados. Su imaginación ha tomado lo más relevante y les ha otorgado la gracia necesaria para que nosostros como espectadores podamos ingresar en el universo del autor desde un comienzo. Es tan así el efecto que produce Pazos que la sala más preciosa y original del Teatro La Comedia, se convierte en un lugar distinto, con una atmósfera increíble y muy bien lograda.
Es posible que odiemos al jorobado o no, de acuerdo a los atributos que se detallan sobre su persona, pero lo que resulta ineludible es el carácter violento de su nuevo «amigo», quien se cree con total impunidad de maltratar a otra persona por el simple antojo de considerarlo indigno de respeto.
Entonces es posible sentir la asfixia -conseguida por diferentes objetos de la puesta en escena-, verlo suplicar, notar la aparición del corcovado, sus dolencias y aflicciones, la sorna con que ambos personajes se manifiestan, unos tacones rojos para vestirse de pura y la ilusión de una boda que no es posible que ocurra.
Una marcha, no nupcial, que permite oír las voces de estos hombres, sus justificaciones y el placer de terminar con otra vida cuando no se puede con la propia.
Este cornudo sabemos que no es tan y que manipula la realidad a su gusto para esconder su cobardía. Quizás su mayor disgusto sea toparse con un extraño y saber que sus intereses no son los suyos y que su imperfección física no lo tortura como al otro.
Mariela Verónica Gagliardi
Comentarios en: "Un virtuoso de la actuación" (1)
Gracias Mariela, muy buena mirada de nuestro Jorobado. Abrazo