*** ABRIL 2024 ***

Criatura de dios3Y de repente despertó… miró a su alrededor, observó por encima de su cuerpo y notó que el mismo estaba vendado con cintas de embalar. Él no sabía lo que le estaba ocurriendo ni quién era, así que se entregó al azar.

Sus ojos se detuvieron en unas lámparas de luces blancas y toda la sala parecía un quirófano. Claro que él era el observado, el investigado, la pieza fundamental para descubrir seguramente algo importante.

Pero a él no le importó y bruscamente comenzó a quitarse las cintas que le impedían cualquier movimiento natural en el cuerpo. Una vez hecho esto, se encontró con un impedimento en el habla que pudo ir resolviendo.

Sus palabras fueron para él un hallazgo, al igual que sus saltos, sus piruetas, su caminar, sus estados de ánimo. Pero su lenguaje no fue muy claro desde el inicio y no supo cómo hacerse entender con el mismo. Le resultaba más agradable y fácil transmitir con su cuerpo. Era un anti-humano en ese aspecto.

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Simulaba ser un ser primitivo o alguien que vendría de otro planeta. Él se comunicaba con otros lugares, también con distintos objetos y su viaje por el escenario fue un paso en el tiempo para nosotros (los espectadores).

Este pequeño grande, investiga, siente, confía, busca. Lo hace como alguien que recién despierta de verdad y a quien le importa hallar su lugar, su espacio, su todo. Sus zapatos con plataformas le permiten mojarse, embarrarse, tener equilibrio y destreza. Su divismo surge cuando está en plenitud y allí las carcajadas se escuchan en las distintas escalas de sonidos. Él se “burla”, sin burlarse. Él copia, repite, aprende, aprehende. Él asimila, reinventa, construye y sigue adelante. Él está en un lugar que no es -evidentemente- el suyo original. Pero, ¿cuál es el espacio de cada uno? ¿El que le toca, el que encuentra o el que descubre?

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“Criatura de Dios”, es una pieza delicada, cuidada, en la cual Darío Levín protagoniza, se desenvuelve, emociona y no tiene intención de finalizar su narración. Este unipersonal clownesco es para observar y entregarse por completo sin prejuicios, sin fruncir el ceño. Debemos sentirnos libres al mirar a un actor que todo lo da, que no tiene miedos en sus venas, que es puro talento y vocación.

Entre el público pudimos ver cómo algunas personas se rehusaban a participar cuando la obra lo requería y es que “Criatura de Dios” no conoce la energía negativa, solamente aquello que brilla lo toma. Quien no desee colaborar con algún sentir que proponga el actor, se perderá la posibilidad de formar parte de algo importante llamado: reciprocidad.

Muchas veces el ser humano se cree omnipotente y al comprar su entrada para una obra de teatro siente que va a ocupar una butaca y durante un tiempo determinado verá con sus ojos dicho espectáculo. Hace falta un poco de compromiso desde el corazón para sentir que es mucho más que eso. Que el esfuerzo de un intérprete que todo lo da en una hora, merece ser aplaudido con todas las partes del Criatura de dios2cuerpo, con todos los músculos, con una aprobación llena de un contagio que invada absolutamente toda la sala de la función. Así como un público elige qué ir a ver, el actor también debería ser libre de -aunque sea- desear a sus observadores.

Ambos son un todo que cuando se complementan, surge -con naturalidad- una magia llena de brillos.

“Criatura… es enorme en su entrega y el adjetivo le queda pequeño hasta para su personaje. Quizás sea la típica frase, el nombre de la dramaturgia, pero su despliegue de saberes -incluyendo al acordeón- nos trasmiten profesionalismo, amor por el arte, convicción en su personaje y una firmeza en cada uno de sus movimientos.

ficha artíscto-técnica Criatura de dios

Mariela Verónica Gagliardi

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