Me tengo que hacer cargo de mí

Hay clásicos que se imponen a nuestros tiempos y hay que poder sacarlos de la biblioteca para exponer públicamente.
Muchas veces, las temáticas profundas y controversiales se consiguen abordar mejor, en formato artístico para -que quienes no se sientan en su amplia comodidad- sigan estando incómodos pero no por eso ajenos a la problemática.
En esta ocasión, “Casa de muñecas” (escrita por Henrik Ibsen y dirigida por Lizardo Laphitz) conserva la estética del 1.800, con tonalidad de madera y celeste pastel en sus muebles, así como una iluminación muy delicada y sobria que permite entrar en la historia de Nora (interpretada por Gabriela Puig), una mujer que quedó “encerrada” entre cuatro paredes, presa de lo que los hombres de su vida: padre y marido; quisieron para ella.
Por eso, como si se tratara de una muñeca, de un personaje, Nora intenta romper con todos los paradigmas, discriminación y violencia contra las mujeres.
Esta actriz, sorprende, ilusiona, y nos permite recorrer el clásico basado en la sociedad del Siglo XIX.
Acompañan a Gabriela Puig, un elenco de excelentes actores y actrices que nos presentan una versión tradicional pero muy actualizada, gracias a la dirección de Laphitz. Y este es uno de los puntos que más quiero resaltar: la delicadeza y precisión con que le da vuelo a la narrativa de Ibsen, logrando que cada personaje pueda abandonar el rol de víctima. Y qué fundamental se torna esto: una vez que nos damos cuenta de que somos víctima de una situación o de una relación (como es el presente caso), conseguir las herramientas necesarias para volar hacia otros horizontes sin sentir miedo por dejar lo que, de alguna manera, nos genera comodidad. Esa falsa comodidad que da más angustia que pasión.
Para quienes no tengan la fortuna de saber sobre este relato, Nora está casada con Trovaldo Helmer (Santiago Vicchi), un abogado que cree tener su vida y la de su esposa controladas. Este matrimonio tiene hijos, los cuales no aparecen presentes en la obra de teatro, pero sí son citados de diferentes maneras. Se suma Cristina Linde (Agustina Sáenz), amiga de Nora; a quien no ve hace muchos años y con quien se irán generando unas charlas más que interesantes, con muchos suspenso. Lo curioso es que el director, no hace explotar en ira a estas amigas como es esperable. Es como si prefiriera hacer reinar la paz en medio de tanto alboroto y que las dos mujeres puedan tramar su estrategia para salir lo más ilesas posibles del conflicto que surge en Casa de muñecas.
Elena, la criada (Luciana Lamota) interpreta uno de los papeles más desgarradores de la pieza artística y que no debe pasar desapercibido. ¿Por qué digo esto? Porque menciona que por temas económicos tuvo que dejar a su hija para aceptar su presente trabajo que, en un comienzo, era ser la nana de Nora. Dejar a su propia hija para criar a otra. Esos diálogos, entre lágrimas, que se vislumbran casi al final de la historia, nos dan la pauta de que no es un clásico que haya pasado de moda y que hoy, más que nunca, debemos leerlo, analizarlo, compartirlo y si hay obras de teatro como esta que la lleven a escena; acudir para verla.
Y dejando casi para el final a los dos hombres restantes: Krogstad (Alejandro Holm) y el Dr. Rank (Richard Courbrant) es que podemos completar el panorama de situación.
Un banquero y un médico que pululan por la casa de la familia Helmer, que generan intrigas, malos entendidos, que intentan romper con el statu-quo reinante y desbordar de amor hacia quien corresponda cuando así lo sientan.
En mi humilde opinión, esta obra no solo encarna el tema de la violencia de género sino del amor. El amor que, muchas veces, se intenta esconder debajo de la alfombra creyendo que así se olvidará y, cuando se da el momento “ideal” resurge como lava de volcán para quemar a quienes no se atrevieron y luego sí.

Más que impactantes las líneas agregadas por el director, al desenlace de la historia cuando Nora decide dejar todo para ocuparse de ella misma y, Trovaldo asume, abiertamente, que era el momento de separarse, de que esta pajarita cante y vuele hacia otros rumbos.














Escrito
en enero 27, 2022