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¿Cómo se puede modificar el pasado, una situación, una etapa, un momento?…
«O no reparaciones» podría definirse como una muestra de teatro experimental durante la cual se observan diversos cuadros -muy opuestos unos de otros- entre los que puedo mencionar: el desamor entre una pareja; la ceguera de una familia que, por dolor y miedo, oculta su miserable realidad; una maestra de inglés que intenta transferir sus conocimientos a personas que no tienen ni el más mínimo interés.
Hasta acá podríamos comprender la obra de una manera pero, al continuar la trama, vuelve a aparecer el fantasma de la muerte. De esa muerte sanguinaria, de
la dictadura en el mundo, de las marchas militares que producen escalofríos, de la tragedia más grande del mundo referida al no poder aceptar al diferente, al distinto y a aquellos que no respondan a nuestros ideales caprichos.
La lucha intelectual no da siquiera un suspiro de paz, ni antes ni ahora. Los focos de combate son otros o los mismos, al igual que sus protagonistas que, lamentablemente, dejan herederos.
¿Es capaz una sociedad, de aquí de allá, de curar y reparar los daños que provocaron cadáveres?
¿Qué sucede cuando no se observa el mal y se lo naturaliza?
Esta creación colectiva (dirigida por Florencia Suárez Bignoli), impacta, emociona y produce incomodidad. Quizás para este público no, o para todos los presentes no, pero para otros sí.
Existen temas como la anorexia que, por más que el tiempo transcurra y todos nos volvamos enciclopedias, aún no se puede sanar. Y de eso se trata: de curar
heridas tan profundas y difíciles de demostrar que el propio cuerpo debe encargarse de somatizar y transmitir, exageradamente, lo que le pasa.
También, hay otras cuestiones como la violencia colocada en la cima. Claro que es agresivo ver ropa tan diminuta como imposible de probarse, claro que es agresivo escuchar y ver publicidades que discriminan a la mujer y hombre que no cumple con estándares sociales impuestos y sacados de una galera que vende, claro que es violento y desgarrador asumir que una sociedad está enferma por culpa de los más poderosos pero, también, defendidos por los que gozan de ignorancia.
¿Cómo dar la vuelta de página cuando no se superó la tragedia individual y social?
¿Y si superáramos el pasado como haríamos para no olvidarlo? Se puede superar sin olvidar como para no volver a cometer tremendos genocidios?
¿Qué peso y arduo trabajo tenemos individual y colectivamente!
Mientras los diálogos van y vienen, los actores se desenvuelven dentro de una sencilla escenografía compuesta por afiches blancos que permiten sorprender con videos en vivo, juegos de luces y un despliegue visual-sonoro impecable.

Finalmente, el amor es el encargado de cerrar la dramaturgia. Un amor noble, inocente, una mitad que se une a otra conformando una unidad. Y esa pieza ejemplifica al mundo, intentando reunir de a poquito a sus integrantes.
Será cuestión de embarcarse y disfrutar…
Disculpen, cómo podría afirmar estas acciones cuando el hombre no para de garronear lo que tiene el de al lado o de envidiar, con ira, cuando no obtiene una tajada.
¿Cómo reparar algo si todavía se puede terminar de arruinarlo?
Es mejor no pensar cuán peor podríamos estar y empezar siendo responsables: en principio por nosotros y luego colaborando con quienes perecen bajo un árbol, permitiendo que la sangre se oscurezca.
Tal como dice el título «O no reparaciones». Vivir y dejar vivir. Parece ser una locura el velar por nuestro propio principal derecho.

Mariela Verónica Gagliardi
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Escrito
en agosto 13, 2021