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El peligro de ser vendedor
Una historia que comienza no por su inicio es lo que da pie a una ambientación muy sexy en la que una serie de acciones se van desarrollando y teniendo lugar.
Extraño juguete (escrita por Susana Torres Molina) nos plantea un universo lleno de sentidos, permitiendo que nos apropiemos de los que deseemos. Un hombre, en esta ocasión, es el “objeto” y será éste sobre el que recaerán todos los deseos más carnales. Dos mujeres explorarán y se explorarán hasta considerar-se parte de un todo que está abierto a discusión, a la moral, a la ética al todo.
Entre risas, comicidad y drama, este objeto-hombre tendrá la oportunidad de hablar, de expresarse y de demostrar su gran talento actoral en escena.
Como si la ciencia viniera a buscar respuestas no dadas, o verdades no satisfechas. Esto es lo que se siente, todo de lo que se abstrae, lo recurrente y no saciado, lo que inoportuna a quien más lo grita.
¿Se puede pagar para ser complacida?
Nada de eso se podría asegurar. ¿Cómo dar certezas cuando no se las tiene en ningún plano de la vida?
Un espejo en el que sucede lo que se ve y no lo que se siente. Tres cuerpos que entran en acción, conducidos por el fervor, por la lógica, por lo que aparece y se disuelve en cuestión de instantes, de breves segundos.
De esto se trata la dramaturgia (dirigida por Carlos Belloso), de lo que intriga y no se devela siempre, de lo que se huele y no se asimila, de lo que no se comprende y continúa investigando. Ir en busca de resultados, de lo que se entremezcla con diferentes secuencias, de lo que se va quitando de una enorme caja que contiene a este juguete pago.
Por más que se trate de un experimento, la espontaneidad demuestra que es posible construir sobre una base pero sin seguir los rígidos lineamientos de un libreto. No me refiero a la improvisación sino a la sensación de que ésta tiene su importante lugar.
Una ficción que bien podría ser realidad y que al suceder esta mezcla, se fusionan ambos mundos permitiendo disfrutar dejando la argumentación a un lado, al menos por un rato.
Tres cuerpos cansados, extasiados, exhaustos, desprovistos de alma y entregados a la ciencia que explora sin cesar.
Cuando las justificaciones surgen, aparece su contrapartida ilusión de respirar una atmósfera entretenida que oscila entre el mundo del ocio y el laboral. Es constante esta ambivalencia planteada por la autora, quien no solo consigue proyectar vivencias sino otorgarlas en tono de humor negro.
Si lográramos olvidar la investigación imperante, podríamos observar a tres humanos en busca de saciar su apetito sexual, haciendo prevalecer la histeria y protagonismo para sobresalir a cualquier costo.
Por momentos los diálogos parecieran ser entre tres amigas que se intercambian chismes para llenar los silencios. Como una vorágine de palabras interpuestas -con, sin o con doble sentido. Ese es el ilusionismo de esta pieza artística: el lograr hallar modos de vivir sin someter a alguien a los caprichos.
¡Vender nunca fue tan insólito!
Escrito
en abril 29, 2019