*** ENERO 2023 ***

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Sonreí para la foto

Una familia feliz1

Todas la queremos, la perseguimos, la deseamos pero, pocas veces, podemos alcanzarla tal cual la imaginamos. Quizás sea porque nuestra mente es capaz de imaginar la perfección, lo ideal…

Una familia feliz (escrita por Javier Naudeau y dirigida por Federico Bruso) es un cachetazo a la realidad. Es como un “¡despertate que es tarde!”.

Heidi Fauth protagoniza a Raquel, una madre soltera que hace absolutamente de todo para conseguir sus caprichosos propósitos. Podría decir que no tiene demasiada conciencia y eso es lo que más llama la atención a lo largo de toda la dramaturgia.

Esta mujer se las trae con su temperamento ambiguo y deleitante. Atrae, seduce, propone y se desmorona -en breve- para volver a levantarse. Un personaje muy difícil de interpretar y que ella lo consigue con su virtuosismo.

Como si la realidad no fuera ya de por sí dura, tiene un hijo adolescente al que no le da demasiados buenos ejemplos. Y es que ella no puede ni siquiera con ella misma. Hace lo que puede entre vaso y vaso de alcohol. ¿Qué se le podría exigir?

Un living es el lugar en el que transcurren casi todas las escenas centrales, un sitio que alberga todo tipo de conflictos (algunos menores y otras casi imposibles de resolver con whisky).

Ella no es irresponsable, no es infantil, no es poca madre. Simplemente es lo que le permitió su pasado y que no pudo cambiar en el presente. Está sola. Más allá de tener a su hijo (Pedro Maurizi) y de querer fabricar un mundo ideal. Está en soledad porque no comprendió aún de qué se trata vivir. No comprendió que la excelencia no puede darse siempre y que los mandatos sociales y culturales tienen un nivel que logra deprimir a toda alma que no encuentre aún su rumbo.

Esta sociedad no ayuda, hunde.

Una familia feliz es una comedia dramática y, al menos, permite que respiremos risas en muchísimos momentos de la obra de teatro. Lo irrisorio es que este tipo de vínculos, como los que se suceden en la puesta; existen. Y en muchos casos.

Avanzar hacia adelante como quien camina sin recorrer algo. Poniendo curitas a las heridas, tapándolas para imaginar que no existen hasta que se desate una catástrofe.

Un padre para su hijo, sin importar quién o para qué. Un hombre, ¿no?

Sociedad patriarcal que se derrumba, que ya no tiene sentido. Y que, probablemente, nunca lo haya tenido.

Un niño que crece, que tiene que ocuparse de cosas que no le corresponden.

Pero, ¿qué es lo correcto o normal o?

Estafas, inmoralidades y varias situaciones contempladas en un abrir y cerrar de ojos. Papeles de regalo y bolsas de shopping que siguen en la misma línea lo idealmente adecuado para el capitalismo.

Uno, dos, ninguno. ¿Para que un hombre en casa? ¿Por deporte?

Emborracharse para disimular la angustia y tristeza de una vida que se desmorona, perjudicando (sin querer) a quien convive con ella.

Sensaciones tensas, información oculta, burlas constantes y la realidad que se planta para no irse más.

Rodrigo Paredes y Diego López Domínguez encarnan a dos hombres opuestos entre sí pero, a la vez, muy parecidos cuando se trata de engaños.

Hombres sin códigos y una “frágil” mujer que también aprovecha los momentos para vengarse de su miserable y penosa vida.

¿Hay algo que el dinero no pueda comprar?

En esta genial y entretenida historia podemos comprobar que lo cotidiano sí y que es lo que Raquel busca para solucionar el minuto a minuto. Las horas que disfraza con placer y cada vez más tragos. ¿Tiene sentido?

Contratar a alguien para su objetivo es lo que nos mantendrá ocupados a lo largo de la función y lo que hará que reflexionemos entre tanta adrenalina.

Alquilar para prescindir cuando se quiera, sin explicaciones. ¿Es tonta?

A veces es preferible que una copa sea la compañera ideal y delirar el presente como si la vida fuera parte de una ficción contemplada.

¿Dónde está la línea entre lo real y ficticio?

Comer para no tener hambre, amar para sentir el corazón contento y hacer el amor para que el cuerpo galope.

Raquel es una de tantas y, probablemente, una fiel figura de tantas mujeres que siguen atadas al deber ser para aparentar lo que no quisieran jamás tener.

Dramaturgia: Javier Naudeau
Actúan: Heidi Fauth, Diego López Domínguez, Pedro Maurizi, Rodrigo Paredes
Dirección: Federico Buso
Funciones: Sábados, 21 hs
Espacio Callejón

Mariela Verónica Gagliardi

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Shakespeare bajo el agua

Hamlet, la obra7

Surf o no surf, esa es la cuestión, y ese es el slogan que predomina en esta genial versión de Hamlet en que el balneario de Pinamar se convierte en escenario protagónico de la trágica historia shakesperiana para dejar atrás a la Dinamarca original.

Hamlet Rey ha muerto y su fantasma merodeando por la playa en busca de venganza a través de su hijo, quien se vestirá con traje de neopren y patas de rana, añorando esos veranos en que podían disfrutar de esquivar olas y conquistar chicas bonitas.

La puesta en escena no precisa más que de sillas para que, por orden de aparición, vayan representando la tragicomedia en que la risa invadirá El Tinglado, en el marco del V Festival Shakespeare Buenos Aires.

Y sin menospreciar determinadas obras, resulta interesante el impacto que se produce cuando se le da la posibilidad al público de ingresar gratis a un espectáculo. Por suerte ya no se asocia lo libre con lo bueno. Este es uno de esos casos, tanto el festival como la dramaturgia.

No es requisito saber de memoria Hamlet ya que la propuesta está destinada a un público heterogéneo que, sobre todo, quiera romper con los relatos clásicos y tradicionales.

También resultan interesantes y súper entretenidos los diálogos y conversaciones entre los personajes para conformar estrategias y bandos que le permitan a un héroe u otro alcanzar el poder.

La trama original se mantiene pero sufre muchas modificaciones que le permiten convertirse en una tragedia celebrada en que lo grotesco, lo absurdo e inclusive lo convencional tienen su momento y espacio para demostrar que los personajes de Hamlet no son solo personajes que aman y odian sino que, también, tienen deseos sexuales, que mantienen secretos para confabularse con quienes les convenga y que, por sobre todo, tienen salvajismo al igual que los animales más feroces.

Son sobresalientes las actuaciones y logran crear una voragine existencial gigante que quien no esté libre de prejuicios deberá abandonar la sala.

La dupla Gertrudis-Claudio se lleva todas las miradas de los espectadores por el modo en que transitan temas aún tabúes que demuestran cuán ridículo es mantenerlos en silencio. Pero Ofelia y su caprichoso deseo por estar junto a Hamlet príncipe la convierten en una despechada loca que se mueve por sus sentidos y no por la razón.

De hecho, son pocos los que piensan y planean algo. Una de ellas es la hija de Fortimbrás (Rey de Noruega), quien desea quedarse con el balneario de Hamlet a toda costa. Para ellos se une a la ex mujer de Claudio, quien por estar muy despechada consigue su propósito de vengarse.

El léxico desde ya que es modificado por uno vigente, de nuestros tiempos modernos y, seguramente, este sea uno de los puntos que más le atraigan a los jóvenes que observen esta pieza teatral.

Como si lo más importante fuera ocupar un trono en un castillo, aquí se demuestra que nadar y rescatar a quien está a punto de ahogarse, es lo que vale la pena. Nada de lucir trajes épicos sino cómoda y liviana ropa, mallas y bikinis para juntarse junto a un imaginario fogón.

Cuando las llamas surjan, todas las verdades serán develadas y las escenas llegará a su fin.

“Hamlet, la obra” (escrita por Leandro Orellano y Cumelén Sanz; dirigida por Matías Feldman y Santiago Gobernori) sorprende, divierte, tiene un fuerte contenido social y merece ser aplaudida de pie. “Chetos” frente a “viyeros”, lucha de lenguajes, territoriales y carnales. Estos son los problemas de nuestra sociedad y por esto, simplemente, tenemos que ser agradecidos de que un grupo de jóvenes talentosos se anime a versionar al gran autor.

A la vez que los personajes corren, se miran, se alían unos a otros y se combaten unos a otros; llega la gran batalla: una pelea de ojotas en que el veneno matará al más débil. Quizás nadie salga herido o tal vez no sea la idea que uno perezca para que otro salga victorioso.

Hamlet, la obra ficha

Mariela Verónica Gagliardi

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