*** ENERO 2023 ***

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La esperanza de unirse por una misma causa

Tenía muchas ganas de ver “Verde agua” (escrita y dirigida por la gran artista Marina Lamarca). Así fue como una noche en que había un partido de fútbol, mi elección fue asistir a una función que en mi corazón se selló como inolvidable. 

Mientras la ciudad parecía inmovilizada por una pelota, en el Teatro Border reflexionábamos sobre el lugar que ocupamos las mujeres, el feminismo, la solidaridad entre nosotras y el ímpetu por hacerle frente a un gran problema hace… desde el comienzo de la humanidad: el machismo.

Un público conmovido por la presente dramaturgia que nos logra atravesar, de un extremo a otro, desde que comienza la historia. Una historia que se centra en la Provincia de Entre Ríos, y más precisamente en la mejor empresa de embutidos del país. Con una puesta en escena conformada por salamines (bajo mi mirada hace una alusión perfecta con los pensamientos obtusos, anticuados y conservadores de muchísimos varones de Argentina), de distinto largo y grosor; nos inmiscuimos en una conferencia de prensa que es la más trascendente en la carrera del político Carlos Almada. A este acto acuden las mujeres que lo “respaldan”, al menos hasta ese momento: su esposa, hijas y secretaria de oficina. Pero, algo puntual ocurre: dichas mujeres quedan encerradas en un sótano con todos los embutidos y absolutamente todos los conflictos salen a la luz. ¿De la peor manera? Sí.

No puedo revelarles cada detalle porque perdería gracia la trama para quienes aún no tuvieron oportunidad de presenciarla. Lo que sí les puedo garantizar es que cuando las mujeres nos agrupamos, con diferentes modos de pensar, de vestir o de actuar; algo nos une: el hecho de ser MUJERES.

Creo que no existe poder mayor que el nuestro y no porque queramos competir con los hombres sino porque las mujeres tenemos la oportunidad de dar vida, algo tan valioso como ello.

Volviendo a Verde agua, tanto la dramaturgia como dirección de Marina Lamarca, son impecables, con un atractivo único y, al menos a mí, me hicieron brotar las lágrimas de esperanza, de que vamos por buen camino, de que todo acto de justicia (sea o no criticado por quienes no se sienten “parte”) dio y seguirá dando los frutos anhelados. Mientras tanto, la puerta permanece cerrada, la adulación hacia este político aumenta, los aplausos se oyen a lo lejos, quien iba a dar un discurso (por un motivo específico) no lo da; la violencia física y verbal van en auge… hasta que se produce un quiebre: el más inesperado de toda la obra. Cuando eso ocurre, el patriarcado empieza a disolverse, las furias a combatirse y las manos a abrazarse.

No hay peor odio que el que pueda surgir entre mujeres, no hay peor guerra que la que nos tenga enemistadas. El amor late en los corazones de estas excelentes actrices que interpretan increíblemente a estos personajes.

Pero el verde, pueden preguntarse por qué está presente en sus vestidos y es que quisieron combinar con la corbata de Carlos Almada (quien, por suerte, no está físicamente en la obra). Y sí. Cinco mujeres que están felices y dichosas de tener a este hombre en su vida cotidiana, cada una desde un lugar diferente y con un propósito distinto… Sus sonrisas que parecen pintadas como para la foto que saldría en la portada de la revista con mayor tirada; se vislumbran ficticias. 

¿Cuánto tienen que fingir para no decaer? ¿Cuántas pruebas deben superar para subsistir? ¿Cuál es el peligro que las aqueja? ¿A qué le tienen tanto miedo?

Lo que parece ser, no es… se cae. No puede sostenerse, así como el sol no puede taparse con una mano. 

Es el momento, el de la unión, el de la empatía, el de abrazarse y no juzgarse, el de callar a tiempo, el de solidarizarse sin rencor. El de decir ¡basta!

Dramaturgia y Dirección: Marina Lamarca.

Elenco: Agusta Bermúdez, Anabella Aizenberg, Ayelén Garaventa,

Lili Popovich, Sol Agüero.

Funciones: Sábados, 20 hs.

Teatro Border.

Mariela Verónica Gagliardi

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Alguien en el mundo piensa en mí

Todagentenueva9

Ficha Toda gente nuevaDe vez en cuando la vida nos premia con obras e interpretaciones como esta. Y nos permite agradecer al arte que exista.

Toda gente nueva (All new people), del dramaturgo Zach Braff, nos permite reír reflexionando a la vez. No existe ni una sola línea de diálogo en que la carcajada quede congelada como tal. De esta manera, los cuatro actores irán atravesando diversas temáticas actuales como: la discriminación, el suicidio, la felicidad, la soledad, el amor, las diferentes formas de sentir placer, la pasión y más sentires que podremos identificar, de inmediato, con nuestro ser.

All new people se estrenó por primera vez en 2011 en Londres y, seis años después, Alejandro Germaná la lleva a escena, encarnando el rol principal de Charlie.

Y no es fácil hacer la traducción, componer un personaje semejante y, encima, llenar una sala donde no cabía siquiera un alfiler. Lleno completamente, con un público súper cálido que celebraba cada uno de los aciertos del elenco.

A Alejandro Germaná, Marina Lamarca, Gilda Arteta y Germán Polonsky se suma la perfecta dirección de Emiliano Delucchi que logra explotar al máximo el talento de los cuatro actores, a lo largo de la historia que nos acontece.

Pero, quizás, se pregunten qué es lo que diferencia a esta comedia de otras. En primer lugar, los estereotipos están logrados de manera excelente. Entonces, desde allí, cada personaje consigue dar un mensaje determinado para invitarnos a pensar. Y, realmente, no tenemos demasiadas semejanzas con Londres, por eso es que Alejandro se encargó de adaptar la versión a una un tanto más cercana.

Nada de ciudades que probablemente no conozcamos ni de gags que solo entenderían quienes consumen productos ingleses. Lo único en inglés son los nombres de los personajes que bien podrían ser otros sin ningún problema.

La acción se sitúa en Cariló, durante un invierno muy crudo y la sucesión de hechos conseguirá demostrar que las casualidades no existen. Cada uno está en el lugar y momento que debe. Porque, creamos o no en el destino, Charlie está a punto de suicidarse y gracias a la aparición de una mujer, esto no consigue llevarlo a cabo. De ahí en más, los desconocidos se irán sumando hasta celebrar la vida y lo que hay como sea.

Cada personaje tiene un instante en que va componiendo hasta llegar a ese lugar en que exprime su potencia. Como cuando se está corriendo una carrera sobre la que faltan metros para alcanzar la llegada. Estos artistas comienzan naturalmente a actuar hasta que pasados segundos, están allí para disparar verdades y certezas.

Con respecto a la escenografía, es en tonalidades claras lo cual permite no resaltar por encima de los actores sino serle útil a ellos para las acciones que deban llevar a cabo.

De un momento para otro, lo que es banal se termina, dando paso a la cruda realidad. O mejor dicho, a la oscuridad que cada uno lleva dentro y que no suele contarle al mundo. Esa realidad que avergüenza o que da miedo narrar por el qué dirán.

El temor a ser juzgado considero que es uno de los motivos por los cuales Charlie sufre. Pero él tiene un motivo poderoso, algo que jamás ha revelado y que siente es el momento de hacerlo. ¿Total? ¿Qué podría perder?

Marina Lamarca (Kim) exponiéndose como una bomba sexy, llena de glamour y con una personalidad que dejará en evidencia cómo conviene encarar los días. Ella es el símbolo de una mujer que no se cosifica sino que se cree útil para un fin y nada más. No es objeto de otro sino un propósito para desplegar sus alas y volar hacia su verdadera pasión.

Ella junto a Germaná representarán exactamente lo opuesto, al igual que los otros dos personajes. Y esto también resulta interesante: el descubrir que de alguien diferente se puede aprender y sanar aquellas heridas tan profundas de antaño.

Amigos nuevos, humanos que no tienen un pasado en común con él y la posibilidad de construir un mañana ya mismo.

El sentirse solo es algo bastante común en algunos humanos. El sentir que, por más acompañado que se esté, hay un «algo» que falta. Pero, en esta oportunidad, un hombre está completamente solo por decisión propia, por no haber podido asumir que es imperfecto como todos y que por más condena que se ponga sobre su espalda, nada borrará lo ocurrido.

Mientras tanto, Emma (la mujer verborrágica) se encargará de llenar todo aquel espacio suelto con palabras y palabras y más palabras. Como si quisiera apoderarse del tiempo y espacio a su antojo y manejar con hilos a la gente. También habrá un bombero (Myron) que, en esta oportunidad, no se hará presente para apagar un incendio aunque sí una catástrofe de personalidades que chocan y explotan en cualquier momento.

Uno contiene al otro, y el otro al siguiente. Y, así, sucesivamente. Por más que no sirva para nada. Porque lo que más los aqueja es no aceptarse. Para esto, Kim, tendrá mucho que enseñarles y, de ahí en más, tal vez aprendan que el disfrute es hoy y que la culpa es la enemiga más íntima que se pueda tener.

Mariela Verónica Gagliardi

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