En busca de la felicidad
Esta dramaturgia estrenada en España en el año 2004, tuvo un éxito rotundo y acá en Buenos Aires ya va por su segunda temporada.
El humor en tono absurdo es muy difícil de lograr en un escenario y en vivo, donde los tiempos tienen que ser precisos, justos –permitiendo dar lugar a los chistes que serán uno de los efectos deseados de la historia-.
Dos hombres sin destino son dos ejemplos de vidas que no logran encauzar sus metas, que ni siquiera se las plantean y que lo que hacen, a diario y por inercia, es mirar la televisión cual familia Simpsons.
Un sillón desgastado y cansado tanto como ellos, de sobrevivir sin incentivos.
Pero, un día, la suerte de Juan Ignacio cambia fortuitamente, consiguiendo la envidia de José Ángel -quien ya ni siquiera tiene un motivo para respirar-.
Juan Ignacio, tocado por la varita mágica, absurdamente puede conseguir hasta ponerse de novio con una actriz internacional, dar discursos ante un público masivo y ser solicitado como un referente a seguir.
Claro que el contraste que pretende acentuar el autor es el de dos personas que no hacen nada por sí mismas, esperando que algo los modifique en alguna dirección.
Entre risas, surgirán llantos por la propia indignación a no apostar nada (y no por miedo, sino por vagancia). Una casa que nos muestra un living, un escritorio y el decorado que quedó de antaño, congelando sus vidas como si se tratara de una simple fotografía sin movimiento ni respiración.
Qué fácil puede resultar burlarse de otro y qué tétrico puede ser asumir quien se es. La quietud, ese lugar cómodo que ya se torna incómodo en cuanto se puede ver el progreso ajeno, esa envidia venenosa que desea que al otro le vaya mal para no moverse del sitio en que se está.
Ordinarios, vulgares y conformistas; como tantos otros. Intentando sobrepasarse de desorden y consiguiéndolo a la perfección. Estrellándose contra un espejo de sí mismos y viéndose reflejados en el otro, constantemente.
Dos hombres sin destino es una mirada sobre aquellas personas que no aspiran a nada, simplemente que ven los días correr desde la ventana de su casa, sintiendo que la vida es eterna.
La simpleza de la historia permite hacer reír y reflexionar a un público heterogéneo. Una obra que es, indudablemente, para pasar un buen rato, encontrándose consigo mismo, quizás en algún momento de la dramaturgia.
El destino de ellos será incierto pero destino al final. Como el de cualquiera, como el de cada uno de nosotros. Como quien no tiene esperanzas sino la paciencia de no mejorar.
¿Cómo parodiar la propia desgracia?
Esta seguramente sea la clave de esta comedia que no tiene pudor ni vergüenza. Con dos actuaciones antagónicas, que se fusionan bien y en la que uno consigue lucirse como los personajes que le caen del cielo; mientras el otro viste y deambula siempre igual.
Dramaturgia: Pepón Montero y Juan Maidagán. Elenco: Iván Esquerré y Gonzalo Suárez. Dirección: Néstor Montalbano. Teatro CPM Multiescena. Funciones: viernes y sábados 21 hs. Domingos 20 hs.
Escrito
en agosto 21, 2015