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Francisco Pesqueira es uno de los poetas contemporáneos que logra encauzar sus conocimientos, homenajeando a grandes escritores como Federico García Lorca, a quien admira notablemente. Su nuevo espectáculo «Oye (los poetas… mi voz» lo coloca en un lugar diferente y distinguido.
En «Oye», Francisco no solo cita a Lorca sino a otros grandes como Antonio Gala, Marcos Ana, Mario Benedetti y Alfonisa Storni, entre algunos de los aparecidos en escena.
Con sus ojitos claros, recordando la infancia, aromas, impresiones y anécdotas; consigue transmitir no solo conocimientos teóricos sino poemas en forma de canciones, en su formato clásico y, se da el lujo de leer cartas escritas para algunos de sus escritores favoritos. Les responde a modo de cuestionamiento, los felicita, los enaltece.
«El cielo, en flor azul y niño, se admiraba. De un vuelo tan en flor que no se oía» (Volé contigo, Antonio Gala) fue la primera melodía que sonó al iniciarse la velada, una velada que tuvo más espectadoras que espectadores, las cuales formaron fila luego de terminada la función para obtener una fotografía junto a su artista favorito.
Nanas de la cebolla (Miguel Hernández) parece ser el pretexto de describir sentimientos, a partir del universo culinario, como si se tratara de una novela: “Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea”.
Otro de los momentos más lindos y conmovedores de la noche fue cuando apareció la cita de Alfonsina Storni, su historia, sus padecimientos y el modo que tiene Pesqueira de respetarla: “Y una noche triste, cuando no me quieras, secaré los ojos y me iré a bogar por los mares negros que tiene la muerte, para nunca más”.
El recorrido poético continúa, con un repertorio escogido e ideado por el mismo autor, quien humildemente pareciera ser un embajador de textos evocados por otros, a los cuales les suma, ahora, su vocación.
Mi casa y mi corazón (Marcos Ana), Intentalo encontrar (Mayte Martín), Memento (García Lorca), De tiempos y océanos (Mario Benedetti), En paz (Amado Nervo) y Para cuando me vaya (Amaury Pérez); completan la línea argumental de este cálido show, el cual se conjuga con el lugar, un lugar como La botica del ángel que presenta a diferentes íconos del mundo artístico.
Como si se tratara de un climax creado a drede, que seguramente lo sea, la melancolía aumenta y por más que intentemos dibujar una sonrisa en nuestros rostros, las lágrimas no tardarán en caer del mismo.
Observé a mi alrededor y pude ver reflejado esto: sonidos de congoja, mezclas de emociones, recuerdos y una manera de enlazar nuestras vidas con estos versos tan bien escogidos.
Quien no sienta un nudo en la garganta y una presión en el pecho, al leer o escuchar esta frase, posiblemente no esté vivo: “Para cuando me vaya no habrá amanecido ni para el amor, ni para el olvido. Para cuando me vaya la vida nos premia, poniendo los sueños de penitencia”.
Pero, para los que sufrimos como parte de la vida, a lo largo de esta profunda presentación, Pesqueira tuvo preparado un broche de oro súper divertido y con el que tuvimos la oportunidad de cantar los estribillos.
Al ritmo de esa canción, que no tendría sentido que revele para que no pierda sentido, la noche cerró sus puertas para abrir otras más: las de aquellas reflexiones que tenemos que tener en la intimidad, sobre el amor, el dolor, la tristeza y las buenas elecciones.
El arrepentimiento no tiene lugar en esta puesta en escena, ¿acaso qué sentido tendría?
Mariela Verónica Gagliardi
Escrito
en febrero 5, 2019