Perder lo que más se ama
El FITLA (Festival Itinerante de Teatro Latinoamericano Âmbar) pisó fuerte en Buenos Aires, con propuestas muy controversiales y un abanico enorme de géneros para todo tipo de gustos.
Una de las obras elegidas para presenciar fue La espera (con dramaturgia y dirección de Conchi León), una propuesta triste, conmovedora, fuerte, pero -por sobre todas las cosas- valiente.
Cien funciones, con la de hoy, transmitiendo sus delitos. Pero, ojo, no solamente incriminando y culpándose, sino abriendo sus corazones. Demostrando que, detrás de un homicidio o de un robo también existen hombres capaces de amar.
La espera (es una obra de teatro creada por La compañía de teatro penitenciario de de Santa Martha Acatitla – México) es algo desgarrador. No existen demasiadas palabras para transmitir lo que se siente estando ahí, como público-espectador.
Me sentí mal, muy mal. Tuve ganas de irme, de abandonar la sala, de decirles a cada uno de ellos que no se victimicen, que está bien que hayan pagado por lo que hicieron. Y creo que esta es la gran contradicción que puede vislumbrarse en nosotros los humanos: saber que alguien cometió un error (a veces irreparable) pero que como ser imperfecto hay que perdonarlo.
No salí corriendo, me y les permití escucharlos. Saber de ellos, qué era lo que tenían que comunicar a través de la ficción y realidad. Porque se trataba de sus vidas antes, durante y después de la prisión, no de mariposas de colores.
Tres hombres, entonces, narrando los momentos más trágicos y maravillosos de sus días. Y suena también contradictorio porque se presupone que el drama no puede contener sueños, lo cual es mentira.
Vestidos de negro, representando situaciones violentas -tan reales que producen escalofríos-, utilizando diferentes objetos para que podamos contextualizar lo ocurrido entre las paredes más frías y desoladas del mundo. De un momento a otro, la vida cambia.
¿Por elección?
No todo es decisión nuestra. A veces es el entorno, la sociedad, la vulnerabilidad, la poca confianza, la falta de amor, de dinero, de oportunidades. La desintegración de una persona como si se tratara de papel picado; pero no. Es su interior que ya no interesa, que a nadie le interesa y por eso delinque. Quizás si supiera, de verdad, las consecuencias, no lo haría.
¿Existe, acaso, manera de imaginar a ciencia cierta cómo podría ocurrir algo?
La imaginación traiciona a la realidad. Es como un juego de buscaminas en el que puede estallar todo por el aire en cuestión de milésimas de segundos. Eso es la vida. Todo está “bien” hasta que ya no lo está.
“Quise correr antes de caminar”, dice uno de los actores, refiriéndose a cómo la inexperiencia lo hundió por completo. A cómo su deseo de ser militar lo llevó a la peor desgracia.
Escenas que transcurren a lo largo de la dramaturgia, que se encargan de conmovernos, de acercarnos diferentes momentos en que cada uno puede hablar en primera persona o como personaje secundario.
“Esas son las consecuencias de delinquir: perder lo que quieres y perder lo que tienes”, esboza otro de los actores. Y su rostro rememora la pérdida de su hijo.
“Nadie deja de pecar, todos quieren tener dinero, nadie quiere trabajar. Todo tiene una razón, todo tiene un por qué”; canta el tercero (el tema Todo tiene una razón, de Alex Lora, cantautor mexicano) mientras es torturado.
Así desfilan las diversas canciones del género del rock and roll a lo largo de estas historias que consiguen llegar a lo más profundo de quien esté abierto a recibir lo duro y romántico que puede convivir en el cuerpo de un mortal. Acompañan las secuencias, las luces en diversas tonalidades que logran crear clímax muy íntimos.
El amor existió y existe en sus vidas, como en la de cada uno de nosotros. Sus miradas son miradas de dolor, de mucho sufrimiento y, por más que ríen, lo hacen desde un lugar diferente.
Al terminar la función tuve la necesidad de abrazarlos y así lo hice. De felicitarlos pero no por lo artístico sino por sus valentías.
Nadie honra a un delincuente pero sí a un humano que cambia de tal manera que sabe lo que hizo y que jamás lo repetirá. Que el ahora es una oportunidad para trazar un nuevo rumbo.
Sábado 20/4: 19 hs y 21 hs. Centro Cultural 25 de Mayo (Av Triunvirato 4444 - Villa Urquiza).
Escrito
en abril 20, 2019